“El temor al Eterno es odiar el mal.”
Proverbios (Mishlé) 8:13
Esta palabra “temor” parece el sonido de un tambor ancestral en medio de la espesa selva, ejecutado por nuestros indígenas con sonidos de colores verticales que viajan a lo alto para clamar al Creador que despierte a la lluvia, y la deje descender vestida con su elegante traje bordado con el telar de las muchas aguas...
Obviamente esta palabra “temor” en las Escrituras, no se refiere ni habla del “miedo”. Se trata de una mala traducción que está muy lejos del significado original, del sentido o la intención de dicha palabra. Recordemos que no fue el castellano la lengua original de las Escrituras, sino el hebreo, el arameo y más tarde otras traducciones como el latín, el griego, el castellano y muchas lenguas más alrededor del mundo.
Veamos ahora la palabra “temor” en la lengua hebrea פחד (pajád-miedo). “Miedo que se siente al considerar que algo perjudicial o negativo ocurra o haya ocurrido. Miedo al padecimiento físico.”
Ahora bien, la palabra castellana que mejor se ajusta a esta traducción, la más cercana al hebreo, es la palabra “prevención” o “cuidado”. La palabra מניעה (meniá-prevención) tiene un valor gemátrico de 4, el cual sugiere el número de la tierra que es 4 también y que la describe con los cuatro puntos cardinales, hogar de miríadas de generaciones desde el principio de los tiempos. El 4 nos remonta al primer Mishkán (tabernáculo portable) cuando Moshe Rabenu recibió de lo alto la orden para construir el primer templo. Hashem le dijo cómo distribuir a los levitas alrededor del Mishkán en cuatro puntos en armonía con los puntos cardinales. Es decir, estaban diseminados en un perfecto cuadrado, que a su vez tiene dentro de sí mismo, el Maguen David, en un sentido visual metafórico.
También podemos observar con lupa hebrea, que nuestro Santo Ribi Yeshua HaMashiaj, el Rabino de rabinos, eligió bajo la dirección del Eterno a sus 12 discípulos para alcanzar su primer rol sacerdotal, ósea, como Yeshua ben Yosef. Por ello fueron escogidos 12 discípulos mas él, lo que sumaría 12+1=13=4. El cuidado y respeto que nuestro Santo Ribi tuvo y tiene, como Mashiaj-hombre, logra cruzar las fronteras del mundo de arriba y el de abajo aquí en la tierra.
Yeshua en esa época era un hombre formado bajo las estrictas leyes hebraicas de la Tora, el Talmud (Guemará y Mishná) y los Profetas; dejando claro que tal cosa como el Nuevo Testamento o Asofer Hamaljutí, no existía para ese entonces.
Lo opuesto del mal es el bien; lo opuesto al miedo es la valentía; lo opuesto al odio es el amor... El proverbio que nos concierne trae a nuestra memoria las acciones pecaminosas que nos alejan de la santidad o la Ruaj HaKodesh del Eterno.
“El temor al Eterno es odiar el mal.” Proverbios (Mishlé) 8:13
Entonces, ¿Cuál es la máxima de este Mishlé? La clave es que si entendemos lo que el Eterno nos dice; que odiemos el pecado como tal y no para señalar al pecador, entonces lo entenderemos todo y estaremos entrando por el portal que une a los dos mundos, el Olam Habá y este mundo físico que a veces no entendemos. ¿Por qué? Porque los tesoros que se esconden en la Tora, son Sus palabras benditas que se postrarán frente a ti y hablarán por ti, porque ese fue el diseño perfecto que el Eterno, el Hacedor de todo lo creado y lo increado... ¡creó para ti!
“Mira que pongo hoy delante de ti la vida y el bien, y la muerte y el mal; por lo que te ordeno hoy que ames al Eterno, tu Di-s, que andes en sus caminos y que guardes sus preceptos y sus estatutos y sus juicios, para que vivas y te multipliques,...” Deuteronomio (Devarim) 30:15
Los seres humanos sólo estamos autorizados a odiar lo que Hashem odia, por lo tanto estamos alineados a Su voluntad y no a la nuestra. “Hágase Tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra” Mattityahu (Mateo) 6:10 Así lo declaró y nos lo enseñó nuestro Santo Ribi, el Melej Hamashiaj, cuando dijo: “Padre, si quieres pasa de mí esta copa pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Lucas (Hilel) 22:42
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