Comencemos por las evidencias físicas.
¿Qué evidencias físicas tenemos de Yeshua? Por supuesto, a nadie se le ocurriría pedirnos como evidencia una foto o un video….
¿Qué evidencia física tenemos?
¿El Manto de Turin? Eso no es una evidencia física comprobable.
¿Tenemos algún escrito salido de la pluma directa de Yeshua?
No lo tenemos.
¿Qué otras evidencias podemos presentar?
¿Tenemos testigos oculares que escribieron acerca de él fuera del cuerpo de literatura conocido como Nuevo Testamento?
Por supuesto tenemos los propios discípulos de Yeshua que testifican haberlo conocido, haberlo acompañado durante sus días públicos en la tierra de Israel y además, lo vieron vivo y comieron con él después del evento de la pasión y la resurrección.
Sin embargo, debido a las características de este estudio, no tomaremos como testigos a los propios que nos contaron la historia por el bien del argumento porque de hacerlo, crearíamos un sistema circular que no viene al caso.
Queremos testigos oculares fuera de las páginas del Nuevo Testamento como queremos testigos oculares de la existencia de Avraham y de Moisés fuera de las páginas de la Escritura Hebrea.
Este es el tema que ocupará nuestra atención.
Proposición:
Les propongo entonces venir juntos y analizar las evidencias históricas que tenemos que nos permiten acumular suficiente información creíble para llegar a la conclusión de que efectivamente, Yeshua es un personaje histórico real y no un invento mitológico creado por el hombre.
¿Tenemos algún testigo ocular fuera del Código Real?
Historiador romano Marco Veleyo Patercelus
Hace unos días salió un escrito de un tal historiador llamado Ignazio Perrucci, supuestamente contratado por las autoridades del Vaticano para ordenar, analizar y clasificar miles de documentos antiguos que están guardados en las bóvedas secretas de la ciudad papal.
El supuesto historiador Perrucci afirma que se encontró con muchos documentos sin valor alguno, la mayoría triviales, cuando de pronto descubrió uno que llamó su atención.
Era un documento que supuestamente fue escrito por un historiador romano, Marco Veleyo Patercelus donde describe su viaje de retorno a Roma. Según Petrucci, el documento cuenta que en el año 31 e.c. estaba él mismo en un pueblo llamado Sebaste, que es la actual Nablus, en Judea, cuando vio llegar a un gran líder con un grupo de discípulos y seguidores lo que atrajo mucha gente del lugar.
Al entrar en la ciudad, este líder fue confrontado con una mujer llamada Elisheva que acabada de dar a luz un hijo pero que debido a lo comprometido del parto, el niño se murió y la mujer estaba desconsolada.
Dice que este líder tomó el niño muerto en sus brazos, pronunció una oración en hebreo que fue totalmente incomprensible para él, y para sorpresa y asombro de la multitud reunida, el bebé volvió a la vida casi de inmediato totalmente sano.
Según el profesor Perucci, el historiador romano en este documento donde narra este hecho, afirma que el nombre del líder que hizo el milagro fue un mago místico judío llamado Yeshua MiNatzrat.
El hecho de que este historiador y viajero romano de la época de Yeshua no lo viera ni como mesías ni como profeta, sino como un mago místico, según el profesor Perucchi, da fuerza a la credibilidad del documento.
Cuando me llegó la información no me dio buena espina porque normalmente este tipo de información tiende a ser sensacionalista… así que investigué el asunto y efectivamente, no hay nada de valor histórico en el supuesto hallazgo, todo lo contrario proviene de una página web que no tiene credibilidad académica alguna…
Así que no podemos tomar este documento como evidencia.
Lo menciono porque yo se que estas cosas corren como pólvora de un lado para otro y no quiero que tu fe esté fundamentada en hechos que no tienen valor histórico comprobable.
Recuerda que estamos parados en el principio de la metodología acordada de la ciencia histórica.
Fundamentados en eso, ya hemos explicado que el historiador, a diferencia del químico o del físico, no tiene cómo repetir un evento en su laboratorio para verificar que efectivamente las cosas pasaron como pasaron.
Los hechos históricos pertenecen al pasado y no hay forma de repetirlos.
Estrictamente hablando, es imposible demostrar que un evento antiguo realmente ocurrió.
Lo más que podemos hacer en esta serie, debido a las limitaciones que nos hemos impuesto, por el honor de la verdad académica, es reunir evidencia histórica lo suficientemente coherente y creíble lógicamente para tener una idea aproximada de lo que posiblemente pasó.
Y como nos hemos puesto de acuerdo en esto, no quiero apartarme de la metodología histórica pactada para discutir el tema que tenemos hoy en la mesa.
Entonces, ¿qué evidencias podemos realmente encontrar para deducir de ellas lo que puede ser creíble, no por la teología o por la religión o por la fe, sino por la ciencia histórica en relación con la existencia histórica de Yeshua?
Porque esta misma exigencia que estamos aplicando a Yeshua luego la voy a pedir a nuestros amigos rabinos que se mofan de Yeshua y que no creen en la existencia histórica de Yeshua… y por supuesto, espero que la aplicarán también a Avraham, a Isacc, a Yaakov y a Moisés por ejemplo.
Porque no podemos tener medidas desiguales ni balanzas desiguales.
Lo mismo que me pides de Yeshua, me lo tienes que dar luego de Avraham, de Moisés y de Josué y si ellos son personajes muy lejanos, entonces te lo pediré de Yojanán ben Zakai o del Rabí Akiva, pero fuera de la Mishná y del Talmud por supuesto.
¿Qué evidencias razonables tenemos entonces de Yeshua fuera del Nuevo Testamento, que nos permitan asumir que efectivamente existió y que enseñó lo que enseñó, según las leyes de la ciencia histórica?
Quiero presentar una evidencia arqueológica. Por supuesto, sé que es muy disputable, pero mientras no haya evidencia en contra que sea científicamente válida, ésta tiene un gran valor.
Osario de Yaakov hermano de Yeshua
Me refiero a un osario de piedra de la época de Yeshua que habla de “Yaakov, el hermano de Yeshua”
Voy a explicar un poco esto del osario por tres razones.
Porque no todos están familiarizados con el tema
Porque destruye el mito de que la piedra que hicieron rodar sobre la tumba de Yeshua es una señal de haber enterrado a un malvado y no a un Tzadik, como un videíto sacado por Youtube parece estar afirmando.
Porque demuestra que Yeshua tuvo hermanos de padre y madre, no primos lejanos, como le han hecho creer al mundo la Iglesia mayor.
En el mundo judío del primer siglo, las tumbas por lo general, se cavaban en las rocas. Incluso en algunos lugares del mundo, tal práctica continúa.
Halájicamente hablando, esto es considerado sepultura en el suelo.
Se envolvía el cuerpo en una sábana, se amortajaba y se le ungía con perfumes y aceites aromáticos para proteger el lugar de mal olor.
Según documentación ofrecida por La Academia de Ciencias y Humanidades de Israel, el Instituto de la Autoridad de Antigüedades de Jerusalén, máximo organismo arqueológico de Jerusalén, publicó un artículo en 1994, donde presenta un catálogo de osarios judíos en posesión del Estado de Israel.
Según esta fuente, en los casos que contaban con mayores recursos, se hacía rodar una piedra a la entrada de la cueva para evitar el saqueo de las tumbas y el humillante escenario de perros y lobos comiéndose cadáveres humanos tirados en fosas comunes por los inescrupulosos soldados romanos.
Así que la verdadera razón por las que en el primer siglo se hacía rodar una piedra a la entrada de la tumba era para evitar el saqueo y la humillación humana, no para indicar que allí había sido enterrado un rashá (un malvado).
Estas tumbas, según el mismo documento, estaba compuesta de dos cámaras.
Los familiares del difunto esperaban un año a que el cuerpo, envuelto en un sudario blanco, se descompusiera.
Una vez descompuesto, se exhumaban y eran recogidos por los familiares y depositados en una caja pequeña de piedra caliza, el osario.
Esa caja se traía y se depositaba lo más cerca posible de Jerusalén y luego se leía el testamento y se repartía la herencia, si procedía.
De paso, esto es lo que explica la palabra de Yeshua a aquel hombre que le dijo: “Te seguiré pero primero deja que vaya y entierre a mi padre…”
La respuesta de Yeshua: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”, pareciera desproporcionado… en realidad era parte de la costumbre de la época que después del año, se hacía una ceremonia y se colocaban los restos en una tumba familiar, a eso era que Yeshua estaba haciendo referencia.
En todo caso, se encontró un osario que decía en su inscripción exterior: “Yaakov el hermano de Yeshua”.
El hallazgo fue publicado por Biblical Arqueology Review (BAR) y es posiblemente, el descubrimiento más importante de la arqueología luego de los rollos del Mar Muerto.
Las pruebas de laboratorio realizada por un organismo independiente, (Geological Survey de Israel) confirmó que la piedra caliza provenía del área de Jerusalén y su escritura es de la época y fue fechado alrededor del año 63 e.c.
Es cierto que el nombre Yaakov y Yeshua fueron muy populares en aquellos días, pero el hecho de que se mencionen juntos y relacionados familiarmente, no da la posibilidad de una coincidencia, sobre todo cuando está confirmado por una fuente externa, en este caso, el propio Nuevo Testamento que habla de Yaakov el hermano de Yeshua.
Podemos decir entonces que tenemos una evidencia probable y creíble que se trata de Yaakov el hermano de Yeshua quien vino a ser el presidente del Bet Din Netzarita posteriormente y que fue asesinado por una turba enfurecida para ese año.
Voy a decir algo sobre Yaakov, el hermano de Yeshua.
La historiografía fecha este evento en el año 63.
Josefo, el historiador judío de segunda mitad del primer siglo en su obra, Antiguedades 20:9:1 nos dice que fue asesinado por el sumo sacerdote Anas ben Anas (Ananías) y luego afirma:
“Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor, Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrin juzgase a Yaakov el hermano de Yeshua, quien era llamado el Mesías, y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados”.
Observa la fuerza de esta evidencia. Un judío, del primer siglo, no seguidor de Yeshua, según sepamos, menciona a Yeshua por nombre, menciona el nombre de su hermano Yaakov y menciona al sumo sacerdote responsable de la muerte de Yaakov, Ananías.
Hegesipo, historiador del siglo II nos confirma la historia de Josefo, y luego es confirmado también por Eusebio en Historia Eclesiastica 2:23 donde se afirma que Yaakov el Justo fue lanzado desde lo más alto del Templo de Jerusalén al suelo por orden del sumo sacerdote de aquellos días. Esto fue lo que pasó según esta fuente:
Ya’akov era llamado HaTzadik (El Justo).
La gente estaba segura de que nunca había cometido un pecado grave. Jamás comía carne, ni tomaba licores. Pasaba tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al fin se le hicieron callos en las rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios y pidiendo perdón al Señor por los pecados del pueblo.
La gente lo llamaba: El que intercede por el pueblo.
Muchísimos judíos creyeron en Yeshua, movidos por las palabras y el buen ejemplo de Yaakov.
Por eso el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de los judíos, un día de gran fiesta y de mucha concurrencia le dijeron: "Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Yeshua no es el
Mesías o Redentor".
Y Yaakov se presentó ante el gentío y les dijo: "Yeshua es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios".
Al oír esto, los jefes de los sacerdotes se llenaron de ira y decían: "Si este hombre sigue hablando, todos los judíos se van a hacer seguidores de Yeshua".
Entonces lo llevaron al pináculo del Templo y desde allá lo arrojaron al precipicio.
Yaakov no murió de golpe, pero si unos segundos después, y alguien lo escuchó decir mientras moría: "Padre Dios, te ruego que los perdones porque no saben lo que hacen".
Bueno, volvamos al osario encontrado que decía “Yaakov el hermano de Yeshua”.
Cuando el propietario del Osario fue a presentarlo en una feria en Israel, fue llamado por la policía.
El Instituto de Antigüedades de Israel confiscó el osario y el propietario fue detenido por la policía y acusado de una fabricación.
O sea, que estábamos en presencia de una falsificación.
Se hizo un juicio y después de varios años, el juez que presidía el caso decidió que el propietario era inocente, que no triunfaba la evidencia de la falsificación y que lo más probable es que fuera cierta.
Lamentablemente las pruebas realizadas por la policía no experta en temas arqueológicos, dañó la inscripción al punto que ahora es difícil hacerle nuevos estudios.
En todo caso, el tribunal israelí responsable del hecho, ordenó devolverlo a su dueño y ahora se usa para exhibición en diferentes lugares.
Esto es realmente una evidencia física, arqueológica externa y posiblemente creíble, si podemos aceptarlo así, de la existencia de Yeshua en el primer siglo.
El hecho de que Jerusalén fue destruida hasta los cimientos tanto en el año 70 por Tito como luego sus ruinas en el 132 por las fuerzas de Adriano, elimina las posibilidades de encontrar otras evidencias arqueológicas que están enterradas a 20 metros de profundidad….
El que tengamos este descubrimiento es extraordinariamente importante, 2000 años después, es realmente notorio.
Por supuesto no faltarán los “científicos puntillosos” que nunca han visto nada objetivo de Platón ni de Sócrates y sin embargo creen en ellos, que rechazarán “por el momento” esta evidencia, pero está ahí, es objetiva, es coherente con el testimonio de Josefo y con la información dada por el N.T.
¿Qué otras evidencias tenemos?
Tenemos fuentes que provienen de escritores fuera del NT que mencionan a Yeshua.
A la hora de hablar de estas fuentes, tenemos que pensar en términos de la realidad del mundo antiguo y no en términos de nuestro propio mundo, el siglo 21 por ejemplo.
El mundo antiguo era iletrado. La mayoría de la gente no sabía leer ni escribir.
Una persona que supiera escribir su nombre, se consideraba una persona culta… solamente por escribir su nombre…
Los historiadores están de acuerdo que aproximadamente el 90 por ciento de la gente del mundo antiguo, no sabía ni leer ni escribir.
Por otro lado, como no sabían leer ni escribir, la gente común y corriente prefería mantener la información en la mente y hacer los acuerdos de palabra, porque eso lo podían recordar… pero si lo escribían y no sabían lo que significaba la escritura, entonces no se sentían seguros… todo lo contrario a nuestros días… no hacemos negocios a menos que las cosas se escriban… los antiguos no hacían negocios a menos que las cosas no fueran dichas…
La palabra era la escritura y lo seguro para ellos, no lo escrito, porque no sabían leer ni escribir.
Cuando Pablo escribía sus cartas, el más aventajado las leía a la comunidad y los demás escuchaban… esa era la norma…
Es por eso que Pablo dice: “La fe viene por el oír la Palabra…”, no por leer la Palabra, porque la gente en su gran mayoría no sabía leer.
Felices los que podían leer y escribir y hablar dos o tres lenguas… eran superdotados… solo el 10-‐13 % de la población podía hacerlo y apenas un 5-‐8 % dominarlo en su totalidad.
Cuando llegaba una carta apostólica, se leía en voz alta para toda la comunidad y se guardaba como un tesoro… luego cuando alguien quería que el mensaje de la carta fuera pasado a otros, se enviaban emisarios a contarlo de memoria… en otros casos, se hacían copias de la carta original y se pasaban copias de comunidad en comunidad…
Este es el contexto de lo que Pablo escribió a los Colosenses cuando afirma: “Hagan que esta carta sea leída también a los que están en Laodicea y la que escribí a los de Laodicea que sea leída también para vosotros”.
Esto quiere decir que no tenemos que asombrarnos que no tengamos muchas evidencias externas por la vía de la Escritura sobre algunos personajes históricos importantes porque no era la costumbre tal cosa.
Este es el caso por ejemplo, de Pilatos… si fuéramos a juzgar la existencia histórica de Pilatos más allá de las páginas del NT, tendríamos que decir que es muy difícil aceptar históricamente, su existencia.
Lo mismo sucede con Fabio Josefo, el historiador judío de fines del siglo primero.
Hay una obra que les recomiendo a todos los que gustan profundizar en estos temas, me refiero “Cambridge Companion to the Talmudic and Rabbinic Literature,” justo en la Introducción leemos lo siguiente:
"Uno de los pocos rasgos del Talmud y otros escritos rabínicos que parecen ser útiles para fechar los textos es la costumbre rabínica de afirmar las leyes y otras enseñanzas en los nombres de sabios y maestros específicos. Durante el primer siglo de estudios talmúdicos modernos, muchos asumieron que la seguridad de las fechas en la que un maestro específico floreció permitiría a los historiadores ubicar la fecha, de la composición de sus enseñanzas. Pero es precisamente el carácter "nonauthored" de la literatura rabínica que nos impide asumir con algún grado de certeza histórica que Rabí Akiva o cualquier otra figura rabínica citados en las discusiones talmúdicas "realmente", dijo lo que se le atribuye. De hecho, para la mayoría de los sabios rabínicos, no tenemos referencias históricas o biográficas externas, ni tenemos extensas biografías internas. En el mejor de los casos, sabemos tanto sobre estos importantes autoridades rabínicas como Hillel, Rabán Gamaliel, el rabino Akiva, o Rav como sabemos sobre el Jesús histórico. A menudo menos aun ".
Observa esta declaración académica: "En el mejor de los casos, sabemos tanto sobre estos importantes autoridades rabínicas como Hillel, Rabán Gamaliel, el rabino Akiva, o Rav como sabemos sobre el Jesús histórico. A menudo menos aun ".
En otras palabras, lo (poco) que se sabe acerca de Yeshua, aún se sabe menos acerca de Hillel y resto de los sabios judíos de aquella época.
Es decir, como sucede con Yeshua, sucede con otros rabinos de aquella época como es el caso de Yojanán ben Zakai, del año 70-‐90 e.c. o del Rabino Akiva, del 90-‐132 e.c., que ya mencioné de los cuales solamente sabemos por la Mishná y el Talmud pero no por otros escritos fuera de la Mishná y el Talmud, por lo menos, no hasta la fecha y según mi conocimiento de estos hechos.
Encontrar entonces documentos antiguos que nos hablen de Yeshua son pocos y ya sabemos por qué, sin embargo, los tenemos y estos están consignados en un libro que he escrito justamente dónde tratamos este tema a mayor profundidad: ¿Existió realmente Jesús?: ¿Está comprobada la existencia histórica de Yeshua?
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