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Foto del escritorRab Dan ben Avraham

Parasha 5 Jaie Saráh

Comienza la parashá de esta semana relatando la muerte de Sará quien tenía ciento veintisiete años de edad. Sará murió en Kiryat Arba, Hebrón y en ese lugar Abraham compró un campo y la cueva de Majpelá para sepultarla allí. Abraham guardó duelo por su esposa. Abraham ansiaba casar a Itzjak, su hijo, y para ello encargó a su sirviente Eliézer encontrar la mujer apropiada para Itzjak. Abraham hizo prometer a Eliézer que no eligiera esposa entre las hijas de los cananitas. Tenía que ir a la tierra natal de Abraham y encontrar allí a la compañera para Itzjak.


Bereshit 23:1‐25:18 Eliézer se aprestó para llevar a cabo la orden de su amo y así preparó diez camellos cargándolos con muchos regalos que Abraham le dio, y comenzó su viaje hacia Aram Naharaim, la tierra de nacimiento de Abraham. Llegó por la noche y junto a un pozo fuera de la ciudad, rogó a Hashem para que pudiera encontrar la persona adecuada para Itzjak. Así en su oración al Eterno, dijo que pediría agua a una joven que estuviera junto al pozo, y sería aquella que le respondiera que daría agua a él y sus camellos. Esa sería la mujer elegida por el Todopoderoso. Pero antes de finalizar Eliézer con su plegaria al Eterno, llegó al pozo Ribká a llenar su cántaro y Eliézer corrió hacia ella para pedirle agua. Ribká le dio de beber y prontamente sacó agua para dar a los camellos. Eliézer entendió que ella era la mujer designada por Hashem y le dio regalos. Eliézer se inclinó y se prosternó ante el Eterno, bendiciéndolo por Su bondad hacia Abraham. Ribká era nieta de Najor, hermano de Abraham. Luego Ribká llevó a Eliézer hacia su casa y él contó todo lo acontecido hasta ese momento. Un hermano de Ribká, Labán salió al encuentro del visitante. Toda la familia estuvo de acuerdo con su unión con Itzjak y así es que permitieron que Ribká viajara a la tierra de Canaán para su casamiento. Ribká conoció a Itzjak y éste la desposó. Abraham tomó como esposa a Keturá y tuvo con ella otros seis hijos. Dio regalos a todos sus hijos, pero dejó toda su herencia a su querido hijo Itzjak. Abraham murió a la edad de ciento setenta y cinco años y fue enterrado por sus hijos Itzjak e Ishmael en la cueva de Majpelá junto a Sará. O.T. Lo más destacable en esta Parashah es la muerte de Saráh, esposa de Avraham avinu (nuestro padre Avraham) y la continuidad de su legado en la esposa de Isacc. Comentamos los siguientes pasukim (versículos) 23:1: “Y fueron las vidas de Saráh cien años y veinte años y siete años. [Estos fueron] los años de vidas de Saráh”. Como vemos, los años de “vidas” de Saráh fueron divididos en tres períodos: cien años, veinte años y siete años. Total 127 años de vida. Es interesante notar lo siguiente: Primero: La división de los períodos de vida: Cien‐Veinte‐Siete. Observa que después de cada período se añade “Shaná”, “Año”. Pregunta: ¿Por qué esta división? Responde el Midrash: mostrar que a la edad de cien años, Saráh era tan hermosa y fuerte como a la edad de veinte años. Pregunta: ¿Y por qué entonces los siete? Responde el Midrash: Para indicar que a la edad de cien años, cuando tenía la belleza y fuerza de los veinte, era tan pura como a la edad de siete.

Para entender este comentario de Bereshit Rabá sobre Génesis 23, debemos tener en cuenta que había sido la opinión de los rabinos de la época que hasta la edad de 20 años la Corte Celestial no hacía responsable de sus hechos al ser humano, es decir, se le consideraba inocente y no se le imputaba pecado. Por lo tanto, al informarnos que Saráh tenía “cien años y veinte años” se estaría indicando que hasta la edad de cien años Saráh se había mantenido pura y justa en los caminos de la Torah como una joven de veinte años no era considerada una pecadora. Segundo: Las Vidas de Saráh. El texto hebreo dice: “Fueron las vidas de Saráh” ¿Por qué el plural? Cuando la Toráh quiere resaltar la importancia de algo, normalmente usa el plural. El uso del plural en este caso, tiene valor ético no numérico. En este sentido, cada año se cuenta como una vida. Fue dicho: “Enséñanos a contar nuestros días de tal modo que traigamos al corazón sabiduría”. Cada año que cumplimos es como una vida vivida. Se espera que el Eterno nos de “muchas vidas”, es decir, “muchos años” para vivir para ellos. Cuando morimos ya no podemos hacer nada más por el Eterno, excepto el servicio que hayamos cumplido. Fue dicho: “Porque sus obras con ellos siguen”, es decir, que, las buenas obras realizadas por usted aquí, mientras usted vivía, continuarán su efecto positivo en muchas personas y esto se le irá acumulando a usted para el mundo futuro, cuando serás premiado por lo que hiciste y por los resultados de tu obra en la vida de otros. De la misma manera, si tú haces algo que provoca que otros se desvíen y se aparten del camino de la Toráh, luego de tu muerte, esa mala obra seguirá dañando a otras personas y esos daños acumulados serán tu responsabilidad al final de la historia humana. Esto es lo que significa “sus obras con ellos siguen”. Por lo tanto es importante ocuparnos de buenas obras; no para nuestra salvación, sino por causa de ella, para que tengamos amplia recompensa en el mundo por venir. ¡Cuán importante es tener en cuenta esto en medio de la generación que nos ha tocado vivir! Esta es la sociedad del “Yo”. “Yo primero”, “Yo segundo”, “Yo tercero”. Siempre pensamos en nosotros primero. Sin embargo debemos recordar las palabras de nuestro Santo Maestro: que es más grande servir que ser servido. Es más grande amar que ser amado. Cuando usted es amado otros lo evalúan a usted mismo. Pero cuando usted “ama” usted se está evaluando a usted mismo. “Ser amado” equivale muchas veces a ser considerado como un “objeto de cierto valor”, pero “amar” implica una gran fuerza de su espíritu. Enseña el Maestro: “Mas bendición hay en dar que en recibir”.

Cada año tenemos la oportunidad de vivir para HaShem; cada año tenemos la ocasión de expresar nuestro amor y nuestro trabajo, lo cual es “mejor” que simplemente esperar pasivamente a ser amado y servido. Dice el Rebe” “El que quiera ser el mayor entre ustedes, sea el servidor de todos”. Por lo tanto, es más grande el que sirve que el que es servido. Recuerda eso: “Las vidas de Saráh fueron 127 años”. Cada año una vida, cada año una oportunidad para amar y servir a nuestro Eloha y a nuestro prójimo. Debido a la importancia de Saráh, quisiera destacar aquí que una de las funciones más hermosas de una mujer yehudí asó como una conversa sincera, es ser como Saráh. Saráh fue una mujer sabia, amable, respetuosa de su marido. El taná Kefa nos da una breve pero profunda biografía de Saráh. Se destacan siete características principales que son:


  1. “Sujeta a su marido”.

  2. Conducta “casta” (pura) y respetuosa.

  3. Vestido externo sin “aspavientos”, sin buscar “llamar la atención del sexo opuesto”.

  4. Un espíritu afable (sociable‐acogedor‐cordial).

  5. Un espíritu apacible, es decir, “sosegado”, “tranquilo”, que no busca “alterar” ni “empeorar” las cosas.

  6. Obedecía a Avraham llamándolo “señor”. (Gén. 18:12 ‐ Adoní) 7. Sin temor de amenazas.

¿Y cómo pueden estas virtudes ser reproducidas en la vida de una hija de Saráh? Guardando la Torah. La Torah no es solamente para los hombres de Israel, es también para las hijas. Por supuesto, hay cosas de la Torah que solamente aplican a los Sacerdotes. Otras aplican a los levitas. Otras aplican solamente para los reyes. Otras para los profetas. Otras para los hombres y otras para las mujeres. Por lo tanto, ni las mujeres deben procurar tomar lo que ha sido diseñado para los hombres ni los hombres lo que ha sido prescrito para las mujeres. ¿Cómo podemos saber qué mandamientos son para las mujeres también como lo son para los hombres? Respuesta: Por regla general, se responde diciendo: En la Torah tenemos 613 mandamientos. De esos, 365 son conocidos como “Negativos”, es decir: “No harás”. El resto, 248, son mandamientos positivos: “Esto harás”. Ha sido decretado que las hijas de Saráh no tienen obligación de guardar los positivos, que requieren una hora y lugar para cumplirlos. Ejemplos: Primero: El mandamiento del uso del tzitzit. Este es un mandamiento positivo. Por lo tanto, la mujer judía no tiene que usar Tzitzit. Segundo: El mandamiento del uso del tefilin. La mujer judía no está obligada a guardar este mandamiento. Tercero: El mandamiento de circuncidar a nuestros hijos a los 8 días de nacido. Esto no aplica a las mujeres, a ellas no se les requiere la circuncisión. Cuarto: Los horarios específicos para los tres períodos de oración diarios. Pero hay otros que sí se requieren. La Torah por ejemplo demanda de cada hijo de Israel “no creer en otro dios que el Eloha de Avraham, Yitzjak y Yaakov”. Esto aplica también a la mujer. La prohibición contra la adivinación, aplica también a la mujer. Está prohibido profetizar en nombre de un ídolo”, esto aplica también a la mujer. Y así sucesivamente. Y cuando una hija de Israel hace lo que es su deber y no toma sobre sus hombros responsabilidades que no le son exigidas, entonces viene a ser como Saráh. Deseamos que las mujeres de nuestras comunidades tengan estas siete características de nuestra madre, a saber: “Sujetas a su marido. Conducta “casta” (pura) y respetuosa. Vestido externo sin “aspavientos”, sin buscar “llamar la atención del sexo opuesto”. Un espíritu afable (sociable‐acogedor‐cordial). Un espíritu apacible, es decir, “sosegado”, “tranquilo”, que no busca “alterar” ni “empeorar” las cosas. Obedecía a Avraham llamándolo “señor”. (Gén. 18:12 ‐ Adoní) Sin temor de amenazas. 2. ­ Importancia de la Identidad.­ Vrs. 4­19. Avraham buscó sepulcro para Saráh. A pesar de que los hijos de Het, con la mejor intención del mundo le ofrecieron los suyos, Avraham procuró comprar un pedazo de aquella tierra para enterrar a su mujer. Las escritras nos muestran tres transacciones comerciales sobre eretz Yisrael: Primero: La Cueva de Macpelá comprada por Avraham Avinu. 400 shekels. Segundo: Un campo cercano a Siquem por Yaakov Avinu, por 100 monedas. Tercero: El monte del Templo, por David HaMélej, por 600 siclos de oro. Consecuentemente, la única nación que tiene aun los documentos de propiedad de la tierra de Israel, son los descendientes de Avraham, Yaakov y David. El Tanak es el libro que registra dicha propiedad. ¿Qué otro pueblo puede presentar sus evidencias? Es interesante notar cómo la Escritura dedica todo un capítulo para hablar de la muerte de Saráh y de la manera cómo Avraham procuró su sepultura a precio de dinero: cuatrocientos siclos de plata. Ahora esto era una buena cantidad de dinero para un pedazo tan pequeño de tierra. Todos los que hemos visitado Hebrón, donde está esta propiedad personal de Avraham saben que no es muy grande. Cuatrocientos siclos de plata en aquella época tendrían un valor actual cercano a los $ 50,000.00 USD. Esto muestra cuán importante para Avraham era su esposa y cuán importante era que su esposa no fuese enterrada entre impíos. Se ha dicho que la manera cómo una sociedad trata a sus muertos revela el valor de la dignidad humana que tiene. Apliquemos esto aquí y veamos cuán estimada era a los ojos de Avraham su esposa. Piense en esto: HaShem le había dado a Avraham esta tierra. Sin embargo, Avraham compró un pedazo de ella. Esto es el significado del texto que dice: “El justo vivirá por la fe”. Es decir, aun cuando Avraham tenía la total confianza en las palabras dichas por HaShem, eso no lo excluía de su responsabilidad de hacer la parte que a él le correspondía. Por otro lado, Avraham quería que aquello fuera un acto de identidad hebrea. El hecho de enterrar a su muerta en tierra prometida y adquirida, reflejaba cuán importante era para Avraham poder decir: “Mi esposa fue enterrada en la tierra prometida por mi Eloha a mi descendencia”. Es importante que cada padre invierta su dinero, sus recursos, su influencia en hacer cosas que marquen la identidad de su descendencia, que influya de tal manera en la vida de sus hijos que luego que nosotros faltemos, ellos vivan por las marcas que le habremos dejado. Con este acto tan único, Avraham nos marcó a todos sus hijos. Nos mostró el valor de la vida humana que se refleja hasta en la manera cómo enterramos a nuestros muertos. Nos mostró a no escatimar recursos para hacer las cosas según Eloha nos ha dicho. Nos mostró el valor de la identidad para nuestra posteridad. Piensa en esto: Cuando usted falte, Cuando usted falte, ¿qué recordarán sus hijos de usted?, ¿qué marcas habrá dejado en sus vidas?, ¿qué buenas obras continuarán haciendo bien en tu descendencia?

3. ESPOSA PARA YITZJAK.‐ 24:1‐4 Primero: HaShem había bendecido en todo a Avraham. (Vrs. 1,2) Este es el resultado de guardar la Torah. Muchos podrían pensar que Avraham no tenía Torah, pero sí la tenía. Tenía toral oral, que luego fue escrita. Pero tenía Toráh, revelada por el Eterno, como está escrito, que Avraham obedeció al Eterno y “guardó Su ordenanza, mandamientos, estatutos y leyes” divinas que le fueron dadas. (Gen. 26:5) ¡Cuán hermoso es saber que los que seguimos la Torah podemos tener la confianza de que al llegar el fin de nuestros días seremos hombres bendecidos en todo! Rav Shaul dijo:

“Bendito sea el Eloah y Padre de nuestro Adón Yeshua HaMashiaj quien nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestial con Mashiaj” (Carta a los Efesos. 1:3 ) Segundo: Una sabia movida: esposa apropiada Avraham pensó que sus días estaban para ser cumplidos y que muy pronto moriría. Así que hace jurar a su siervo que no tomará hija de los hijos de la tierra de Kenaán para Yitzjak, sino que irá a su parentela a buscarle esposa a su hijo. Un gran ejemplo que debemos seguir cada día: Orar mucho a Eloha para que de a su hijo y a su hija, un buena esposa, un buen esposo. Padres, haced todo lo posible porque sus hijos aprendan a seleccionar una buena esposa y un buen esposo. Orad por eso. Trabajad por eso. Y usad reglas legítimas. Eliezer, siervo de Avraham, tenía una hija. De no encontrar esposa apropiada para Yitzjak, su hija sería la candidata. Pero a pesar de cualquier interés personal en el asunto, mostró su fidelidad a su amo, buscando la dirección divina en el asunto. Y fue premiado por su fidelidad. Los padres no debemos hacer menos que eso. Por tanto, el asunto del cónyuge para nuestros hijos es tema extraordinariamente importante. No imponga ni conceda tan pronto. Si lo impones tendrás problemas. Si concedes todo, tendrás problemas. Avraham se preocupó por el destino matrimonial de su hijo. Nosotros no podemos ignorar eso tampoco. 4. LOS DESCENDIENTES DE ISHMAEL. 25: 1­8 La sección final de la Torah nos informa ahora de las nuevas nupcias de Avraham con Cetura la cual le dio a luz seis hijos, todos los cuales vinieron a formar parte de lo que hoy conocemos como las naciones árabes. Cetura no era una nueva esposa que Avraham buscó, sino la nueva esposa que Avraham ubicó en lugar de Saráh. Es decir, Cetura era concubina de Avraham y ahora fue ascendida a nivel de esposa. (1 Crón. 1:32). La diferencia entre “esposa” y “concubina” es que la primera tiene un contrato escrito, un contrato matrimonial. La segunda, no tiene ningún contrato escrito, es solamente un arreglo de palabras sin la seriedad ni la importancia de un contrato escrito. ¿Quién fue Ketura o Cetura? ¿Una nueva esposa que Avraham se buscó de las hijas de Canaán? A esto responde Rashí diciendo que se trata de otro nombre para Hagar, la sierva de Saráh, concubina de Avraham, que ahora fue elevada a posición de esposa y de la cual vinieron todos estos hijos, ancestros, juntamente con Ismael y Lot de los pueblos árabes. En realidad, luego de la muerte de Saráh, Avraham y su hijo, Yitzjak se encontraban soleteros. Yitzjak pensó” “No es bueno que mi padre muera solo, le buscaré ayuda idónea” y fue en busca de Ketura, la cual aceptó la propuesta y aceptó entrar en la tienda de Avraham. Avraham pensó “No es bueno que mi hijo esté solo, le buscaré ayuda idónea” y envió a Eliezer por Rivká. Y por buscar el bien del otro, ambos fueron bendecidos y prosperados, uno al comienzo de su vida, el otro, al final. El hijo honrando a su padre. El padre, bendiciendo a su hijo. 25:7-­11 La Muerte de Avraham El total de los días de vida de Avraham fueron 175. En Hebreo dice: Cien Años, Setenta Años y Cinco Años. Aunque ya expliqué la fórmula, quizá estemos aquí en tres periodos importantes de la vida de Avraham: Los primeros cien años, segundo periodo: setenta años, tercer periodo: cinco años. Sin embargo, los años más importantes de Avraham fueron los últimos, no los primeros. ¿Nos dice algo eso? Muchos de ustedes ya han entrado en los años maduros. Estos podrían ser lo años más fructíferos suyos. Mientras usted tenga sueños, será siempre joven. Recuerde que el cuerpo exterior se desgasta, pero el interior tiene que renovarse de día en día. Hay muchos jóvenes viejos y viejos jóvenes. Si esto aplica a usted, sea como Avraham. Avraham no amó el dinero, ni la fama, ni la gloria personal. Amó sobre todas las cosas a Su Eloha. Y lo amó tanto que ahora, para identificar bien al verdadero Eloha, tenemos que decir: El Eloha de Avraham, Yitzjak y Yaakov. Observad el pasuk octavo: “Exhaló pues el espíritu, y murió Avraham en buena vejez, anciano y lleno de años”. Dos cosas importantes se desprenden de aquí: Primero: cómo ocurre la muerte Dice el texto hebreo: “Vayigvá Vayamát” “Y expiró y murió”. Es decir, la muerte ocurre cuando uno “exhala o expira”. Yeshua dijo: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. Tres personalidades entran en acción para traer una vida humana al mundo: el padre, la madre y Eloha que insufla el espíritu. Cuando la persona muere, Eloha toma lo que es Suyo y lo lleva a su depósito hasta la resurrección, ya sea para vida o para muerte. Esto es lo que está escrito: “Y es espíritu vuelva Eloha que lo dio”. Segundo: La manera cómo murió Dice el texto: en buena vejez – lleno de años. La frase “lleno de años” es muy significativa en el hebreo, sugiere que no murió deseando otra oportunidad, había aprovechado las suyas. No murió deseando más dinero o fortuna, estaba bien con lo recibido. No murió añorando otras riquezas, estaba en paz con lo el Eterno le había dado. Quien no muere así, la muerte será una desgracia, porque sería impedirle alcanzar lo inalcanzado; tener ocasión para lo que se desaprovechó. Pero ese no fue el caso de Avraham avinu. Murió sin lamentos, “lleno de días”, es decir, habiendo alcanzado el propósito para el cual HaShem lo había llamado. No hay manera de morir más hermosa. No hay manera de morir más completa. Así es que ocurre la muerte de aquellos que sirven íntegramente a HaShem. Yeshua dijo: “Padre, he acabado la obra que me diste que hiciera” ( Yoh. 17:4). Rav Shaul dijo: “He peleado la buena batalla. He acabado la carrera, he guardado la fe” ( 2 Tim. 4:7). ¿Hay alguna manera de saber si tú y yo terminaremos así? ¡Ciertamente que sí! mira ahora mismo tu vida. Si no puedes decir hoy: “he cumplido para este tiempo ya vivido con lo que me ha sido encomendado” entonces lo más probable es que no terminarás así tu carrera. Pero si miras hacia atrás, los 20 años, los 40 años, los 60 años vividos y te das cuenta que para cada período has cumplido con lo que se esperaba de ti, entonces tu también podrás decir al final de tu vida: “He cumplido la tarea que me diste que hiciera”. Y entonces, cuando digas eso, el día cuando tus amigos te rodeen para llevar tu cuerpo a la sepultura; el día cuando tus hijos estén allí para decirte su último adiós… el día cuando todos vengan para despedirse de ti, podrán decir también: Murió “lleno de años” con la misión cumplida. Y si morimos así, tendremos la seguridad de que en la Resurrección el Rey nos dirá: “Ven, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el reino de tu Adón”. Esta será sin duda una muerte digna. Una muerte en la esperanza de la Resurrección y de la Vida eterna con HaShem para siempre. Que el Boré Olam nos conceda la misma experiencia a cada uno de los que ahora vamos escribiendo la hoja de servicio que sigue abierta delante de la historia.


Avraham fue enterrado en la cueva de Macpelá, junto a su esposa Saráh. Según las memorias de nuestro pueblo, allí descansan los restos de Adam Harishom y su esposa, Avraham y Saráh, Yitzjak y Rivká y Ya’acov y Lea. Ellos son los padres de la humanidad y los padres de Israel. Según la tradición que recibí de mi maestro, todo el que desee profecía, debe visitar esta cueva y pedir permiso al Eterno ante los padres de la humanidad y de Israel y solamente después, lanzarse a su servicio profético, pues a ellos se les dieron las promesas de la redención. Yitzjak e Ishmael dieron sepultura a su padre. Es responsabilidad de los hijos cumplir la mitzvá de enterrar a sus progenitores. Es el tributo póstumo. Los pleitos y las rencillas, los resentimientos y las peleas, deben ponerse a un lado para cumplir tan sagrada mitzvá. No es costumbre en la Casa de Israel velar los muertos por largas horas o días. Si es posible, el mismo día que ocurre el fallecimiento, el mismo día que se da sepultura al cuerpo. No se expone el cuerpo al público. Mientras más rápido se entierra el cuerpo, mejor para la persona y mejor resurrección. Con el paso del tiempo, las leyes del entierro y del luto ha sido elaboradas y se encuentran detallas en el libro de las leyes de Israel. El cuerpo debe ser tratado con respeto, lavarse, cubrirse con sábanas limpias y blancas y bajo la supervisión de un shomer que valida todo el proceso.

25:17 Los años de vida de Ishmael La Toráh nos informa de los años de vida de Ishmael: siento treinta y siete años. Rashí en su comentario, menciona la pregunta que hace el Rav Bar Abá. Pregunta: ¿Por qué fueron enumerados los años de vida de Ishmael? Respuesta: Para deducir, a partir de ellos, los años de la vida de Ya’akov. De esto aprendemos que Ya’akov asistió a la Academia de Éter durante catorce años (14) después de separarse de su padre, antes de llegar con Labán. De esto se desprende que cuando Ya’akov salió de su casa, ocurrió la muerte de Ishmael. Con la muerte de Yishmael, la narrativa bíblica tomará un rumbo muy selectivo: Yitzjak, el hijo de la promesa. Esto será el tema de la próxima semana.

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