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Foto del escritorYehoshúa Villarreal

Un proverbio: la Dama del saber

Cuando te encamines, (la Sabiduría) te conducirá; cuando te acuestes, te cuidará; y cuando despiertes, ella será tu conversación.” Proverbios (Mishlé) 6:22

Como farol en los caminos tortuosos cargados de oscuridad, la bella dama de luz, la Sabiduría con su grácil caminar, se adentra en los más intrincados senderos atrapados y confundidos en las sombras inclementes que sucumben ante la presencia de su ancestral luz infinita. 


La Sabiduría esparce semillas que germinan destinos a lo largo del camino, florecen en el jardín de tu mente y se preparan para recibir el rocío continuo de los pensamientos de Aquél que todo lo creó a partir de la voz de Su pensamiento eternal.


La Sabiduría cuidará tu dormir y tu despertar; ella con su espada flamígera espantará las pesadas pesadillas que se esconden en tu propósito, en tu destino, en tus sueños…


¿Pregúntale a la Sabiduría dónde estuvo ella en el primer día de la creación? ¿Qué hacía y cómo acontecía el hecho creativo en todo el universo?


El esplendor del oro se esparcía en medio de la opacidad de la Nada. Allí estaba yo -la Sabiduría- antes de la tierra, en el principio; allí estaba yo con el Eterno antes de la acción de toda la creación, antes del hacer y el quehacer de lo que había de acontecer. Las partículas de oro que danzaban en toda la concavidad universal, se movían al canto superlativo de Su voz que tronaba en el magno espacio, un coro de voces angelicales se dejaba escuchar con toda su desnudez. Las aguas con sus lenguas marinas dejaban escapar su cántico húmedo con el vaivén de sus altas y esbeltas olas vestidas con hilos de plata, cubiertos de las más exquisitas perlas y diamantes que esparcían destellantes rayos de luz indeterminada y se diseminaban en toda la oscuridad de la Nada, esta se desvanecía y refulgía en medio de las campanillas de cristal que repicaban en todo el universo. 


El Cantautor de los universos comenzó a entonar una magnánima melodía y de Su voz no sólo salía Su tono barítono universal, sino que sonidos de instrumentos desconocidos empezaron a escapar de Su voz, no sin antes reverenciar al Eterno en medio de su eternidad. A medida que cantaba - dice la Sabiduría - más instrumentos espaciales se oían con tal potencia que parecía que querían escapar de sí mismo.


Los mundos se desprendían de las perlas de las aguas de arriba y cada uno tomaba su posición en el vasto espacio como si tuvieran memoria futura de saber dónde iban a estar colocados y flotando en la inmensidad de toda la creación. Las galaxias creaban un anillo interplanetario donde todas las estrellas comenzaron a danzar y titilar de alegría ante esta inimaginable grandiosidad. Entonces, a la voz del Hacedor, la tierra dio inicio a su movimiento de perpetua rotación y traslación. El sol y la luna se descubrieron con miradas ancestrales por vez primera, mientras que el unicornio, el Tajash, cruzaba el puente de luz dorada del sol y la luz de plata de la luna y sobre él, cabalgaba el Arte con el rollo de la Palabra del Elohim en su alforja listo para repartir. 


De repente la Sabiduría se detiene y se coloca exactamente frente a ti… ¡si, a ti!... Tú que estás leyendo este escrito en este momento. 


- Quiero conversar contigo, dijo la Sabiduría; saciarte y rebozarte con el néctar del entendimiento, alimento de mi sapiencia milenaria. Mi virtud más resaltante es la obediencia ferviente a la voz de mi Creador. Ese es el secreto, la esencia de mi sabiduría. Aprende la obediencia y yo, la Sabiduría, descansaré sobre ti mañana, tarde y noche, te cuidaré y no sólo alumbraré tu camino, sino que escucharás las palabras que traigo para ti de parte del Eterno…


“Elohim me poseía (la Sabiduría) en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra. Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no había aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo. Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con LOS HIJOS DE LOS HOMBRES.” Proverbio (Mishlé) 8:22-31

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