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Un proverbio: palabras del Beso

“Los labios serán besados del que conteste palabras adecuadas.”
Proverbios (Mishlé) 24:26

La puerta de tus labios se entreabre para dejar escapar el sonido taciturno de tu voz con alas de campanillas de luna llena en cuarto creciente, donde se convoca un encuentro con el amor que trae alimento innominable e indeterminado a los enamorados...


El soplo del tallador de los vientos incircunscriptos cuando insufló aliento de criatura; cada una recibió respiro de vida plena, pero cuando el beso del amor se hace presente y la voz clama, su otra parte de vida; los labios se atraen como el que busca respiro en su último aliento; la suavidad de ese beso ancestral se vuelve uno, como UNO es Aquél que cabalga sobre los lomos de los cuentos no contados...


Las bocas que dejan escapar gráciles palabras de los ayeres y los hoy, modelan con arcilla de sabiduría para unirse en aliento con el otro soplo, dando paso al renacer de dos mundos que se vuelven UNO con el universo impredecible del cóncavo y convexo.


El aliento se teje a la vida de otra vida; la vida del amor que no desfallece ni se rinde ante la hojarasca de un tormento, en medio de la tormenta. El beso es la única conexión que no declina, porque el beso fue creado y modelado con el fuego del altar de los tiempos que no se desvanecen ni decrecen, porque el fuego viene del mismo que es fuego ensordecedor inagotable y puro. Aquél que sopló en ti y en mí un día, y separó tu otra parte para reencontrarse en un eterno y apasionado beso y trae consigo los recuerdos no vividos que no se marchitan con el paso y el mover de los días que viajan sobre el corcel invisible que nadie sabe de dónde viene, ni a dónde va...


Oh, tu voz que nace de las entrañas del alma, retumba en mis oídos como latido de corazón eclipsado del enamorado que te busca por doquier, aunque no te pueda ver. Levántate alma mía porque la mentira no crece por el peso de la verdad. La verdad es como el círculo, parece alejarse, pero regresará y se posará frente a ti; presente, aunque esté ausente...


Canta, canta ruiseñor porque ha llegado el amor, él es como el unicornio que se entregó en inmolación, para cubrir con su piel multicolor el Gran Templo con los colores de la creación. Su cuerno hecho con el cristal de las lagrimas del canto de los inocentes, apunta día y noche a los cielos para recordar a toda la creación que no existen lagrimas eternas; ellas se transforman en la más exquisita y grácil mariposa que escapa de la oquedad y la soledad de la oruga inclemente.


Tus labios carnosos me recuerdan que mientras tenga cuerpo con arquitectura ósea del polvo de la tierra, la fragilidad me acompaña. Pero cuando modele los cánticos aromáticos y cromáticos con la belleza de tu voz, hecha de palabras inmortales, entonces mi cuerpo será puro fuego como el ave fénix, levantará en vuelo por los antares de la creación sin que este se apague. 


“Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; sus labios, como lirios que destilan mirra fragante” Cantar de los Cantares (Shir Hashirim) 5:13


Vuela, vuela, amada mía, porque quiero alcanzarte y besarte para aplacar mi sed con el manantial de tus besos. No me dejes, porque un beso tuyo encenderá mi voz oculta en el silencio de un día sin luz...


“¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejor son tus amores que el vino.” Cantar de los Cantares (Shir Hashirim) 1:2


Ahora bien, volvamos al proverbio que nos atañe. Esta estructura gramatical nos asoma un incremento de valores que acontecen a través de los dichos de nuestra boca, de ellos depende el crecimiento o decrecimiento del individuo con respecto al hecho moral, emocional, social y espiritual. Esto nos lleva a encontrar una interesante analogía del cómo los “decires” de nuestros labios se alimentan para bien o para mal, de las palabras correctas o incorrectas que decidamos expresar. Ambas circunstancias estarán cargadas de energías que se asocian a nuestras vidas capaces de trascender más allá de este mundo tangible y penetrar en los mundos donde el Libro de las Luces (la Tora), nos brinda una serie de acontecimientos que nos inducen y nos conducen mediante pistas, para penetrar a esos mundos de códigos ancestrales presentes y futuros, que nos llevan a poder decodificar los laberintos vivenciales de los pasajes y senderos de la Tora. De tal manera que queda refrendado en este libro de códigos eternos, que el buen decir no sólo embellece y le da sabiduría al individuo, sino que el cielo y Hashem mismo, entran en escena para llevarte a lugares que nunca imaginaste y experimentar el acto más sublime que ser humano pueda vivenciar. 


Lo veremos en este Midrash que habla de la muerte de Moshe y de cómo el propio Hashem intervino para derramar todo Su amor en él. ¿Y como un “simple beso” puede alcanzar estándares de vida más allá de la vida en vida?


Dice el Midrash: en el tiempo del fallecimiento de Moshe Rabenu, el Eterno quiso mostrar a Su ejército celestial la majestad y sabiduría que había puesto en este hombre de Di-s. Al instante llamó al ángel Gabriel y le ordenó: 


- “Ve y tráeme el alma de Moshe” 

- A lo que el ángel replicó: “Amo del universo, ¿cómo puedo provocar la muerte de un ser humano que equivale a seiscientos mil judíos?”

- “Ve tú entonces” ordenó Hashem a Mijael.

- “No puedo soportar verlo morir”, respondió Mijael. “Yo solía ser su maestro (Mijael es el ángel de la misericordia, el que le enseñó a Moshe a defender a los judíos).

Entonces el Todopoderoso recurrió a Samael (que es Satán); 

- “Ve y tráeme el alma de Moshe.”   

Samael tomó su espada (el espíritu de tuma-impureza con el cual esperaba derrotar la santidad de Moshe) y bajó rápidamente hacia Moshe. Lo encontró escribiendo el Nombre de las cuatro letras de Hashem en un Sefer Tora todavía incompleto. El rostro de Moshe brillaba como el sol y se asemejaba a uno de los ángeles. Samael se asustó de Moshe.

- “Ningún ángel puede llevarse el alma de Moshe”, pensó. Comenzó a temblar y no fue capaz de emitir palabra. Pero Moshe se había apercibido de la presencia de Samael aún antes de que el ángel se revelara.

- “Tú maldito, ¿qué estás haciendo aquí? Preguntó Moshe severamente. Samael se armó de coraje y contestó:

- “Vine a llevarme tu alma”.

- “¿Quién te envió?” preguntó Moshe.

- “El Creador de todo”, respondió Samael.

- “Ciertamente Él no quiere que tú te lleves mi alma, más bien Él desea que yo te derrote”, dijo Moshe.

- “Yo me llevo las almas de todos los seres humanos”, insistió Samael, “esta es la ley natural del universo”.

- “Pero yo no estoy sujeto a las leyes de la naturaleza”, insistió Moshe. “Yo soy el hijo de Amram. Soy sagrado desde mi nacimiento, ya que nací circuncidado y por eso no fue necesario hacerme el Brit Milá. Pude hablar y caminar desde el día de mi nacimiento (como Adam antes de pecar). Cuando tenía tres años profeticé que recibiría la Tora. (Por esa razón Moshe se negó a tomar la leche de una egipcia cuando la hija de faraón lo encontró). Siendo un niño en el palacio de faraón, le quité a este la corona de su cabeza (señal de la futura caída del faraón). Cuando cumplí los ochenta, Di-s realizó muchos milagros en Egipto por mi intermedio y saqué seiscientos mil judíos en pleno día ante la mirada de los egipcios. Dividí el mar en doce partes. Transformé aguas amargas en dulces. Yo residí en el firmamento, discutí con los ángeles que no querían entregar la Tora de fuego, y permanecí cerca del Trono Celestial de Gloria para conversar con el Todopoderoso cara a cara. Yo entregue la Tora y los secretos de los ángeles a la humanidad. Luché contra los poderosos gigantes Sijón y Og que habían sobrevivido al diluvio. Hice detener al sol y a la luna durante la batalla y yo mismo eliminé a Sijón y a Og. ¿Cuál otro de los humanos sería capaz de hacer esto? Por eso la “ley natural” que te permite llevar el alma humana no aplica a mi persona.”

Samael volvió a Hashem reconociendo su derrota. Hashem ahora le confirió más fuerza y le ordenó volver hacia Moshe. (Di-s quería que Moshe logrará una victoria aún mayor sobre el Satán).

Samael revoloteó sobre la cabeza de Moshe y desenvainó su espada. Moshe golpeó al ángel con todas sus fuerzas con la vara sobre la cual estaba grabado el Nombre de Di-s. Samael huyó. Moshe lo alcanzó y lo encegueció con rayos de gloria que emanaban de su rostro.

- Una voz celestial proclamó: “¡Ha llegado el momento de tu muerte!”

- “Por favor no me entregues al ángel de la muerte”, le rogó a Hashem, Moshe. “Recuerda como te serví en mis años mozos, cuando Tú mismo te revelaste ante mí en la zarza y cuando estuve en el Har Sinaí durante cuarenta días y cuarenta noches y trabajé arduamente para aprender Tora.”

- “No temas”, proclamó la Voz celestial. “Yo mismo me ocuparé de ti”.

Moshe se levantó y se preparó para la muerte santificándose como uno de los ángeles. Hashem descendió junto a los ángeles Mijael, Gabriel y Zagzagael. Mijael preparó el lecho de Moshe; Gabriel extendió un paño de lino sobre su cabeza; y Zagzagael otro paño sobre sus pies.

El Todopoderoso dijo: 

- “Moshe, cierra tus ojos”. Moshe así lo hizo. 

- “Coloca las manos sobre el pecho”, ordeno el Todopoderoso. Moshe obedeció.

- “Junta los pies”, Él ordenó. Moshe obedeció.

Hashem requirió al alma de Moshe: 

- “Hija mía”, dijo Él al alma, “planifiqué que permanecieras en el cuerpo de Moshe durante ciento veinte años. Ahora lo debes abandonar, no te demores”.

El alma respondió:

- “Amo del universo, ¿acaso hay un cuerpo más puro que el de Moshe? Yo lo amo y no deseo abandonarlo”.

- “Yo te abasteceré con los ángeles bajo mi trono celestial”, prometió Hashem.

- “Es mejor para mí permanecer en el cuerpo de Moshe que mezclarme con los ángeles”, protestó el alma. “Él es puro como un ángel, a pesar de que vive en la tierra; por otra parte, Tú una vez le permitiste a dos ángeles, Uza y Azael, vivir entre los humanos y se corrompieron, Moshe no convivió con su mujer desde el día en que Tú le hablaste desde la zarza. Por favor, déjame en el cuerpo de Moshe”.

Luego de escuchar al alma (neshamá) atestiguar acerca de la pureza del cuerpo de Moshe, Hashem besó a Moshe. El alma experimentó el irresistible placer de la Presencia Divina (que fue aún mayor que el placer de estar en el cuerpo de Moshe) y retornó con el Eterno. 


“Mis labios serán besados del que contesta palabras adecuadas.” Proverbios (Mishlé) 24:26


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