“Pues si al entendimiento llamares, a la comprensión dieres tu voz; si la buscares como a la plata y como a tesoro la rebuscares; entonces entenderás el temor al Eterno, y el conocimiento de Di-s encontrarás.” Proverbios (Mishlé) 2:3-5
Laberintos armónicos, acaricia el viento, las cuerdas de las arpas eternas, que como tesoros encontrados por el continuo cabalgar sobre los lomos de tus empinados mandamientos, llama a la Clave de Sol que danza con ellos, a la espera de un beso de luna en su cuarto creciente… Diapasón que afina la melodía del silencio de la voz de la creación. Escala de colores musicales que siguen retozando en el vasto jardín del universo sempiterno que nunca se apaga, por el ayer del mañana que es hoy.
Eterno, tú que eres el del canto de los siempres, ayúdame a ayudar a mi entendimiento sin conocimiento; entendimiento que se escapa como el agua de los ríos anacoretas, que se niegan tozudamente a cambiar el rumbo de sus espejos líquidos. Llama al entendimiento que está recostado en el diván donde descansan tus pensamientos oblicuos.
Enséñame qué es el temor a Ti; por favor, date prisa, que el miedo me engaña y se burla de mí. ¿Acaso el temor es tenerte miedo, como me lo dice el miedo? Cuéntame la ב (Bet), la primera letra con que comienza la primera palabra de la Tora —Principio— que el miedo se disfrazó con traje de “consolación” para engañar a toda la humanidad. Su traje estaba confeccionado con hilos de engaño; tejidos de mentira; con aguja que hiere la verdad; con tijeras que cortan la vida; con colores sin luz; con diseño exclusivo de maldad y un broche de oro y plata de oquedad. Entonces, ¿de qué temor habla la voz de la verdad en Tu Palabra? El temor al Eterno es el respeto a Él, el que consolida un mundo terreno con otro supremo.
En hebreo, la palabra “temor” es פחד (Pajad), cuyo valor gemátrico es 11 = 2, por lo tanto, su misma estructura gramatical-matemática, alude a los dos (2) mundos, el de abajo – la tierra, y el de arriba – el Olam Haba. Ambos mundos se consolidan en nuestras vidas a través del RESPETO, o lo que es lo mismo el TEMOR-PAJAD al Eterno, que es bueno y vela por nosotros. El respeto genera y da inicio a la tríada del Conocimiento de los conocimientos: comprensión, entendimiento y el conocimiento de Di-s a través de Ti. Este conocimiento es tan necesario como el morral en la espalda del alpinista que escala las montañas más encumbradas e “imposibles” de subir, porque lleva consigo las herramientas infalibles que un día descendieron de los cielos para atesorarlas: temor a Di-s (Respeto), comprensión, entendimiento y el conocimiento de Hashem que mora siempre contigo…
“Porque no nos ha dado Di-s, espíritu de cobardía, sino espíritu de PODER, de AMOR y DOMINIO PROPIO.” 2da Timoteo 1:7
Como águila de vuelo alto que construyes tu nido en la cúspide de la montaña más alta, desciendes a sus faldas y de su ruedo seleccionas el mejor alimento y cobijo para tus polluelos. Sin embargo, Padre Eterno, Tu cuidado es mayor y más altruista, ya que construiste un nido en nuestra mente para hacer descender Tus pensamientos a horas y deshoras que alimentan los conceptos, las ideas, los propósitos y destinos para cumplir y repartir en este hermoso planeta azul; antes de viajar en el vientre materno como inmigrante pasajero, ciudadano y embajador del Reino de los Cielos aquí en la tierra.
“Porque no son mis pensamientos como son vuestros pensamientos; ni vuestros caminos, como mis caminos, dice el Eterno”. Isaías (Yeshayahu) 55:8.
Aba Kadosh, Tú haces y deshaces, Tú construyes y deconstruyes, Tú creas y recreas; Tú creas la enfermedad y la sanidad a la vez, previo acuerdo insoslayable con cada uno de nosotros, usando la fórmula del Pacto Eterno que se llama: “Libre Albedrío”.
“Y el Eterno le dijo más: pon tu mano en tu seno. Y puso él su mano en su seno, la sacó, y he aquí que su mano estaba leprosa (y blanca) como la nieve, y él le dijo: vuelve tu mano a tu seno. Él volvió su mano a su seno y al sacarla de su seno he aquí que se tornó como toda su carne.” Éxodo (Shemot) 4:6-7
Amado Padre, Tú eres sustancia genética, cosmogónica, esencia energética, fuerza extrapolante autogenerada, a la que llamas Amor, Gracia de Gracias… Amor refrendado en Tus Santas Escrituras, por ello está escrito: “… ¡Di-s es Amor!” 1ª Juan 4:8.
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