La piedra que clamó ser testigo del Eterno nos revela lecciones profundas sobre honor, unidad y la eternidad del mensaje divino.
“¿Acaso la sabiduría no llamará, y la comprensión da su voz? En la cabecera de las alturas, junto al camino, en el lugar de los senderos, está parada.” Proverbios (Mishlé) 8:1-2
Como campana ancestral, la voz vertical de la sabiduría asciende y se hace escuchar en medio de toda la creación, mientras que el sonido de los hierros que se aguza vibra y descansa en la alcoba de los tiempos de la comprensión, aquella que está sentada en la cúspide de la gran piedra filosofal, y así comprender lo incomprendido que le susurra al oído la dama de la excelsa sabiduría. Por tanto, el llamado que recibe la comprensión se embriaga del entendimiento que derraman las aguas sapienciales, que reposan en los manantiales y cascadas, que se empapan del magno eviterno y transparente conocimiento, que solo se gesta en la placenta eterna del Eterno.
La Comprensión meditabunda acaricia suave y lentamente su cognitivo rostro iconográfico, mientras que su mente, abre sus alas y levanta el vuelo por el “lugar de los senderos”, encuentros fortuitos que acontecen al diario vivir y devenir de las citas consensuadas por el azar de los reencuentros celestiales y terrenos; es decir, de aquí y de allá, y de todas partes.
Curiosa e inquieta, la Comprensión, entiende la necesidad de encontrarse con la dama de los tiempos contados y narrados por la exquisita voz campante de la Sabiduría.
- ¿Qué querrá de mí? Se pregunta impaciente la incomprendida Comprensión.
Mientras tanto, desde su vuelo mental con alas ancestrales, miraba de ojo y reojo el verduzco bosque gestado de flores de todos los colores musicales, diapasón para afinar la razón.
Pero, de repente, una translucente luz iluminó todo el ambiente, y a la Comprensión, de repente, la cubrió.
- ¿Quién eres? Preguntó desconcertada la Comprensión, la que tiene la facultad de entender las razones orales y escritas, y con su destreza lingüística decodificar y dilucidar la comprensión del sonido, o lo que es lo mismo, la voz vibrante, para su posterior interpretación. Su filosofía y psicología va más allá del simple análisis literario y científico, si no que trasciende muchas dimensiones conocidas, y aun las desconocidas.
Y contesta la visitante voz consonante:
- ¡Soy Yo, la Sabiduría!
Esta continuó hablando con su delicada, pero penetrante y trascendente voz, clara como el choque de dos copas de cristal cuando se celebra la vida... ¡Le Jai! (¡Por la vida!)
- ¿Para qué me buscáis reluciente dama?
Y esta sin prisa, pero segura, le contestó:
- Estamos en estos tiempos sombríos, donde la verdad está secuestrada y violada por la mentira engordada, donde los príncipes dejaron de ir adelante porque ahora están al final, donde no se pueden escuchar. Donde la moral se atavía con traje de ramera nocturna, porque ha perdido su luz. Donde la palabra no es más que verbo vacío, huérfano de nadie, sin encontrar a alguien. Sujetos perdidos sin palabra, ni proposiciones, ni predicados, porque en el camino perdieron los puntos y comas de la oración. Y esta se degeneró en la oración del perdido... haciendo a un lado la oración pluscuamperfecta, encadenada por el verbo del olvido.
Los tiempos proféticos se están cumpliendo, por ello es necesario que Yo, la Sabiduría, y Tú, la Comprensión, a partir de hoy, seamos UNA: Sabiduría-Comprensión junto con el Padre: como Él, es UNO con Yeshúa y Yeshúa con Él. Legado de sabiduría que nos sembró nuestro Santo Ribi, su Majestad Electo Yehoshúa HaMashiaj cuando confesó al Padre Eterno.
“... para que todos sean una unidad, como tú, Padre mío en mí y yo en ti; que también ellos sean una UNIDAD perfecta con nosotros, para que esta edad presente pueda comprender que tú me enviaste y los amaste a ellos, tanto como a mí.” Juan (Yohanan) 17:21
Los vacíos son la ausencia de valores previamente establecidos antes de la creación, donde el caminar subsiste previo al caminante, antes que la misma existencia formara parte del protagonismo del factor humano en este globo flotante, acompañado de los otros reinos que también conforman parte de la ruptura que generó la corrupción que se ha desatado y no respeta principios, ni estatuto alguno. Los hombres se han olvidado de Di-s, y lo más grave, es que la gente misma en su letargo no lo sabe; no sabe ni siquiera que en estos momentos se encuentran de espaldas al Eterno, negando Su existencia y a su Mashiaj. No solo me refiero al común denominador de las personas, sino también a aquellas que nunca contemplaron la existencia de un dios...
- ¡Por favor Comprensión, escúchame! Las iglesias, las sinagogas, las yeshivot, los centros de estudios espirituales están vacíos, no solo en su espacio físico, sino en su neshama (alma) que está totalmente famélica, por falta de alimento espiritual.
- ¡Ummm! Musitó la Comprensión, como si todo su pasado se hubiera convertido en un boomerang tardío que regresa a su vida y golpea la puerta de su mente para retornar al pasado que es hoy, al futuro que ya pasó, y de esta manera vivir un presente continuo que persevera, porque presente está siempre.
Rápidamente, la Comprensión gira su rostro y mira detenidamente a los ojos a la hermosa Sabiduría y pregunta:
- ¿Qué es todo esto? ¿Qué está pasando con los seres humanos que duermen con los ojos abiertos, y aun así no pueden ver?
- Es muy sencillo... ¡Perdieron la fe! - contesto la Sabiduría -.
- ¿Y qué debemos hacer? Preguntó la Comprensión.
- Ayudarlos a recobrar su fe. Porque sin fe, su mundo se quebrantaría y perdería la razón y el destino a cumplir. Está escrito, leyó la Sabiduría:
“Pero sin fe obediente es imposible agradar; porque es necesario que el que se acerca a Di-s, crea que existe y que es premiador de los que le buscan.” Código Real (Asofer Hamaljutí) 11:6
Así continuo la Sabiduría:
- Si los humanos supieran la importancia y la razón de su paso por la tierra, jamás perderían su fe. Porque es la fe el recurso más extraordinario y poderoso que ser humano pueda experimentar. La fe no es ciega, ella nos permite doble visión; la de la tierra y la del Olam Haba. Los hombres son parte del gran manto o Talit Gadol que cubre toda la magna creación, sin dejar fuera los universos, las galaxias, constelaciones, pléyades y aun todos los mundos desconocidos por nosotros, y todo lo concerniente a los cielos. Cada hilo de ese gran manto representa a un habitante de la tierra.
“Te harás flecos en las cuatro puntas de tu manto con que te cubres.” Deuteronomio (Devarim) 22:12
La rueca de hilar o el huso representa el principio y el fin de toda la creación. Cada hilo tiene nombre y apellido; y uno de ellos eres tú... ¡Sí, tú que estás leyendo este escrito!... y la Comprensión estará contigo.
Yo, la Sabiduría estaba allí con el Eterno, Él escogía con mucho cuidado cada hilo, y la hilandera era yo. Así fuimos tejiendo el gran manto que cubre a toda la creación, por ello, toda ella te reconoce por tu nombre y apellido y confabula a tu favor, aunque no lo sepas, porque eres parte del gran Talit Gadol que protege a toda la creación...
“Porque la creación anhela fervientemente la manifestación de los hijos de Di-s ...; porque también la creación misma será liberada de la esclavitud, de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Di-s.” Código Real (Asofer Hamaljutí) Romanos 8:19-21
“¿Acaso la sabiduría no llamará, y la comprensión da su voz? En la cabecera de las alturas, junto al camino, en el lugar de los senderos, está parada.” Proverbios (Mishlé) 8:1-2
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