“De los burladores, Él se burlará, y a los humildes otorgará gracia.” Proverbio (Mishlé) 3:34
Entonces la burla seguía mofándose en el silencio de su inconsciencia, pero su consciencia burlesca desprovista de todo sentido común, aún no encontraba satisfacer los malsanos y bajos instintos de su soberbia y egolatría cargada de envidia burlesca, que atraviesa las puertas del tiempo. La burla con su oscura mueca de endurecida piedra volcánica, disfrutaba los desmanes de su portavoz: “el burlón de los tiempos”.
Los burladores se visten con el telar que tejen las hilanderas con sus enrollados ovillos de ego inagotable.
El lugar favorito de la burla es acampar en la mente, sobre todo, en aquellos que están desprovistos de la fórmula o la sustancia esencial de la vida: ¡amarse a sí mismo primero, y luego amar al prójimo! Porque si no te amas, entonces no tendrás la capacidad de portar el ADN del amor que desciende de lo Alto, del amor compartido con Aquél que lo crea todo. Él es el secreto de la vida eterna... A esta fórmula se le conoce con el nombre de humildad.
Y ¿Qué es la humildad? Su significado y su origen etimológico deviene del latín: "humilitas", que a su vez proviene de la raíz humus que significa “tierra”; lugar donde fuimos sembrados por el Eterno. Podríamos decir que una de las características de la humildad es aquella que comprende la igualdad y dignidad de todos los sujetos, sabe valorar el trabajo y el esfuerzo; conoce sus propias virtudes y limitaciones; es afable; su actuación es modesta, sencilla y mesurable; siente un respeto genuino por los demás. Desde el punto de vista espiritual, la humildad es una actitud virtuosa que se debe observar ante Di-s, que reconoce de una manera simple, pero contundente, que Él le da gracia a toda su existencia.
La humildad es una virtud humana característica de alguien que ha desarrollado consciencia de sus propias limitaciones o debilidades, y obra en consecuencia. Es un valor que fomenta la empatía y la consideración hacía los demás, generando relaciones más saludables y constructivas. La humildad es lo opuesto a la soberbia, y es una cualidad que define a aquella persona que reconoce la dignidad e igualdad de todos los seres humanos. La persona humilde está abierta a aprender de los demás para crecer y mejorar.
Existe la falsa creencia que una persona humilde es una persona pobre; nada mas lejos de la realidad, como tampoco tiene por que ser una persona tonta e iletrada. Una persona puede ser multimillonaria y a su vez, ser humilde. El adjetivo calificativo que se le adjudica a una persona de bajos recursos es que es humilde, más eso no es así porque la humildad es la actitud, la decisión que ha tomado frente a la vida.
La humildad es la bella dama vestida de blanco perla que camina sigilosa con la elegancia de la garza; ungida por el rocío de la mañana, bajo los cálidos colores que anuncian el canto del sol naciente.
Como caminante de los tiempos sin contar, sus senderos están abigarrados de entes que suelen hurgar las mentes de aquellos que son invidentes de la razón... mientras el viento soplaba con suave brisa y movía a discreción sus plumas de sabiduría.
La bella humildad con sus alas desplegadas pacientemente y con la elegancia de siempre, camina por los acuciosos senderos donde se juntan los egos con la envidia; la mentira con la complicidad; la burla con la maldad; el miedo con la debilidad; el chantaje con la deslealtad; la inmoralidad con la depravación; la idolatría con la ignorancia; la injusticia con la trampa; la ira con la soberbia...
“...sabiendo primero esto: que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias y diciendo ¿Dónde está la promesa de su revelación? 2da Pedro 3:3-4
¡Los burladores no entraran al Reino de los Cielos!
Sin embargo, la humildad con su paso ascendente, lento, pero con prisa, pasa en medio de todos estos defectos obesos de iniquidades que se levantan y luchan con triquiñuela para atraer para sí, y contaminar y hacer parte de ellos a la exquisita y bondadosa humildad. No obstante, ella siempre está asentada en la Palabra que no se va y permanece para siempre.
“En tu esplendor tendrás éxito montando en pro de la palabra de verdad y justa humildad, y esta te enseñará a hacer hazañas sorprendentes con tu diestra.” Salmo (Tehilim) 45:5
“Eloah resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.” 1ª. Pedro 5:5
Cuando escudriñas y pones en acción la palabra milenaria del Eterno, todo, absolutamente todo, sufre una poderosa transformación para bien... ¡es inevitable! Ya que estás accediendo al estándar más elevado de acción humana, donde sólo, y a través de ella, podrás alcanzar a lo que tú llamas “imposible”; por consiguiente, todo se somete a dimensiones inescrutables donde lo “imposible” comienza a formar parte de la cotidianeidad de un mundo nuevo, diseñado exclusivamente para ti...y dice así:
“Entonces te deleitaras en el Eterno. Yo te haré cabalgar sobre las cimas de la tierra y te alimentaré de la heredad de tu padre Yaacob, pues la boca del Eterno ha hablado.” Isaías (Yeshayahu) 58:14
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