“Creer no constituye más que el segundo poder; querer es el primero. Las montañas proverbiales que la fe mueve, no son nada al lado de lo que hace la voluntad” Víctor Hugo.
La voluntad es como un pequeño bote adquirido con capacidad para una sola persona, donde sólo tú eres capitán y tripulación a la vez, conectado íntimamente al radar de tu mente. Su navegar sólo depende de tu fuerza, habilidad, constancia y sobre todo de tu decisión…tomar el camino de la izquierda o de la derecha…nadie decidirá por ti.
La voluntad es un vehículo que nos permite conectarnos con ese vacío que no puede ser llenado con bienes, beneficios, promociones, recompensas, fama, riquezas, amores y muchas cosas más…como dijimos en la entrega anterior, este vacío es llenado temporalmente por todas estas cosas antes mencionadas, pero el vacío sigue estando allí presente. ¿Por qué no lo pueden llenar los deseos cumplidos y experimentados por muchos?
Es triste ver día tras día a grandes hombres y mujeres con talentos extraordinarios, tan grandes que queda evidenciado que estos solo pueden venir de lo Alto; de algo o alguien más grande que dichos dones. Vemos a menudo como estos personajes, iconos de las artes, la ciencia, la tecnología, eclipsan sus vidas aún “teniéndolo todo”; dinero, fama, reputación, cariño de parte de millones de admiradores y seguidores, nuevas generaciones que copian sin dudar su estilo de vida. La historia se repite generación tras generación, como si el conocimiento se ausentara del “cómo” accesar y llenar ese vacío superlativo que mora en ti. Estos personajes sucumben al suicidio, drogas, alcoholismo, pornografía, prostitución, derroches, excesos hasta llegar irremisiblemente a la muerte temprana.
Por respeto a quien crea y hace descender los talentos, los cuales no son terrenos; por la memoria de estos personajes que los portaron; como también por los familiares que aún están con nosotros en este estadio de la vida, omito todo nombre o referencia a cualquier personaje de la vida real.
Definitivamente este vacío no lo puedes llenar tu solo, la historia de la humanidad tiene como evidencia todos estos hechos nefastos que el hombre ha tratado solamente desde un punto de vista físico, olvidando que dentro del cuerpo vive un ser invisible que está intrínsecamente conectado con el Hacedor de talentos…tu alma; y la nave para conectarte a Él es tu propio bote…tu voluntad.
¿Sabías que el colibrí es una de las aves más pequeñas que existe en todo el planeta? Escasamente mide dos pulgadas y sus patitas son tan débiles que las pocas veces que se para sobre ellas, casi no pueden sostener su diminuto cuerpo. Ante las demás aves es la más frágil e indefensa.
Un día el colibrí habló con su Hacedor y le dijo:
– ¿Cómo voy a sobrevivir frente a estos monstruos con esas alas tan grandes, ¿por qué me hiciste así?
Y el Hacedor le dijo:
– Es necesario enseñar a las criaturas de la tierra, que su fuerza y poder no viene de ellos sino de su Creador.
– ¿Y qué vas a hacer? le preguntó el colibrí.
– Pondré tal velocidad en ti que ni las aves depredadoras podrán tocarte. Entonces tus alas se podrán mover a una velocidad de sesenta movimientos por segundo, podrás volar a quinientas millas sin parar, o podrás quedarte detenido aleteando el tiempo que desees. Las aves de rapiña intentarán atraparte y se frustrarán porque no te podrán alcanzar.
Hoy el colibrí cuando decide contratacar usa su pico, que es como una espada bien afilada, para finalmente hacer huir avergonzando al halcón y al águila frente a toda la naturaleza.
Así lucimos los seres humanos frente al macrocosmos; casi insignificantes, pero cuando pides un intercambio de voluntad, la tuya por la de Él, entonces serás tan fuerte como el colibrí.
Ahora bien, ¿cómo hacerlo en la práctica, cómo llevarlo a cabo en tu diario vivir, en tu casa, en el trabajo, en tus sueños? De esto y más hablaremos en la próxima entrega.
“Porque tú eres la gloria de su potencia, por tu buenavoluntad acrecentarás nuestro poder.”Salmo 89:17 Yehoshua (Jesús) Villarreal
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