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Un proverbio: Don de Dádiva

“La dádiva en secreto calma el furor, y el don en el seno, la fuerte ira” Proverbios (Mishlé) 21:14

A pasos interpolares se desplaza la sigila Dádiva, busca en los grandes bosques de cemento verticales donde habitan los gigantescos techos que juguetean con el cosquilleo de los cielos ancestrales.

Entre saltos sincopados, y con un silbido de jilguero de la mañana temprana; la alegre Dádiva con su aroma de fragancia del dar compartido, busca su nuevo destino entre abrojos y escondrijos para calmar el furor de Aquél que está escondido.

La Dádiva saca a la luz de su botija de añil, todo lo que trae para compartir con aquel que tiene ausencia de salud; con aquel que en su estómago porta el réquiem desarmónico del vacío que no es oído; con el que lleva un despliegue de viejos periódicos que pregonan buenas y malas nuevas, y se convierten en hogar y cobijo del durmiente de la noche, el que no conoce el calor de la alborada que anuncia un sempiterno amor correspondido.

Dádiva misteriosa, tú que tienes la capacidad de transmutar el furor en serenidad; serenidad que se proyecta en una laguna que como espejo deja ver la doble imagen de la paz que nos regala la creación del Creador... enséñame el “don de dar” sin ser correspondido.

El sonido onomatopéyico que caracteriza a esta bella Dádiva, no sólo es su “D.D” “Don de Dádiva”, sino que su dedo índice se lo lleva a la boca y emite este sonido del silencio ¡Sssshhhhh!

-Y susurra así: ¡No digáis a nadie lo que he hecho hoy, ni ayer, ni el mañana, porque estas tres sustancias del tiempo apuntan hacia arriba y hacia abajo, como los triángulos del Maguen David! ¡No reveléis mi secreto, ni a carne, ni a sangre. Porque el ayer enmudeció, el hoy con ellos ya partió, y el mañana ya llegó como bálsamo al Constructor de los ladrillos eternales!

“Mas cuando estés dando tzedaka, asegúrate que tu mano izquierda no sepa que está haciendo la derecha para que tu donativo a los pobres sea dado en secreto a fin de no avergonzarlos públicamente y tu Padre que ve en lo secreto, se encargará de recompensarte a la vista de todos.” Mateo (Mattityahu) 6:3-4

Un punto crítico que nos habla este Mishlé es lo que está sumergido en la virtuosa palabra don o dones. Estos descienden de lo Alto y a su vez la palabra don se hermana con la palabra emunah (fe). ¿Por qué la palabra don y fe están íntimamente ligadas? Y ¿Cuál es su común denominador que nos compete?


Curiosamente, cuando observamos con la lupa hebrea y gemátrica, descubrimos un mundo dentro de otro mundo. Analicemos primero la palabra אמונה (emunah o fe), cuyo valor gemátrico comprimido es 3 y tres hace alusión a los tres patriarcas: Abraham (Padre de la fe), Yitzjak y Yaacob.


Ahora bien, ¿Qué tiene que ver emunah con la palabra don? Tienen mucho que ver, ya que don en hebreo es מתנה (matana) y contiene tres letras iguales a emunah, a saber; מנה, y cuando esto acontece en las Escrituras, es porque algo importante quiere revelarnos el Eterno. El valor gemátrico de מתנה (matana) es 18, y 18 es vida; es decir, se trata tanto de esta vida como la vida venidera o Olam Haba. Veamos entonces, en sentido gramatical estas dos palabras: fe y don y cómo están íntimamente ligadas a un mismo destino. A todos nos fue dado una porción de fe, como también una porción del don para multiplicarlos.


“...sino el que debéis tener, siendo cuerdos en esto aceptando la medida de fe que Dios concedió a CADA UNO.” Romanos 12:3 Código Real (Asofer Hamaljutí)

Por ende, al tomar ambas palabras encontraremos el otro lenguaje oculto que dice así: “La vida (18) de los 3 Patriarcas, está sustentadas en esta vida y la vida eterna (Olam Haba); y la matana (el don) que nos fue dado para multiplicarlo por la Gracia de Di-s. Cuando echamos mano del don que nos fue dado y lo ponemos en práctica; entonces la ira del Eterno, por causa de nuestros múltiples pecados, se diluye en el mar de Su infinita misericordia.

“¿Quién es Todopoderoso como tú, soporta el pecado, pasa por alto el pecado del remanente de su heredad? No mantiene para siempre su furia, porque Él desea hacer favor. Volverá a tenernos misericordia, sujetará nuestras iniquidades, y arrojarás a las “profundidades” del mar todos sus pecados. Entregarás la promesa de verdad a Yaacob, el favor a Abraham, que has jurado a nuestros padres desde los días de antaño.” Miqueas (Mijá) 7:18-20


Moraleja: Cuando estudies Tora de ninguna manera busques conocimiento en las “profundidades”, porque en ella el Eterno arroja los pecados de toda la humanidad. Busca las “elevaciones” donde está el origen de todos los orígenes y la causa de todas las causas; el Aba Kadosh, Señor del Universo, Señor de todo lo creado y lo increado, que está sentado en Su Trono de Gracia y Gloria Eterna, en las alturas infinitas, por siempre y para siempre...


“Inclina, oh Di-s mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no ELEVAMOS nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en TUS MUCHAS MISERICORDIAS.” Daniel (Daniyel) 9:18

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