Vaerá (Y aparecí) establece la base del pacto avrahámico por el cual la intervención del Eterno en la primera redención toma lugar, sobre el fundamento confiable de las promesas dadas a los patriarcas, Avraham, Yitzjak y Ya’akov.
El gemido de los hijos de Israel causa que las provisiones del pacto previo se activan de tal manera que la liberación del yugo egipcio sean rotas y finalmente los hijos de la promesa puedan salir de la servidumbre a la tierra de libertad.
El Eterno pide a su siervo Moshé que haga dos cosas principales: primero, que hable a los hijos de Israel y les asegure que la redención es inminente. Segundo: que entre a la presencia del faraón de nuevo para demandarle que deje ir a los hijos de Israel de su tierra.
Con esas instrucciones precisas, Moshé, el primer redentor, tendrá que aplicar los principios de la promesa dada a los padres a las condiciones nuevas de la redención que se presentan y ser capaz de integrarlas para formar un nuevo pueblo con una nueva mentalidad y con una nueva fuerza redentora.
Ochenta años de edad tenía Moshé cuando recibió esta encomienda y fue fiel a ella el resto de su vida. El primer redentor fue obediente, confronta al faraón hace las señales que el Eterno le había otorgado y percibe cómo el corazón del faraón se endurece cada vez más ante la demostración acabada del poder del Eloha de los hebreos.
Diez terribles plagas caen sobre Egipto. Cada una destruyendo divinidades y altares considerados sagrados e intocables por los egipcios demostrando así la superioridad del Eloha de Israel sobre los falsos dioses de Mitzraim.
Constantemente Moshé repite al faraón el mismo mensaje: “Deja ir a mi pueblo para que me sirva”. Ante la gravedad de cada plaga, su corazón se ablandaba pero luego que la plaga era quitada, se endurecía, pensando que tal vez el asunto era puramente casual, un fenómeno de la naturaleza. Nuevas plagas vendrán hasta que finalmente la muerte misma hará presa del palacio imperial y de cada casa de los mitzrim, asunto que será estudiado en la próxima semana.
Haftarah
Por su parte, la sección de los Profetas nos confronta con una de las profecías de la redención final que justamente se está cumpliendo delante de nuestros ojos: “Cuando Yo reúna al pueblo de Israel de entre las naciones…
E inmediatamente se le envía un nuevo mensaje al representante de Egipto: “Confronta al faraón, rey de Egipto”. En sentido pashat, es una referencia geográfica y política al Egipto de aquellos días. Pero a nivel drash, (profético) es una alusión a todos los que retienen al pueblo judío para que no regrese a su tierra. Consecuentemente, hay que asumir que el retorno no será masivo y completo, sino que en la misma medida que se vayan dando las circunstancias, en esa misma medida se irá efectuando la redención. Pero una vez iniciada, nada ni nadie podrá detenerla porque la hora ha llegado para que entre en acción un Decreto del Tribunal Celestial. Una nota interesante de esta profecía es que se anuncia que Israel no confiará más en Egipto, que a nivel drash significa que no se apoyará más en occidente, sino en el Eterno. La haftará concluye con una acción típica del Tribunal Celestial: Medida por Medida (MKM) esto es, por Babilonia proteger a Israel contra Tiro, el Eterno entregará Egipto a Babilonia, cumpliendo así lo que fue dicho: “Bendecirá a los que te bendijeren, pero maldeciré a los que te maldijeren”. Pero ¿cuándo esto ha tenido lugar en la historia después de los días de Ezequiel? Por tanto, Egipto y Babilonia son proféticos, no geográficos.
HaZofen HaMaljutí
En cuanto al Código Real, se nos informa del brit miláh de nuestro Ríbi, que Yosef su padre, según la ley de Moisés era responsable de cumplir. En ese momento se da a conocer oficialmente el nombre del bebé: Yehoshua (Yahoshua) ben Yosef. Yeshua hijo de Yosef (Yeshua es la contracción de Yehoshua).
Se nos informa que luego sus padres subieron a Yerushaláyim para cumplir con lo establecido en la Toráh en relación con la ley del primogénito. Allá en Yerushaláyim, un profeta profetiza sobre el niño y lo presenta oficialmente como el redentor de Israel: ‘Han visto mis ojos Tu salvación. Luz para los gentiles y honor para Israel”. No obstante se especifica que el niño está predestinado para causar “la caída y el levantamiento de muchos en Israel”. ¿Qué significa esto? Fue dicho que hay una piedra preciosa, angular, escogida. La piedra del fundamento. Piedra principal rechazada por los constructores (jueces de Israel). Y se afirma que si esa piedra sirve de fundamento a alguno, lo levantará. Pero si alguien se le opone, le caerá encima y lo aplastará. Por tanto, la piedra desechada sirve para caída y tropiezo pero también para vida y salvación. Dependiendo de qué lado de la piedra te ubiques. Y este es el significado de lo dicho: “Para caída y levantamiento”.
Esta sección nos cuenta además varios aspectos de la infancia del Maestro sumamente interesantes. Primero: que sus padres se ubicaron en Nazaret y allí el Ríbi pasó los primeros años de su vida como todo niño judío de la época, es decir, asistiendo a la Sinagoga y aprendiendo en la escuela diariamente. Leer, escribir, memorizar las Escrituras y el estudio de la Sagrada Torah, tanto escrita como la oral.
A los doce años, Yeshua era capaz de estudiar paralelamente asuntos de la Torah y la Halajáh, con los mejores maestros que había en Israel en aquellos días, tanto de la Academia de Hillel como de Shamai. Su análisis y reflexión de los temas tratados, admiró a todos lo que le escuchaban. Se nos informa que el Maestro crecía en estatura y conocimiento de la Torah por días y esto significa que experimentaba un desarrollo tanto natural como espiritual impresionante.
Esta sección nos introduce a Yojanán quien será el responsable de preparar al pueblo de Israel para recibir al Mashiaj Yeshua. Esto fue hecho mediante un llamado nacional al arrepentimiento, expresado en un acto público de purificación en las aguas del río Jordán.
Yeshua mismo viene ante Yojanán y se purifica bajo su supervisión profética y al subir del agua, se oyó un bat kol (voz celestial valorizada como la profecía) anunciándolo como: “Mi hijo amado”, es decir, el elegido para ser el Mashiaj.
Se nos informa que el Maestro tendría aproximadamente uno 30 años de edad cuando hizo su aparición pública en el río Jordán. Luego de su purificación y siguiendo proféticamente los pasos de los ancestros, Yeshua es llevado al desierto donde fue expuesto a todo tipo de pruebas y tentaciones y todas las superó, apoyándose en el Eterno y Su Toráh, pues por cada situación levantada con el potencial de desviarlo del camino, la Toráh fue suficiente en él para preservarlo de la caída y del pecado. Una vez concluido el tiempo de prueba, Yeshua es llevado por la Shejinah para visitar todos los pueblos y aldeas judíos en la Galilea, y entrando en cada sinagoga, presentaba su programa de redención a Israel: “El Eterno me ha ungido para llevar el mensaje de la redención”, decía a todos. Sus palabras iban acompañadas de grandes milagros de curación y sanidad, tanto físicas, como espirituales. Y el pueblo vivía asombrado de su autoridad para explicar la Toráh, porque contrario a los escribas, Yeshua exponía lo que consideraba era el significado real de la Torah dada por medio de Moshé, no apoyándose en ningún hombre, sino solamente en el Eterno, quien le revelaba los secretos de la Toráh que compartía con el pueblo. Instruyendo y predicando en todas las sinagogas de la gran Galilea fue su tarea favorita y su fama se iba extendiendo por todos lados. La sección concluye con un milagro en el lago de Galilea que definitivamente convenció a muchos que él era el Mashiaj. Se documenta que los socios de una empresa de pesca, dejando todo, siguieron al Maestro y se hicieron sus discípulos.
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