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Parasha 39 Jukat

Actualizado: 7 jul

Torah: Bemidbar 19:1-22:1

Haftará: Jueces 11:1-19

HaTsofen HaMaljutí: Yojanán 11:1-12:50


Resumen de la Parashat:

El nombre de la parashá es Jukat, que normalmente se traduce como “decreto” y también como “estatuto”, indicando así ciertos mandamientos que no tienen forma lógica de ser entendidos, porque van más allá de la capacidad humana para comprenderlos. Es interesante que la promesa del Mashiaj también es denominado por la Toráh con la misma raíz: “Yo proclamaré el “decreto” (Salmo 2:7). De esto aprendemos que Mashiaj es un “misterio” que solamente puede ser comprendido cuando “el Padre lo quiera revelar”.


Jukat no es algo ilógico, sino que contiene una lógica no revelada pero que se nos ordena obedecer aun cuando no entendamos. Lo entenderemos después.


Leyes de la Vaca Roja

La sección de la Toráh para esta semana contiene las leyes relacionadas con la “pará adumá” (vaca roja), cuyas cenizas, mezcladas con agua, purifican ritualmente a una persona que haya sido contaminada con muerto, pero al mismo tiempo, los que tienen la responsabilidad de prepararla, quedan impurificados. Y esto es lo que hace del mandamiento, un “decreto” o “estatuto”. ¿Cómo comprender que los que preparan lo que purifica al hacerlo quedan impurificados?


No se nos dan las razones, pero se nos pide obediencia. Esta es la esencia misma del término “Jukat”.


Muerte de Miriam

También se nos informa que pasados ya 40 años de peregrinaje, los hijos de Israel llegan al desierto de Zin. Allí muere Miriam, hermana de Aharón y de Moshé. Con la muerte de ella, se detiene la fuente de agua y el pueblo tiene sed. Miriam, la que fue como una madre para Moshé, juntamente con su hermano Aharón, formó parte de los tres más importantes líderes que el Eterno escogido para sacar a los hijos de Israel de Egipto.


Miriam se ocupaba de todo lo relacionado con las mujeres y los niños menores de edad y Moshé y Aharón de los hombres. Ha sido creído por nuestros sabios que el agua que tuvieron los hijos de Israel en aquellos largos 40 años por el desierto, fue dada por el mérito de Miriam. Sea su recuerdo para bien en toda la Casa de Israel.


El pecado de Moshé y Aharón

Para solucionar el problema del agua, el Eterno ordena a Moshé que hable a la roca y le ordene dar agua. Moshé se enoja con la actitud rebelde de los israelitas y en vez de hablarle a la roca, la golpea con su vara. El agua brota, pero debido a que no santificaron la Palabra del Eterno delante del pueblo, un decreto celestial es firmado: Ni Moshé ni Aharón entrarán físicamente en la tierra prometida.


¿Cuál fue entonces el pecado de Moshé y Aharón que les costó la entrada a la tierra?


En las palabras de la Toráh:

“Por cuanto no creísteis en Mí para santificarme ante los ojos de los hijos de Israel” (20:12).


De ahí aprendemos que “el tzadik vivirá por su fe”. Estas son las palabras del profeta Habacuc. El Eterno demanda mayor compromiso de fe de los líderes que del pueblo mismo. Moshé debió hablarle a la roca, no golpearla.


En un nivel “sod”, siendo que la “roca que los seguía era Mashiaj” (1 Cor. 10:4), si esta fue la roca que Rav Shaul tuvo en mente cuando marcó esta alusión mesiánica, entonces la gran falta de “santificación” atribuida a estos dos gigantes, Moshé y Aharón, pudo ser que al “golpear” la roca y no “hablarle”, ambos crearon, sin saberlo, un espíritu de rechazo a “la roca”, que tendría un grave efecto posterior en la vida de Israel, porque en efecto, se dirá luego que “la piedra que los constructores rechazaron, vino a ser la piedra de fundamento”.


Muerte de Aharón

La parashá nos cuenta de la muerte de Aharón en Har Hahar y es reemplazado en sus funciones como sacerdote supremo por su hijo Elazar. Aharón fue un hombre de paz. Procuraba siempre la paz entre sus hermanos. Al perder a Aharón, los hijos de Israel perdieron un gran líder, un gran pastor, un gran amigo de todos. Sea la memoria de Aharón recordada para bien por toda la Casa de Israel.


Serpientes venenosas

El pueblo de Israel vuelve a enojarse con Moisés, lo que equivale a enojarse contra el que envió a Moisés, y como resultado, serpientes venenosas hacen un gran estrago entre el pueblo.


Para sanarles de las mordidas de las serpientes, el Eterno pide a Moshé que levante una serpiente de metal a vista de todo el pueblo para que los que fuesen mordidos, levantaran sus ojos hacia la serpiente de bronce y recibieran sanidad.


Nuevo Canto

Cuando el agua es provista, los hijos de Israel entonan un canto de acción de gracias por el gran milagro del agua brotando de una roca en medio del desierto.


La oposición no falta

Dos poderosos reyes se interponen en el camino, Sijón y Og cuyas intenciones eran evidentes: impedir que los hijos de Israel entraran a la tierra prometida usando su territorio.


Haftarah: Cuando la diplomacia no es suficiente

La sección de los profetas nos ubica con uno de los episodios más interesantes de todo el libro de Jueces. Jefté es desechado como líder por los hijos de Israel, pero en un momento de aprieto militar, cuando la furia de los amonitas asfixiaba a Israel, los ancianos enviaron por Jefté el cual les reconvino la manera cómo lo habían enviado al destierro por razones de su parentela. No obstante, y logrado un acuerdo sobre el liderazgo, este gran militar es nombrado jefe de Israel y libra una gran batalla contra los amonitas. Primero a nivel diplomático, exponiendo las verdaderas razones por las cuales Israel tenía el derecho a ocupar las tierras que ahora, 300 años después, un descendiente amonita reclamaba.

Es interesante cómo podemos aprender de esta narrativa. Mientras los hijos de Israel no tuvieron posesión de aquella región, los amonitas no protestaron. Una vez que tomamos posesión, entonces viene la protesta.


Lo mismo ocurre en nuestros días. Por ejemplo, Jordania tuvo bajo su control a Jerusalén por muchos años. Pero nadie levantó su voz reclamando a Jerusalén o pidiendo que fuera denominada una “ciudad internacional” bajo la custodia del Vaticano. Bastó que los hijos de Israel la tomaran, cuando el mundo entero comienza a protestar y a reclamar a Jerusalén. Jefté, el héroe militar de la parashah para esta semana, manda a decir a las autoridades amonitas:


“Durante los trescientos años en que Israel habitó en Jeshbón y sus aldeas y Aroer y sus aldeas, y en todas las ciudades vecinas de Arnón, ¿por qué no las recuperaste (las tierras) en ese tiempo?”


¿Entendió las razones de Jefté el rey amonita? ¡Por supuesto que no! ¿Podemos esperar que ocurra lo mismo en nuestros días? ¡Por supuesto que si! Equivocados están por tanto, los que piensen que la solución actual al problema de fronteras que enfrenta nuestro pueblo, ha de solucionarse diplomáticamente. No importan las razones que expongamos, esta es una batalla que no tiene “razón” alguna y cuando este tipo de conflagración se levanta, la fuerza de la razón nunca será la solución.

Y de la misma manera que al principio el líder que finalmente salvó a Israel fue rechazado por sus propios hermanos, pero al final tienen que acudir a él para que los libere, así también sucederá en este tiempo: Aquel que fue ignorado y rechazado, será precisamente quien salvará a Israel con el espíritu de su boca. El que quiera ver, que vea. El que quiera aprender, que aprenda.


HaZofen HaMaljutí:

El Rebe espera hasta que muera Elazar


Por su parte, el Código Real nos cuenta de otro Elazar, amigo del Rebe, quien se enferma y muere. Aunque el Maestro no acude inmediatamente al llamado de las hermanas de Elazar para que evite su muerte, esta finalmente ocurre.


¿Cómo explicamos esta actitud del Rebe, la encarnación del amor? Recordemos que la parasha de esta semana lleva un nombre enigmático: Jukat, “decreto”, “estatuto”, asuntos que ilusoriamente van contra la lógica humana.


A los profetas les ha sido permitido hacer ciertas cosas que escapan a nuestra imaginación y entendimiento. Incluso algunas, aparentemente contrarias a los preceptos de la Toráh, como fue el caso de Elisha (Elías) el profeta, quien levantó un altar e hizo un sacrificio fuera del Santuario, lo cual está prohibido por la Toráh ( 1 Reyes 18:30-38).


De esto aprendemos que en ciertos momentos y bajo ciertas circunstancias, un profeta tiene licencia divina para hacer ciertas cosas temporales, aun cuando sean contrarias a los estatutos y mandamientos.


Para ello, el profeta tiene que ser un profeta verdadero y debe estar absolutamente convencido que es la Soberanía Divina la que guía su mano, porque estas acciones aparentemente ilógicas y contrarias a lo establecido, buscan un bien supremo: el honor del Eterno y la bendición del pueblo a fin de que su fe en HaShem sea afirmada para siempre. De no estar este propósito presente, no es válido.


En efecto, la demora del Rebe es explicada en estos términos: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para kavod (honor) de HaShem, para que el Mashiaj de Elohim muestre su identidad por ella” (11,4). Hizo otras cosas el Maestro que parecieran “ilógicas”, pero que deben ser comprendidas dentro de los parámetros del significado precisamente de esta parashat. Tanto el Midrash como otras fuentes de las memorias de nuestro pueblo, contienen ejemplos similares. No es nada nuevo en Israel cuando un profeta o tzadik está presente. Cuando esto ocurre, el tzadik decreta y el Cielo respalda.


Los hechos demuestran que el Rebe tenía razón

Finalmente Elazar es resucitado de los muertos y muchos yehudim creyeron en la mesianidad de Yeshua por este incidente, como está escrito:


“Entonces muchos yehudim que habían venido a casa de Miriam y vieron lo que hizo, lo aceptaron como Mashiaj” (11,45).


Cuidado con las traducciones hechas por no judíos.

Hay que tener cuidado con la interpretación que ha sido hecha de este milagro en la forma antisemita como ha sido traducido, especialmente el pasuk ubicado en 12:11, donde se afirma que:


“Pues por su causa (la de la resurrección de Elazar) muchos de los yehudim iban y se convencían en perfecta fe, que Yeshua era el Mashiaj”.


Según esta traducción, la que correctamente hace el Código Real, ante la evidencia del milagro, los yehudim aceptaban la mesianidad de Yeshua, sin sugerir para nada otra cosa que su apego a la fe de nuestro pueblo y de nuestros profetas.


Otras versiones no son claras aquí. Ofrezco dos testigos:

“Pues a causa de él (Elazar-Lázaro) muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús” (RV 1960).


¿Se apartaban de qué? ¿Se apartaban de quién? La idea escondida en la traducción es que se apartaban de la comunidad judía.


Veamos esta:


“Pues por su causa muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús” (NIV)


En ambos casos, que un yehudí (judío) creyera en Yeshua como Mashiaj es visto como un acto de abandono de la comunidad judía, vendiendo la idea sublimal incorrecta y antisemita, que cuando un judío acepta los reclamos mesiánicos de Yeshua, deja de ser judío, tiene que apartarse de la comunidad judía… y hacerse cristiano. ¡Nada más lejos de la verdad!


Cuando alguien lee que “por su causa, muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús”, es evidente que creer en Jesús significa apartarse de los judíos.


Y este ha sido precisamente uno de los más grandes impedimentos que ha tenido nuestro pueblo para considerar los reclamos mesiánicos del Maestro, pues la experiencia ha demostrado que cuando un judío se hace cristiano, se separa de la comunidad judía y en muchos casos, se transforma en el peor enemigo de Israel, como demuestra la historia.


De hecho, Pablo Cristiani, un judío convertido al Cristianismo, vino a ser uno de los pilares de la Santa Inquisición contra nuestro pueblo.

Por traducciones como estas gran antisemitismo ha surgido en el mundo y es necesario que alguien levante su voz y corrija el error.


El Rebe es recibido por los lugareños

La sección del Código Real para este Shabat nos cuenta también del momento cuando el Rebe entra en Yerushaláyim en anticipo de la festividad de Pésaj, los yehudim, lugareños permanentes y visitantes, le dieron la bienvenida con vítores de mesianidad extraordinarios:


“Hoshia ná”, Sálvanos. “Baruj Habá BeShem…” y frases similares.


Esto también debe ser considerado como un “decreto”, algo que va más allá de la lógica humana. ¿Cómo puede ser que el Mashiaj, Rey de Israel, entre en Yerushaláyim en un burro y no venga con poder en las nubes del cielo?


De hecho, nos dice el texto que “al principio sus talmidim no entendieron” (12:16).


Los opositores se levantan contra el Rebe

Ante tal manifestación popular, los mitnaguet (opositores de las enseñanzas de los tzadikim y jasidim) que estaban por allí, se decían unos a otros:


¿Veis que no conseguías nada? ¡Mirad, todo el mundo se va tras él! (12:19)


Por cierto, muchos han usado este hecho y similares precisamente para intentar desacreditar a Yeshua como Mashiaj, preguntando venenosamente:


“Si de acuerdo con la interpretación de los mesiánicos de Isaías 53 el Mesías sería rechazado, ¿cómo puede ser Ieshu (usan este nombre despectivamente) el mesías si el pueblo lejos de rechazarlo, le seguía por todos lados?”


Así pues, ellos mismos no aceptan que Isaías 53 sea un texto mesiánico, en realidad sí lo aceptan, pero solamente cuando pareciera que encontraron una contradicción imposible de solucionar, como esta, por ejemplo.


¿Y cómo se resuelve la aparente contradicción? Es evidente que la contradicción entre la multitud del pueblo judío aceptando a Yeshua y la profecía de su rechazo es solamente aparente. ¿Cómo se demuestra lo contrario?


El texto hebreo en la profecía de Isaías 53 nos da la respuesta. Pero esta será explicada ampliamente, en el próximo libro1 de vuestro servidor: Redescubriendo al Mesías Judío. ¡Espérelo!


Los judíos helenistas

La sección del Código Real para esta semana también nos cuenta de unos “yehudim” que habían subido para la fiesta de Pésaj que querían una entrevista personal con el Rebe.


El texto receptus afirma que eran “griegos”, y cualquiera podría pensar que venían incluso, de Atenas. Pero no es cierto. Los gentiles no subían a Jerusalén para santificar Pésaj. Solamente los yehudim lo hacían.


Pero eran judíos que habían incorporado ciertas costumbres helenistas, incluyendo la lengua griega. Ellos eran judíos, pero vestían como griegos, y por esto el traductor afirma que eran “griegos”, cuando en realidad eran judíos.


El Código Real supera esa deficiencia y traduce apropiadamente. Eran judíos, no gentiles. Aparentemente estos judíos helenistas tenían la intención de proteger a Yeshua de algún plan contra su vida del cual habían tenido conocimiento.


La respuesta del Maestro es extraordinaria:


“A menos que el grano de trigo caiga en tierra y muera, queda solo; mas si muere, lleva mucho fruto. El que ama su neshamá, la pierde pero (el que ama más el Honor del Eterno que su propia neshamá) perdiéndola en esta edad presente, la preservará para el Jayei Olam”.


Objeción de los opositores de los místicos y jasídicos:

La figura del trigo que al sembrarse en la tierra muere pero luego germina y lleva mucho fruto, fue usado en el Judaísmo posterior al Segundo Templo por otros sabios para instruir al pueblo acerca de la resurrección. La fuente de la analogía, no obstante, fue nuestro Rebe.


Sin embargo, los midnaguet (opositores de los tzadikim) han usado precisamente esto también para levantar una objeción contra Yeshua.


¿Cuál es la objeción? Que si Ieshu (lo usan despectivamente) sabía que iba a morir y estaba dispuesto a morir por amor al pueblo judío, ¿por qué cuando llega el momento de la verdad demuestra su intención de encontrar una salida de escape?


En efecto, dicen, Ieshu oró diciendo: “Padre si es posible pasa de mi esta copa sin que yo la beba, pero no sea mi voluntad sino la Tuya”.


Afirman los midnaguet modernos que estas palabras de nuestro Rebe reflejan una debilidad: que en verdad no estaba listo para sufrir y morir por su propia causa, “si es posible pasa de mi esta copa sin que yo la beba”, aunque estuviera listo para hacer la

voluntad del Padre si éste así lo pedía: “Mas no mi voluntad sino la Tuya”.


“Por lo tanto, su muerte no fue voluntaria, sino porque esa fue la orden que el Eterno le impuso. ¿Cómo podría ser el Mesías diciendo por un lado que estaba dispuesto a sufrir y morir por las ovejas de Israel y por el otro, al momento de la verdad, intenta escapar de aquel sufrimiento y aquella muerte, sometido a ellos solamente porque el Eterno así lo impuso?”


“¿Cómo explicar dicen, que aquí diga: “¿Y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora difícil que viene?” (12:27) mientras que allá dice: “Si es posible, pasa de mi esta copa”? ¿En qué quedamos entonces?”


Estas son sus objeciones.


Olvidan algo estos opositores del tzadik y de los tzadikim. Pero ese “algo” será también mostrado en el libro que estamos concluyendo sobre el tema y que saldrá, con la ayuda del Eterno, para esta próxima fiesta de Janucá. ¡Espérelo!


Disputas sobre Mashiaj


Esta sección también contiene un incidente de extraordinario valor exegético, cuando unos yehudim le dicen:


“Hemos sido instruidos en la Toráh que el Mashiaj permanece para siempre. ¿Cómo dices tú que es necesario que sea colgado de un madero? ¿De qué Mashiaj estás hablando?” (12:34)


El debate entre el Mashiaj que muere y el Mashiaj que no muere, ha sido bien conocido dentro del Judaísmo desde tiempos antiguos.


¿Existen dos mesías? ¿Uno que muere? ¿Uno que no muere? ¿Cómo se reconcilia esto?


Maimónides (Ley de los Reyes) afirma que cualquier aspirante a Mashiaj que muera en el intento, automáticamente queda descalificado como Mashiaj. ¿Es cierto esto? ¿Sobe qué ley de la Toráh se fundamenta Maimonides para decir esto que ha sido, precisamente, una de las objeciones contra los reclamos mesiánicos de Yeshua?


Por otro lado, si el Mashiaj “permanece para siempre”, ¿significa que “no puede morir”? Y si no puede morir, ¿es realmente humano? ¿o solamente en apariencia? ¿Tiene el Mashiaj inmortalidad? ¿Cuándo la recibe? ¿Por vía natural, o por decreto Divino? (Infralapsarismo Vs. Supralapsarismo)


Todos estos temas surgen de esta parashah. Y por supuesto serán eventualmente tratadas, muchas de ellas, como dije, en mi próximo libro.


El principio de agencia divina


La tensión debió ser muy grande en aquellos días. La fuerza de los midnaguet era impresionante, como lo ha sido siempre. Yeshua abre sus labios para clarificar conceptos importantes, como el de su posición como agente del Padre:


“El que cree en mí, en verdad no está depositando su confianza en mí, sino en el que me envió” (12:44).


En el Judaísmo, el principio de agencia divina es crítico. El que envía se hace presente en el enviado. Por tanto, “el que me ve, es como si viera al que me envió” (12;45), no físicamente, porque “Elohim es Espíritu” (4:24) y “un espíritu no tiene carne ni hueso como veis que yo tengo (Hilel 24:39).


Pero “verlo” significa que Yeshua imitaba al Eterno, andaba en Sus caminos, hacía Su voluntad, guardaba Sus mandamientos. Y ese andar se revelaba la naturaleza divina en términos de los diez atributos (midot) de la Divinidad.


Estos “midot” del Eterno se manifiestan en el alma del Mashiaj y por extensión, en el alma de todos aquellos que unen la suya a la del Tzadik.


La sección concluye con el testimonio del Rebe: “Yo no hablé por mí mismo, sino que el Padre, el que me envió, me ha dado las

instrucciones de lo que debo decir y hablar… Yo hablo exactamente como el Padre me ha dicho”.


Esta es la mejor definición que existe de un profeta. “Uno que habla al pueblo, lo que el Eterno le habla en el oído de su alma”, sin añadir, sin quitar; sea que lo entienda, o que no lo entienda.


La importancia de las palabras del Rebe


De esto aprendemos que las palabras del Rebe son de la más alta profecía que existe, porque el Mashiaj, como dicen nuestros libros y como afirmaron luego nuestros sabios, es “mayor que Aharón, mayor que Salomón, mayor que Moshé y mayor que los ángeles”.


Por tanto, sus palabras son dignas de ser escuchadas juntamente con la de Moshé y los Profetas en cada Shabat en la comunidad de los que seguimos sus enseñanzas y procuramos guiarnos por su ejemplo, porque tanto las de Yeshua, como la de los Profetas como las de Moshé, no son suyas realmente, sino del Padre que los envió a todos para nuestro bien.


Consecuentemente, cuando leemos a Moshé, a los Profetas y a Yeshua, no estamos haciendo otra cosa que recibiendo el testimonio confiable de nuestro Padre que está en los cielos.




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