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Foto del escritorRab Dan ben Avraham

Parasha 48 Shoftim

Esta semana estudiamos la parasha Shoftim que significa "Jueces" "autoridades o policías".

Torah: Devarim 16:18 - 21:9

Haftará: Isaías 51:12 - 53:12

HaTsofen HaMaljutí: Mar’ot Elohim 10:1 - 11:19


La parasha para esta semana lleva por nombre “shoftim” (jueces) y nos presenta con el mandamiento de establecer oficiales legales (jueces) que establezcan cortes de justicia en cada ciudad con la mira de imponer el cumplimiento de la ley por el bien del orden y la paz social.


Debido a ello, los candidatos a tales posiciones deben ser personas de profundo conocimiento de la ley, íntegros moralmente y que alejados de toda forma de favoritismo, ni a favor del rico porque sea rico, ni del pobre porque sea pobre.


Se afirma que la función principal del juez será la búsqueda de la justicia y todo aquello que pudiera mancillarla o dañarla, deberá ser erradicado de la silla del juicio. Por tanto, los jueces tienen el deber de “investigar bien” antes de emitir un juicio, sobre todo en casos donde la vida humana pudiera estar en juego. Con la mira de proteger la justicia de un eventual atentado contra la dignidad y el valor de la vida humana, se establece el mandamiento de los testigos, es decir, un mínimo de dos y que sean creíbles, son requeridos para cualquier caso, pero sobre todas las cosas, cuando haya la posibilidad de aplicación de la pena capital.


Con la mira de asegurarse que los testigos son realmente confiables, se exige de ellos que, en caso de los jueces encontrar al acusado culpable y reo de muerte, que sean sus acusadores los primeros en lanzar la piedra contra él; de esta manera, aun en el momento final, hay la posibilidad de salvar la vida humana, porque, emocionalmente hablando, un falso testigo, bajo la responsabilidad de lanzar la primera piedra contra alguien que sabe es inocente, podría retractarse.


Hay que decir que esta sección de la Torah es crítica para el establecimiento de la autoridad de aquellos que tendrán la responsabilidad de interpretar y aplicar las leyes de la Torah en la comunidad de Israel.


El procedimiento a seguir es el siguiente:


Cuando un caso es dudoso acerca de si una situación es permisible o no permisible, o si un asunto provoca divergencia de opiniones, el problema debe ser traído a la Corte Suprema ubicada en “el lugar que el Eterno escogiere” y allí los sacerdotes, levitas o jueces que estén autorizados para actuar en nombre de toda la nación de Israel, darán su veredicto sobre el tema en cuestión.


Una vez que la Corte Suprema ha dado su veredicto, no pueden los litigantes continuar en duda, sino aceptar el veredicto y no desviarse del mismo, ni a la derecha ni a la izquierda, sino actuar sobre la base establecida por la Corte Suprema de Justicia.


La parasháh incluye también la prohibición contra ciertas formas de idolatría incluyendo la imitación idolátrica aunque fuese para servir al Eterno.


Se establecen las leyes para los reyes y se dan instrucciones precisas acerca de la conducta que deben tener los mismos así como las instrucciones para el establecimiento de “Ciudades de Refugio” para protección de la vida de un homicida que quitare no intencionalmente, la vida a su prójimo.


La parasha nos presenta también una serie de instrucciones que debe seguirse para los casos de guerra y el cuidado que deben tener las autoridades para no permitir en el frente de batalla a ningún cobarde cuyo espíritu pusilánime afecte el ánimo del ejército. Se dan algunas excepciones para el alistamiento militar, como el caso de un recién casado, o uno que acaba de edificar una casa nueva o plantar una viña, en cuyos casos, debe primero disfrutar de dichos bienes, antes de alistarse en el ejército.


La parasha Shoftim concluye con las leyes que deben seguirse en caso de un presunto asesinato donde se desconoce el homicida. La ciudad más cercana al cuerpo encontrado sin vida, es la responsable de proceder con las ley de Eglah Arufah que prescribe los pasos a seguir en tales circunstancias.


Haftarah

Por su parte, la Haftarah continúa los oráculos de consolación iniciados a partir de las tres semanas de luto. Con la mira de asegurar a Israel su porción en las promesas de la redención, el Eterno asegura que será él mismo quien se encargue de consolar a los hijos de Israel. “Yo, Yo soy el que os consuela”, afirma el Eterno. Y por tanto, Israel debe rechazar todo espíritu de temor y miedo al hombre, pues, todo hijo de Adam “se tornará como hierba seca”. El error más grande que puede cometer Israel es “olvidarse del Eterno”, y se dan las garantías de que el exilio terminará y abundancia de pan finalmente se colocará en la mesa de los hijos de la promesa.


HaTsofen HaMaljutí

Por su parte, el Código Real anticipa la acción del séptimo mensajero celestial que marca el momento de la revelación final del misterio de Elohim, escondido en un rollo pequeño, con la orden de enseñarlo de nuevo al mundo (10:11),toda vez que hubo secretos revelados al profeta que no permitieron escribir (10:4) hasta nuevas instrucciones. Este “misterio de Elohim” es la revelación de la identidad de Mashiaj que tendrá lugar cuando suene el séptimo shofar.


Se nos presenta una visión del Templo de Elohim el cual es medido y se cuentan todos los que sirven en él, exceptuando el atrio exterior que es entregado para los goyim los cuales tomarán el control de la ciudad de Jerusalén por 42 meses, antes de la revelación final del Mashiaj.


Aparecen también dos grandes y poderosos testigos, relacionados con los dos olivos de la profecía de Zacarías (4:3) llenos del poder de la Toráh de tal modo que cuando hablan es como si fuego saliera de sus bocas, devorando a sus adversarios, es decir, sus argumentos y planes contra Israel.


La autoridad dada a estos dos testigos es impresionante, incluyendo dominio sobre la naturaleza y con capacidad para decretar juicios que se revelan en forma de plagas que caen sobre los hombres impíos, las veces que sea necesario.


Una vez que concluya su servicio (avodáh HaShem) al Eterno, el Cielo permite que la “bestia” los ejecute y mueren y sus cuerpos son expuestos para “escarmiento” en la plaza pública. Tal acto es televisado “en vivo” a todas las naciones como una gran victoria de la “bestia” pero al tercer día y mitad de un día de celebraciones, ambos testigos son resucitados por el Aliento Divino y ante la vista anonadada de todo el mundo, son elevados en una “nube” sin sufrir daño alguno.


La sección revela el toque del séptimo shofar (11:15) que anuncia el tema central del libro: “El dominio del mundo ha regresado al Eterno y a Su Mashiaj y el Eterno será Rey en la tierra por los siglos de los siglos”, que es el cumplimiento de lo que anunciaron los profetas: “En ese día HaShem será Uno y Su Nombre Uno” (Zac. 14:9).


Que el Eterno sea “Rey sobre toda la tierra” no significa que ahora no tenga “dominio”, sino que todos finalmente, a una voz, reconocerán Su Dominio, Majestad, Poder y Honor y se someterán a Su reino y le servirán con un corazón puro. Se cumplirá entonces el ruego del Maestro: “Venga Tu Reino, sea hecha Tu Voluntad”.


La porción concluye con la revelación del Tabernáculo de Eloah en las Alturas y una imagen del “Arca del Pacto” es trasmitida como señal a toda la tierra, acompañada de relámpagos, voces, truenos, un fuerte temblor de tierra y granizo.

 

A continuación damos un breve resumen de cada aliyot.

Primer Oléh: La primera lectura de la Torah nos habla de la consagración de los jueces y magistrados en las puertas de nuestras ciudades para atender el orden y la disciplina que debe caracterizar una comunidad judía. De la misma medida, el Santo de Israel nos ha dado el espíritu de Mashiaj para que actúe como magistrado en nuestras vidas, poniendo en orden nuestros sentimientos de tal manera que no seamos conducidos por los impulsos inferiores, que conducen a la muerte, sino por los impulsos superiores que conducen a la vida.


La Torah nos dice que nuestros jueces y magistrados no deben aceptar ningún tipo de regalos o donativos que tengan la intención de sobornar su carácter porque tales cosas ciegan los ojos de los sabios y empañan la justicia y la deshonran.


De la misma manera, cada uno de nosotros debe resistir las ofertas que el enemigo nos brinda para satisfacción de nuestros deseos carnales porque tales deseos constituyen el soborno de hasatán en nuestras vidas para robarnos el honor, la paz, la justicia y la santidad que debe adornar siempre la vida de todo judío y de todo hombre justo.


También se nos instruye aquí a no ofrecer ningún sacrificio que tenga alguna falta o imperfección delante del Eterno, las penalidades por el pecado de idolatría y el procedimiento que los jueces y magistrados deben seguir para tratar con estos pecados.



Segundo Oléh: La segunda aliyah nos informa acerca de las leyes que deben regir la vida de los reyes. Está prohibido para un rey de Israel constituirse en propietario personal de exceso de caballos, de mujeres, de oro y de plata. El rey tiene la responsabilidad de tener a mano una copia completa de la Torah y leerla todos los días a fin de gobernar a Israel con sabiduría y prudencia, con justicia y misericordia, con equidad y gracia.


El rey de Israel tiene la responsabilidad de imprimir en el alma de cada judío el temor a HaShem, sirviéndole noche y día con prontitud y dedicación. Siendo que la figura del rey representa al Eterno en la vida nacional de Israel, sujetarse al rey significa estar sujeto a Hashem. Consecuentemente si la vida del rey, sus decisiones y forma de gobierno no proceden según el corazón de HaShem, tiene el potencial de desviar a los hijos de Israel del servicio al Eterno.

De ahí la importancia que el Rey de Israel represente apropiadamente al Rey del Universo quien le dio el cargo como instrumento útil a fin de establecer el Señorío de HaShem entre Su pueblo, los hijos de Israel.


Tercer Oleh: La tercera aliyah contiene las enseñanzas relativas a las porciones que deben ser dadas a los Kohanim y Levi’m. Se vuelve a recordar la instrucción original en el sentido que los Kohanin y Levi’m no tienen herencia en la tierra como el resto de los hijos de Israel. La herencia de los levitas es el propio HaShem y Su Santuario. Todos los diezmos de los hijos de Israel pertenecen por derecho divino, a los levitas. Y los levitas deben entregar sus diezmos a los cohanim, son los diezmos de los diezmos de los hijos de Israel. Los diezmos de por sí son sagrados, mucho más sagrados son los diezmos de los diezmos. Esta sección nos recuerda en ciertos detalles, cuáles ofrendas, de las traídas por los hijos de Israel al Templo, podrán ser usadas por los Kohanim y Levi’m.


Cuarto Oléh: Esta sección de la Torah presenta las instrucciones que debemos tener en cuenta para tratar casos de hechicería, encantamientos, brujería, etc., todas las cuales son una abominación ante los ojos del Eterno. Tanto judíos como creyentes de origen gentil, están obligados a guardar estrictamente estas instrucciones.


Quinto Oléh: Esta es una sección extremadamente importante porque trata con los profetas de Israel y especialmente con la promesa de un Profeta, como Moshé, que HaShem nos levantaría entre nuestros hermanos. Y se explica la razón por la cual el Eterno nos daría los profetas y al Profeta.


Esto es, debido a que los hijos de Israel en Sinaí, bajo la poderosa manifestación del Eterno, no se consideraron dignos de escuchar directamente a HaShem ni de hablarle sin un intermediario, el Eterno entonces estableció la figura del profeta quien, representando a Israel, oiría lo que el Eterno le diría y tendría la responsabilidad de comunicarlo fielmente al pueblo, sin añadir ni quitar una tilde o una yod de la palabra divina recibida. Por lo tanto, Israel debe oír a sus profetas y creer en su mensaje.

También se nos recuerda aquí la responsabilidad de establecer las ciudades de refugio para cualquier persona del pueblo que accidentalmente, sin intención, diere muerte a su prójimo y las leyes que deben ser tenidas en cuenta para su procedimiento legal.


Sexto Oléh: La sexta porción de la Torah para este Shabat nos informa de las instrucciones relacionadas con las fronteras o linderos entre los hijos de Israel los cuales no deben ser movidos fraudulentamente.


Se establecen también las instrucciones relacionadas con los testigos en el juicio y la pena que debe ser aplicada a los falsos testigos, esto es, deberán recibir el mismo castigo a que estarían exponiendo a un acusado.

Es en esta sección de la Torah que nos encontramos con la famosa frase: “Ojo por ojo y diente por diente”, lo cual ha sido interpretado por la mayoría de los jueces de Israel como una referencia al principio de compensación monetaria por daños físicos causados a terceros (Rashi).


Esta sección de la Torah contiene también las instrucciones acerca de la guerra, quienes deben participar de ella y el procedimiento a seguir en ciertos casos especiales, como matrimonios recientes, etc. Cuando un hijo de Israel se casa, deberá estar un año mínimo concentrado en su matrimonio y está exento de ir a la guerra.


Séptimo Oléh: La última sección de la Toráh continúa la sección previa y nos introduce a los principios que los hijos de Israel deben seguir con respecto a situaciones de guerra.


Es aquí donde somos instruidos en qué hacer con ciertas ciudades, con ciertos árboles, los cuales están prohibidos destruir, específicamente los árboles frutales.


Es de esta parasháh que nuestros abuelos seguían la costumbre de no cortarnos el cabello hasta que cumpliéramos los tres años de edad, pues solamente se nos permite comer del fruto de un árbol, hasta el tercer año de cosecha. Como el hombre es comparado a un árbol, que retoña, aunque haya sido cortado (símbolo de la resurrección) entonces se espera tres años para cortar su cabello, como al árbol recién plantado se le deja crecer tres años antes de usar su fruto.


La sección final concluye con el procedimiento que debemos seguir en caso de asesinato cuyo causante y motivación son desconocidas, cayendo la responsabilidad de tal procedimiento a la ciudad más cercana al lugar donde se encontró el muerto.


Comentarios

Devarim / Deuteronomio 18:6-8.


“Si un levita que viva en alguna de las ciudades de Israel, respondiendo al impulso de su corazón se traslada al lugar que el Eterno haya elegido, podrá ministrar en el nombre del Eterno su Eloah como todos los levitas que sirvan allí, en la presencia de HaShem. Recibirá los mismos beneficios que ellos, además de su patrimonio familiar”.


Como sabemos, mélej David dividió el sacerdocio en 24 clases u órdenes, cada una de las cuales recibió un horario específico para ministrar en el Templo. Cada levita, según su clase, debía subir en ese tiempo prefijado para ministrar delante del Eterno.

Sin embargo, en el evento que el corazón de un levita tuviese un hambre muy especial por HaShem, se le permitía subir a Jerusalem y oficiar allí, aun fuera de su agenda sagrada.


Esto permitía a los sacerdotes y levitas servir al Eterno más allá de la letra de la Ley, más allá de su deber, a fin de saciar su hambre por Hashem y sus deseos de servicio.


Aun en el caso que subiesen a Jerusalem durante los días de los grandes festivales, se le debía permitir hacerlo, fuera de turno y recibir su parte en las ofrendas pertenecientes a sus hermanos.


¿Cuál es la razón que está detrás? Que HaShem no debe ser servido únicamente dentro de un calendario fijo, sino todo el tiempo que haya en el corazón de sus hijos un celo por él, una pasión por él, independientemente si está bajo obligación de hacerlo o no.


Los judíos en el exilio podemos entender muy este versículo de la Torah porque en cierto sentido, cada uno de nosotros, mientras estamos fuera de la tierra de Israel, somos levitas.


¿En qué sentido?


Recuerde que una de las características de los levitas es que no tiene herencia en la tierra de Israel. Su herencia es el Tabernáculo, es HaShem. Pues bien, en el exilio, estamos sin la bendición de la tierra de Israel y por lo tanto nos encontramos en el mismo nivel que los levitas: sin herencia de la tierra.


Consecuentemente, cada uno de ustedes cuando dejando a un lado por un tiempo sus trabajos y negocios cotidianos, se dedica a servir a HaShem, se dedica a visitar a un enfermo, a tomar cuidado de los ancianos que no tienen protección, a consolar a los que sufren, a cubrir a un desnudo, a causar que un niño ría de nuevo o que un joven sin recursos pueda hacerse de una carrera universitaria, está asumiendo el nivel del servicio de un levita que ministra al Eterno sin otra paga que el honor del servicio mismo.


Este servicio que hacemos, a un nivel levítico, causa que en el Exilio los hijos de Israel podamos experimentar una atracción especial por HaShem.

De hecho, cuando Leví nació, su nombre estuvo asociado a la idea de ser “atraídos y unidos a”


Mirad conmigo aquél momento cuando Lea concibió a Leví. Está escrito en Genesis / Bereshit 29:34


“Otra vez concibió y dio a un luz un hijo y confesó: “Esta vez mi marido quedará unido a mi, porque le he dado a luz tres hijos”, por lo tanto llamó su nombre Leví”.


¿Qué significa Leví? Viene de la raíz Y’laveh, cuyo significado literal es “conexión”, pero no simplemente conexión, sino “conexión a la semejanza del Eterno”.


Es decir, un nivel de conexión que une el corazón de una persona a otra.


Ser un “levita” es por tanto estar “conectado” de una manera única al corazón de Hashem.


Ahora bien, recordad que en el Judaísmo se enseña que cuando un judío decide servir a Hashem de todo corazón, tal intención actúa como un catalizador de la santidad del Eterno a tal medida que es considerado como igual a la santidad de la posición única dada al Cohen Hagadol.


¿En qué sentido? Que así como la porción del Cohen es el Eterno, así cuando servimos a Hashem sin otra motivación terrenal, nuestra herencia entonces es solamente HaShem y en este sentido nos constituimos en levitas.


Cuando tu hambre por HaShem es así de intensa y decides servir a HaShem, sea que te toque o no te toque, sea que te llamen o no te llamen, sea que estés en el programa o no estés en el programa, eso da a tu alma un nivel de servicio igual al de los cohanim y levi’m.


Rav Shaul se refería a este tipo de servicio cuando decía a uno de sus más allegados estudiantes: “A tiempo y fuera de tiempo”.


Y cuando servimos a HaShem sin tener en cuenta la recompensa de la tierra, la herencia de la tierra, este nivel de servicio produce un gozo, una simjá, un kavod, un honor y una kedushá en el servicio que hacemos, que no es posible excepto en esas condiciones.


Notas del Midrash (Comentarios entre paréntesis)

Moshé explicó: "Es obligación del Gran Sanhedrín asegurar que funcione una corte judicial en cada ciudad de Eretz Israel como en las ciudades fuera de la Tierra, donde residas". En el tiempo del Beit HaMikdash funcionaba en la Tierra Prometida el siguiente sistema judicial:


  • Cualquier pueblo con menos de 120 residentes tenía un Beit Din (corte judicial de tres jueces). Estos jueces tenían competencia para decidir sobre disputas financieras, pero no sobre casos relativos a la vida y a la muerte.

  • Todos los pueblos con por lo menos 120 residentes tenían un "Pequeño Sanhedrín" - es decir, una corte compuesta por veintitrés jueces con poderes para dictaminar veredictos capitales.

  • En el área del Monte del Templo había tres cortes judiciales:

  1. Un Beit Din de veintitrés jueces a la entrada del Monte del Templo.

  2. Un Beit Din de veintitrés jueces a la entrada de la azará (antesala del Beit HaMikdash).

  3. El Gran Sanhedrín, integrado por setenta y un jueces, incluyendo al nasí (presidente) quienes se reunían diariamente en una sala del Beit HaMikdash.


Los jueces eran apoyados por shotrim/policías, quienes ejecutaban las decisiones de los jueces. Un candidato al puesto de juez era evaluado en profundidad en tres áreas: Conocimientos de Torá, inteligencia y capacidad para juzgar. Si pasaba dicha prueba y tenía todos los demás atributos necesarios entonces un talmid jajam (erudito), quien ya había sido ordenado por una autoridad anterior decía: "Tú eres ordenado juez" (semijá, y se le concedía “atar y desatar” es decir, autoridad para determinar qué se permitía y qué se prohibía, o qué estaba permitido y qué estaba prohibido en la comunidad a la que servía. Cuando el Talmid Jajam Yehoshua HaMashiaj impartió sobre sus estudiantes tal declaración, les estaba impartiendo la semijá).


Todos nuestros grandes líderes estaban profundamente preocupados por instaurar la justicia:


  • En su juventud, Moshé reprochó a un judío que había intentado golpear a su compañero, "¿Por qué estás a punto de pegarle a tu compañero?" Como Moshé fue obligado a escapar de Egipto por haberle pegado a un criminal egipcio, Di-s compensó su amor por la justicia nombrandolo más tarde líder del Sanhedrín.

  • "Y David administraba justicia y tzedaká para con su pueblo" (II Samuel 8:15).


David era el líder del Sanhedrín y su general Ioav, el jefe de policía, quien ponía en vigor las decisiones de la corte de David.


¿Qué implica el versículo cuando dice que David hacía "tzedaká" así como justicia?


Según una opinión, cuando un veredicto implicaba la imposición de una multa a un pobre, David ordenaba: "Reembólsale de mis fondos personales". Así, David, distribuía caridad al pobre que había perdido su causa ante la corte de David.


Sin embargo, David tenía miedo que los hombres deshonestos sacaran ventaja de su generosidad y por ello rezaba, "He obrado con justicia y rectitud. No me dejes a merced de mis opresores" - HaShem, no permitas que dos partes disputen en un juicio, a fin de dividir el dinero que remito a los pobres (Tehilim 119:121).

  • Después que el rey justo Iehoshafat había fortalecido su reino, se concentró en establecer la justicia:


"Y designó jueces en todas las ciudades fortificadas de Iehudá, ciudad por ciudad, en la Tierra y le dijo a los jueces: "Considerad lo que hacéis, porque no juzgáis por parte de un hombre, sino por parte de Di-s, Quien está con vosotros cuando impartís justicia (y sabe cuando tu intención es juzgar fielmente o traicionar a la justicia). Sea el temor de HaShem sobre vosotros; tened cuidado (cuando impartís justicia), porque no hay iniquidad en nuestro Di-s, ni aceptación de personas, ni admisión de cohechos"" (II Divrei Haiamim 19:5-7). (De esto aprendemos que Elohim Todopoderoso se hace presente legalmente en aquellos designados para dirigir al pueblo de Israel. Si esto ocurre con los jueces, ¿qué no ocurriría con el Mashiaj? Rav Shaul dirá que en él (Yeshua, el rey supremo de Israel), habita de forma corporal, la plenitud de la Deidad, pues Dios estaba en él reconciliando al mundo consigo mismo. Este principio que encuentra totalidad en nuestro Santo Maestro, operó siempre en algunos emisarios celestiales (ángeles) y en los profetas y jueces y se conoce como el principio de “agencia divina”, es decir, Elohim se hace presente en aquellos a quienes envía para representarle).


Un juez debería imaginar que una espada está suspendida sobre él y el Guehinom está bajo él. Si su intención es la de juzgar fielmente, se salva de ambos, sino, es castigado por ambos.


Sin embargo, si el juez está decidido a juzgar fielmente, no debe temer de emitir un veredicto equivocado porque no posee todos los datos del caso; sólo es responsable por la información presentada ante él. La Torá advierte al juez que no debe aceptar sobornos, aun con la intención de juzgar fielmente.


Juzgar fielmente significa que no esté motivado por el honor, el dinero u otras consideraciones personales; que no favorezca a uno de los litigantes ni le tema.


Un esclavo del Rey Ianai cometió un crimen. Rabí Shimón ben Shataj, el presidente del Gran Sanhedrín, ordenó que el caso fuera juzgado por el Sanhedrín. "No solo convoquen al esclavo, sino al Rey Ianai también" ordenó. "Como propietario del esclavo, debe escuchar el testimonio". El rey Ianai aceptó la invitación y apareció en la corte, pero de forma tal que clara y descaradamente advertía a los jueces de no condenar a su esclavo. Ingresó con todo el esplendor real y se sentó en presencia de los jueces. "Ponte de pie, Ianai" lo amonestó Rabí Shimón ben Shataj "y escucha el testimonio de pie. No estás parado ante nosotros sino ante El, Quien creó el universo".


"Tú eres solamente un individuo y tus palabras no son decisivas" contestó el rey en forma insolente. "Deja que toda la corte decida si debo estar de pie. ¿Qué opinan los otros miembros?". Rabí Shimón ben Shataj giró hacia su derecha

solo para encontrar a sus colegas mirando fijo el piso en silencio. No se atrevieron a desobedecer al rey. Luego se volvió hacia los jueces a su izquierda, pero ninguno tenía el coraje para ordenarle al rey que se pusiera de pie. Rabí Shimón ben Shataj censuró a los jueces, "Es evidente por vuestra conducta que nunca pensaron juzgarlo justamente. Ustedes enviaron por Ianai, presumiendo que los testigos quedarían amedrentados por su presencia y que su esclavo quedaría libre. Como ustedes están llenos de pensamientos malos, que sea El Quien conoce los pensamientos del hombre Quien los juzgue". Ante estas palabras el ángel Gabriel apareció, derribó a los jueces y murieron.


Su castigo fue tan severo precisamente porque el juicio justo es uno de los pilares de la civilización.


Obedecer los dictámenes del Gran Sanhedrín y de los Sabios de la Torá de todas las generaciones

El Gran Sanhedrín de setenta y un jueces era la máxima autoridad para decidir cualquier cuestión sobre leyes judías. Sus decisiones eran aprobadas por votación de los jueces. Lo que dictaminaba la mayoría era definitivo y obligaba a cada judío en forma absoluta, aunque personalmente aprobara o no esta decisión. La Torá nos advierte:


"No te apartes de lo que ellos (los jueces del Gran Sanhedrín) te digan, ni a diestra ni a siniestra".


Pueden estar convencidos que han llegado a una conclusión incorrecta (que lo que alegan que es "diestra" es en realidad "siniestra", o vice-versa), igualmente deben obedecer. Por lo tanto, no deben decir, "¿Cómo puedo comer esta comida, que permitían, cuando claramente sé que está prohibida?".


Raban Gamliel, quien presidió el Gran Sanhedrín en Iavne después de la destrucción del Segundo Beit HaMikdash, fijó una vez el día de Rosh Jodesh Tishri según el testimonio de dos testigos quienes había observado la nueva luna. El Sabio, Rabí Iehoshua invalidó sus testimonios y ese Rosh Jodesh se debía fijar un día más tarde. Por lo tanto, según la opinión de Rabí Iehoshua, Iom Kipur (el diez de Tishri) quedaría postergado un día también. Rabí Gamliel envió un mensaje a Rabí Iehoshua: "Te ordeno que vengas ante mí con tu bastón y tu bolsa el día por ti estipulado para Iom Kipur (para demostrar en público al profanar tu Iom Kipur que te sometes a la autoridad del Sanhedrín). Rabí Iehoshua estaba muy angustiado cuando recibió esta convocatoria. Sin embargo, Rabí Akivá lo consoló, explicándole que Rabí Iehoshua no incurriría en ningún pecado al transportar en "su" Iom Kipur; todo lo contrario, sería recompensado por obedecer al Sanhedrín.


El día que según sus cálculos era Iom Kipur, Rabí Iehoshua fue con su bastón y bolsa y apareció ante el jefe del Sanhedrín en Iavne. Rabí Gamliel se puso de pie, lo besó en la cabeza y exclamó, "Paz contigo, mi amo y estudiante - mi amo en conocimientos de Torá y mi estudiante por haber obedecido mis órdenes".


El Amo del Universo nos ordenó someternos a la autoridad máxima de los líderes de la Torá para preservar la unidad de la Torá. Si cada judío interpretara la Torá y aplicara las mitzvot desde su punto de vista, se produciría una total desintegración de la Torá y consecuentemente una disolución de la nación.


¿Por qué pronunciamos la bendición "...Bendito sea Él, Quien nos santificó con Sus mitzvot y nos ordenó..."cuando encendemos las velas de Janucá y el cumplimiento de otras mitzvot que no se encuentran en la Torá, pero que fueron instituidas por los Sabios en su lugar? Porque de ese modo cumplimos con el mandamiento de escuchar al Sanhedrín, como dice, "No te desviarás del tema que ellos (los Sabios) te indiquen a diestra y siniestra" (17:11). La Torá nos advierte que debemos acatar el decreto de los Sabios como parte de nuestra observancia de la Torá. (Hay que tener en cuenta que aun el Sanhedrín está sujeto a la Ley de la Toráh y si ellos nos pidieran algo que va en contra explícita de la Torah, los hijos de Israel tenemos la responsabilidad de obedecer a HaShem antes que a los hombres, sin embargo, al hacerlo debemos tener una actitud de sujeción a la autoridad, no de rebeldía. La desobediencia cívica es un derecho concedido por la Toráh. Esto se encuentra documentado en nuestra propia constitución: Primero, cuando explica que si un profeta cuya señal se cumple nos pide que vayamos en contra de lo establecido por la Toráh, debemos mantenernos firmes en no desobedecer la Toráh por motivos de conciencia (Parashát Reeh), y buscar siempre en todas las cosas, la sujeción a la autoridad suprema. Segundo, está implícito en el mandamiento de “no seguir la opinión de la mayoría para hacer lo malo (es decir, lo contrario a la Toráh), como está documentado en Shemot 23:2. Es en ese contexto que los estudiantes del Maestro respondieron a los jueces de sus días: “Juzgad por vosotros mismos si es correcto obedecer a vosotros antes que a Dios…”. Y si por ello hay que sufrir, el sufrimiento por causa de la justicia de la Toráh al final traerá el aplauso del cielo y la bendición del Boré Olam. Así pues, la obediencia a los jueces y la sujeción a la Constitución Suprema deben estar en armonía mas en caso de discrepancia, la obediencia a la Constitución por motivos de conciencia, toma precedencia y esto es lo que finalmente traerá la justicia prometida en la Toráh).


No preguntar el futuro a adivinos

Los Canaanim estaban empapados de las siguientes prácticas paganas:


  1. Pasar niños por el fuego de Molej. (Ya sea mediante la destrucción de los niños o solamente mediante el pase de los mismos entre dos fuegos). La Torá enumera este rito primero por ser el más cruel.

  2. "Consultando el futuro" o realizando actos para presagiar el mismo.

Nevujadnetzar, rey de Babel, estaba parado en el cruce de caminos y no se decidía si enviar su ejército contra Amón o contra Eretz Israel. Entonces "adivinó el futuro" mediante diversos métodos mágicos: Disparó flechas al aire para ver si aterrizaban a su derecha - en dirección a Ierushalaim, o a su izquierda - hacia Rabá, la capital de Amón. Además, consultó a los terafim (imágenes que presagiaban el futuro) y adivinaba estudiando un hígado (un arte que manejaban los gentiles). Nevujadnetzar adivinó el futuro cuarenta y nueve veces, siempre con el mismo resultado: las señales indicaban Eretz Israel invariablemente. Entonces, Nevujadnetzar envió a sus tropas a Ierushalaim. En efecto, Di-s había decidido que la ciudad cayera en sus manos porque los judíos habían pecado.


  1. Declarando que los tiempos fuesen buenos o malos para determinadas empresas.

  2. Especulando acerca del futuro mediante la interpretación de ciertos acontecimientos y actuando acorde a los mismos.

  3. Kishuf representa todo tipo de magia negra, se practicaba en el mundo antiguo.

  4. Atrayendo reptiles u otros grandes animales mediante la magia.

  5. Necromancia: reanimar una persona muerta, cuya voz parece emanar debajo de la axila u otra parte del cuerpo del hechicero.

  6. Colocando un hueso de animal llamado Ido en la boca y haciendo que el hueso hable.

  7. Tipos de necromancia: Consultar una calavera o persona muerta, pernoctando en cementerios para comunicarse con los espíritus de los muertos.


Todos estos ritos realizados con el espíritu de tuma (impureza). Di-s aborrece tanto esta práctica, que expulsó a las naciones gentiles de Eretz Canaan por ello.


(Ir por tanto a un sepulcro y orarle al espíritu del difunto, así sea el sepulcro de un gran tzadik, o consultarle al espíritu de un gran tzadik que ya partió de entre nosotros, está prohibido por la Toráh. Hoy día muchos tienen la errónea práctica de ir a Uman, para buscar algún tipo de conexión con el espíritu del difunto Rabino Najmán y esperar que él haga algo a favor de ellos. Tal práctica está condenada por la Toráh y es una forma de necromancia. Lo mismo sucede con algunos que van a la tumba del fallecido rabino Menajem Mendel Schneerson (1902-1994) en New York para procurar encontrar orientación a sus vidas consultando con su espíritu o enviando correos electrónicos a su espíritu y esperando respuestas del más allá. Tal práctica es necromancia y está prohibida por la Torah. Sin embargo, ir a la tumba de un profeta o un tzadik para darle gracias al Eterno por su vida e inspirarse en su ejemplo de servicio a Dios, es otra cosa muy diferente y no está prohibido porque no es necromancia).


Cuando Rabí Elazar estudió el versículo que enumera los cultos Canaanitas, solía comentar: "¡Qué vergüenza! Si el espíritu de tuma está con los gentiles quienes se vinculan con tuma, el ruaj hakodesh (espíritu Divino) seguramente está con

quien se aferra a la Shejiná (Divinidad). ¿Entonces, por qué imploramos a Di-s y El no nos contesta? Nuestros pecados nos alejan de la Shejiná".


La Torá nos asegura que no necesitamos consultar a adivinos respecto de nuestro destino, porque podemos confiar que Di-s lo ha preparado de la mejor manera posible.


(Sin embargo, en tiempos antiguos, si un judío deseaba averiguar acerca de su futuro podía consultar a un profeta de HaShem. Hoy día debemos procurar aplicar los principios de la Torah a cada situación de nuestras vidas pues ello nos ayudará a encontrar el camino correcto. Además tenemos el espíritu de Mashiaj a nuestro favor y con su ayuda consultar directamente con HaShem. También contamos con el sabio consejo de los mayores con quienes debemos consultar para orientación, pues el Eterno los ha dotado con atributos especiales para saber cómo aplicar la Toráh a nuestras necesidades personales).


Shabat Shalom

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