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Parasha 40 Balak

A continuación algunos pensamientos que debemos enfatizar al compartir con el pueblo las enseñanzas de esta parashá Balak:
Toráh:

22:6 “Ven por favor, maldíceme este pueblo…”


Si el rey de Moab, Balaq, envió por Bil’am para maldecir al pueblo hebreo, significa que tenía una relación con este profeta y que se conocían mutuamente. Esto significa que posiblemente en ocasiones previas, Bil’am había sido usado también para propósitos similares.


En realidad, según el Talmud (Sanedrín 105b) Bil’am solo tenía poder para maldecir, no para bendecir. Por tanto, la frase del rey “A quien tu bendices es bendito” fue solamente un cumplido para exaltar el orgullo del profeta y propiciar así que no declinara su oferta.


Debemos saber que siempre, a nuestras espaldas, existe la posibilidad de que alguien esté procurando nuestro mal. Mientras Israel acampaba reposadamente en la planicie, en las montañas se gestaba una conspiración para hacerle mal.


Esto significa que debemos siempre estar preparados espiritualmente para protegernos de nuestros enemigos ocultos, que son muchos, y que en cualquier momento, una vez se presenten las circunstancias, sin duda actuarán para hacernos, si fuese posible, todo el mal que está escondido en sus corazones.


¿Debemos responder con maldición a quien nos maldice?

Una vez vino un no judío al rabino de la ciudad pidiéndole que orara para que un enemigo suyo muriera. El rabino le dijo: “¿No será mejor que oremos para se convierta en tu amigo?”.


No nos resulta extraño este consejo. Creo que todos podemos testificar que procede del mismo espíritu de quien nos enseñó a “orar por los que nos ultrajan y nos persiguen” para que podamos ser llamados hijos de nuestro Padre que está en los cielos, que hace salir el sol sobre “justos e injustos”.


Siguiendo ese mismo pensamiento, dijo el RaShTa:

“Bendecid y no maldigáis. No se ponga el sol sobre vuestro enojo. Venced con el bien el mal” y pensamientos semejantes.


1 Rav Shaúl de Tarso.

“Si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber”, pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza”.


Este es el principio de la jasidut, la vida de piedad que es el fundamento del legado de nuestro Rebe. “La jasidut (vida de piedad) para todo aprovecha”.


Hoy más que nunca debemos enfatizar este principio, restaurarlo en nuestras vidas y comunidades y dejar que se transforme en luz que alumbre a tantos como sea posible.


22:12,20 “No vayas… vete con ellos”.

Cuando vino el primer grupo de parte de Balak con dádivas de adivinación en su mano, el profeta Bil’am consultó con el Eterno sobre si debía acompañarles o no. La respuesta fue negativa: “No vayas con ellos ni maldigas al pueblo, porque es bendito”.


La segunda vez, cuando nuevos y más honorables emisarios son enviados, con mayores dádivas de adivinación para motivar al profeta a ir con ellos a maldecir a Israel, el profeta consulta de nuevo al Eterno y ahora la respuesta es diametralmente opuesta: “vete con ellos”.


¿Por qué ahora se le permite ir cuando al principio se le prohibió?


Porque el Cielo permite que el hombre vaya por el propio camino por el cual se empecina en ir. Muchas veces sucede que el Eterno nos coloca en una posición de “prueba” para ver si hemos de andar en sus caminos o no, guardar Sus mandamientos o no. Mantenernos al lado de Mashiaj, o negarlo.


En el fondo, Bil’am quería de todos modos maldecir al pueblo judío, a quien odiaba. Las bendiciones que profirió no fueron el resultado de su propia acción, sino de la Soberanía del Eterno, por tanto, era responsable de su pecado.


Consecuentemente, cuando insiste en ir, el Cielo le otorga permiso y de esto nuestros sabios nos dicen que cuando el hombre se empecina en sus propios caminos, una vez advertido “no”, si insiste, le es permitido para que al final descubra que solamente la obediencia al Eterno trae resultados para bien.


Si Bil’am se hubiese mantenido firme en el “no” del principio y no hubiese procurado un “si”, la historia de su alma habría sido muy diferente. ¡Cuánto cuidado debemos tener hoy día para no andar en nuestros propios caminos pensando que son los del Eterno cuando desde un principio nos dijo: “no” pero nosotros buscamos mil excusas y ardides para conseguir un “si”!


La prueba está delante. Benditos los que la superen aferrándose a la voluntad activa y soberana de nuestro Padre que está en los cielos.


24:5 El derecho a la intimidad es sagrado

“Cuán hermosas son tus tiendas Ya’akov y tus habitaciones Israel”.


Esto dijo Bil’am, el profeta gentil cuando desde la montaña vio la manera cómo acampaban los hijos de Israel.


¿Qué lo que motivó una expresión tan hermosa que incluso la cantamos muchas veces en los servicios de Shabat?


Rashí explica que cuando el profeta Bil’am vio la manera cómo estaban organizadas las tiendas de campaña de los hijos de Israel, percibió en seguida que no había ninguna frente a la otra de manera que la intimidad de cada familia era preservada.


Nada es más curioso que el ojo. Cuando pasamos cerca de una ventana, el ojo tiene la tendencia a impulsar la cabeza para mirar dentro. Esto debemos evitar.


Durante los 40 años que los hijos de Israel anduvieron por el desierto, siempre tuvieron cuidado de no tener una tienda frente a la otra, sino en posiciones asimétricas para proteger la identidad de cada familia.


Rabenu Guershóm, nieto de Rashí, proclamó un “jérem”, una especie de decreto legal con pena de excomunión de la comunidad, sobre todo el que leyera una correspondencia privada de su vecino sin su permiso. De esto aprendemos que ni siquiera los padres debemos violar este principio con nuestros hijos mayores de edad, excepto que tengamos su autorización previa. ¡Mucho menos los hijos irrespetando la intimidad de sus padres! Un hijo no puede entrar a la recámara de sus padres sin permiso previo. Esta es la ley de Israel.


Haftaráh:

El Eterno no anda buscando nuestro aceite, ni aunque se lo traigamos en cantidades industriales, “miles de ríos de aceite”, sino en la manera cómo vivimos en armonía con Su justicia, amar la misericordia y la humildad en nuestro servicio a Su causa.


La liturgia, con Templo o sin Templo, que está divorciada de la vida de piedad, no es aceptable delante del Trono de la Gracia. “¿Con qué me presentaré delante del Eterno y con qué me inclinaré delante del Eloah excelso?”, pregunta el profeta.


La única respuesta apropiada es sugerida:

“Practicar la justicia, amar la piedad (misericordia) y andar en humildad en Sus caminos.


¿“Acampaba o acampaban”?


Todo depende de cuán alta sea la unidad de los hijos de Israel. Que el profeta gentil no pudiera maldecirlos, indica que para entonces tenían un mismo corazón y una misma alma.


El Judaísmo es una forma de vida soberana y divinamente ordenada. Todo lo que hacemos, de palabra o hecho, no debe tener otro propósito que enriquecer esa vida y canalizarla apropiadamente en las sendas de la justicia, la piedad y la humildad.


HaTzofen HaMaljutí

13:34,35 La elección del amor


“Un nuevo mandamiento os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis talmidim, si os tenéis amor los unos por los otros”.


Hay muchas maneras de identificar a los discípulos de ciertos maestros, algunos por el color de su ropa, otros por el tipo de cobertura en su cabeza y así sucesivamente. Los del Ríbí también tenemos una marca que debe distinguirnos: el amor. Amarnos unos a otros como el Rebe nos ama.


El amor no es simplemente un sentimiento, es una decisión. No es lo mismo estar programados para amar, que elegir amar.

En la vida de piedad que hemos recibido de nuestro Santo Ribí y de sus talmidim originarios, todos nosotros batallamos internamente con dos fuerzas que se oponen la una contra la otra.


Dijo el Maestro: “El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. Escribió el RaShTá: “La Ley es espiritual, pero yo soy carnal”. En otras palabras, hay una fuerza en mí, que se llama “la carne” que no tiene nada que ver con mis huesos ni con mi piel, sino con la inclinación al mal que reside en nuestros miembros. Esto que es conocido como “yétzer hará”, el alma animal que llevamos por dentro. “En mi carne no mora el bien”, dice el texto. ¿Significa que estamos desprovistos del bien? ¡Ciertamente que no! De hecho afirma el emisario: “El querer el bien está en mi, pero no el hacerlo”. “El querer el bien está en mí” es una referencia al alma celestial que todos tenemos, la capacidad para hacer el bien, para amar, para buscar la justicia, la piedad y la humildad. Pero esto crea una situación de opuestos dentro de nosotros mismos y en nosotros mismos. ¿Cómo afirmar: “en mi carne no mora el bien” y luego, “el querer el bien está en mi”? Si en mi carne “no mora el bien”, pero luego se afirma, que “el bien está en mí”, ¿cómo entonces coexisten ambos opuestos?


La respuesta viene por la enseñanza de la Jasidut Netzarita que hemos recibido del Ribí y sus emisarios: la inclinación al mal y la inclinación al bien.


El espíritu de Mashiaj nos es dado para que con su ayuda, “tomando prestado del Tzadik”, podamos anular la fuerza de la mala inclinación, sujetándola a la inclinación al bien y con ella servir a nuestro Padre que está en los cielos y a nuestro prójimo. Solamente así podemos cumplir la mitzváh de nuestro Santo Maestro: “Amaos unos a otros como yo os he amado”.


Cuando el alma animal (nefesh bahamit) es subyugada por el alma celestial (nefesh elohim), entramos en una dimensión de vida que supera todas las debilidades de la carne para que estemos a la altura de la espiritualidad de la Toráh. Una vez en esta dimensión, es posible amar como nos amó el Maestro.


Dice el RaShTá:


“Presentad vuestros miembros a Elohim como instrumentos de justicia” (Ro. 6:13)


Esto es posible cuando subyugamos el yétzer hará al servicio del Cielo. Solamente que debemos tener cuidado porque así como hay animales no kasher, solamente podemos subyugar para el servicio divino las que pueden ser usadas en el altar de nuestras vidas, el resto deben ser desechas, porque no son redimibles.


Debemos recordar que tanto el Ribí como sus emisarios relacionan el ritual del sacrificio del animal kasher en el Templo como una imagen del sacrificio de nuestras propias vidas al servicio al Eterno.


“Presentad vuestros cuerpos como sacrificio vivo” dice el RaShTá.

(Ro. 12:1. Sugerimos ver nota en el Código Real).


¿Qué significa presentar el cuerpo como sacrificio vivo? Significa que así como en el Templo los sacrificios del altar representan la anulación de nuestra mala inclinación, así entonces, dicho sacrificio es una ayuda para nuestra auto anulación, lo cual es clave para amar como el Ribí nos ama.


“Si alguno quiere ser mi talmid, anúlese a sí mismo”, decía el Maestro. Esto es el principio de la Jasidut Netzarita, de la vida de piedad.


Cuando esto hacemos, la fuerza del yétzer hará, no su esencia, sino su fuerza, podemos utilizarla como un adiestrador para nuestra alma celestial a fin de conducirla por el camino de la justicia, la piedad y la humildad. Cuando nos auto anulamos, el yétzer hará, el alma animal es salvada mientras provee la fuerza al alma celestial para elevarse en su servicio al Eterno mediante la elección del amor al prójimo, donde la imagen del Eterno reside. Cuando esto ocurre, se cumple lo que está escrito:


"Tu rectitud es como las grandes montañas y tus juicios como la profundidad del abismo; al hombre y al animal, Tú Elohim, salvarás" (Tehilim/Salmo 36:7, énfasis añadido).


Es cierto, vivimos en opuestos, no un dualismo, que son diferentes, pero opuestos: La carne y el espíritu, la inclinación al mal y el deseo por el bien. La función del alma celestial (nefesh elohim) es sujetar, subyugar, domesticar y usar apropiadamente la fuerza del alma animal hasta lograr su completa anulación (bitul haiesh).


Cuando al alma celestial supera la fuerza del yétzer hará, entonces podemos cumplir a cabalidad la ordenanza de nuestro Santo Maestro.


¿Cuál es la fuerza del yétzer hará? Es el corazón.


“Engañoso es el corazón y perverso”, fue escrito. De donde se deriva que el asiento de la mala inclinación está en el corazón.


¿Cuál es la fuerza del yétzer hatov, el deseo por el bien? Es la mente.


“Yo con la mente, sirvo a la Ley de Eloah” (Ro.7:25).


De esto aprendemos que el mundo del corazón es el mundo del alma animal; mientras que la mente, es el mundo del alma celestial. La conquista del alma animal solamente puede venir de la mente, el asiento del alma celestial. Por tanto, la renovación de la mente es fundamental para que el corazón se unifique con las intenciones y demandas de la mente, hasta el punto que el alma celestial (la mente) controle el alma animal, el corazón.


La mente, nuestro intelecto, está diseñado para que pueda regir la vida del corazón, es decir nuestras emociones. La mente dice: "Debo". El corazón dice: "Quiero". La lucha entre el “debo” y el “quiero” es real en todos nosotros.


La mayoría de nosotros sucumbe ante la fuerza del deseo del corazón y rendimos la mente a sus designios. El resultado es que nos volvemos “carnales”, no “espirituales” y cuando esto sucede, es imposible agradar a Eloah y guardar sus mandamientos.


Preciso será superar la barrera de las emociones equivocadas que provienen de la fuerza del yétzer hará escondida en nuestro corazón, para que podamos seguir las indicaciones de la Toráh en una de sus más extraordinarias formas: el amor al prójimo, el amor de los unos por los otros.


El amor al prójimo nos protege de ser egoístas, y esto es posible cuando la mente controla el corazón. La única manera de cumplir con este y con todos los mandamientos es por medio del reinado del hombre celestial sobre el hombre animal.


El espíritu de Mashiaj nos ha sido dado para ayudarnos en esta gran batalla de tal manera que finalmente podamos decir: “Gracias sean dadas a HaShem por Yeshua HaMashiaj” (Ro. 7:25, ver comentario en el C.R).


“Amarnos unos a otros” como el Maestro nos ha amado, es posiblemente, el mayor desafío que está delante de nosotros en la batalla por la redención final que toda a las puertas.


Amar es comprometernos por el bien de nuestro prójimo. Hacernos responsables por levantar al caído, sanar al enfermo, compartir con el desnudo, llevar las cargas unos de los otros, restaurar, perdonar, elevar, alimentar y liberar tanto como nos sea posible.


Solamente así el mandamiento cobra vida y se convierte en luz que alumbra al mundo.


Balak es Designado Rey de Moab

Cuando los judíos arribaron a las afueras de Moab, los residentes locales temblaron porque ellos estaban enterados de que los judíos habían recientemente destruído a los aliados y poderosos protectores de los moabitas, los gigantes Sijón y Og.


A pesar de que los moabím sabían que el arribo de Benei Israel no planteaba amenaza a sus vidas (porque habían oído que Di-­‐s había prohibido a Moshé librar guerra contra Moab), todavía tenían miedo de que su país fuera saqueado. También temían que Benei Israel pudieran exterminar a todos los vecinos a su alrededor.


Por sobre todo, los moabím abrigaban contra Benei Israel un odio eterno. En esta situación de emergencia Moab designó un nuevo rey, Balak. Debido a que Balak no era de linaje real, sino un mero noble; ni era él un moabita nativo, sino un midianita, habría sido inelegible para el cargo en tiempos normales. Ahora su reputación como un poderoso héroe de guerra y como un mago superior impulsó su selección.


Antes de tomar acción, Balak decidió descubrir el secreto del fenomenal éxito del pueblo judío. ¿Por qué habían podido ellos, desde ietziat Mitzraim (éxodo de Egipto), derrotar a una nación tras otra? Balak envió un mensaje a los hombres sabios de Midián. "El líder judío Moshé creció entre vosotros," consignaba él. "¿Podéis decirme por qué es él tan exitoso?" El recibió la réplica, "Verdaderamente, esta malvada serpiente Moshé fue nutrida en nuestro seno. Un midianita lo invitó a su casa, le dio a su hija en matrimonio, y lo proveyó de dinero. Después de abandonar la casa del suegro, Moshé destruyó la nación entera de Egipto". "Vos deseáis saber dónde descansa su poder y el de sus seguidores: descansa en sus bocas. Cuando ellos claman a Di-s, El cumple todo lo que ellos le solicitan, Combatíd a los judíos con el mismo método. Nosotros os aconsejamos convocar a Bilám, cuyo poder de habla equipara a aquél de Moshé."


La fama de Bilám había sido desde hacía mucho, internacional, como un profundo filósofo y como un intérprete de sueños profesional. Más tarde, él también se volvió conocido como un mago poderosamente efectivo. Reyes, de lejos y cerca le pagaban fabulosas sumas para pronunciar maldiciones sobre sus enemigos, o para pedir sobre sí mismos bendiciones de éxito.


Balak estaba personalmente convencido del poder de Bilám porque años atrás Bilám había profetizado que Balak se convertiría en rey, y ahora la palabra de Bilám había resultado cierta.


Di-s permitió ese poder para que las naciones no pudieran decir que de haberlo tenido, como Israel tuvo a Moshé, nunca se habrían desviado del camino y abandonado los mandamientos del Eterno (Shevá Mitzvot). Pero se desviaron y abandonaron el monoteísmo por el politeísmo y el paganismo.


Más aún, dado que el Rey Balak era el mago más grande de todos los habitantes de Moab, (quienes eran todos diestros en el arte), él, más que ningún otro, apreciaba el poder de Bilám sobre los poderes de tumá (impureza).


El mismo Rey Balak tenía el siguiente poder mágico especial:


En tiempos antiguos había personas que, manipulando las fuerzas de tumá (impurezas), podían crear pájaros que revelaban secretos del futuro. Ellos utilizaban una cierta combinación de materiales (oro para su cabeza, plata para el pico, cobre para sus alas, y así sucesivamente), y ensamblaban las partes en ciertas horas del día. Finalmente, ellos insertaban en su boca la lengua de un pájaro vivo, colocaban al pájaro artificial sobre el antepecho de una ventana abierta, de modo que enfrentaba al sol de día y la luna de noche. Siete días más tarde la lengua del pájaro comenzaba a hacer un sonido tintineante. Entonces el mago la atravesaba con una aguja de oro y el pájaro comenzaba a hablar.


Balak era más experto que cualquier otro en crear este pájaro mágico. Su nombre, Balak ben Tzipor, significó, "Balak quien podía adivinar el futuro por medio de un pájaro mágico." Este pájaro le revelaba secretos que ningún otro conocía. Entre otras cosas, le contó que Balak sería primero victorioso sobre los judíos pero finalmente caería en sus manos.


Un día Balak estaba realizando sus ceremonias usuales para hacer hablar al pájaro. Mientras se inclinaba y le ofrecía incienso, el pájaro súbitamente se fue volando. Cuando no retornó inmediatamente, Balak se apenó. Un tiempo más tarde, no obstante, retornó, pero seguido por una ardiente llama que chamuscaba su cola. Esto pronosticaba que el poder de la Shejiná (Divinidad) finalmente derrotaría a sus poderes de tumá.


No obstante, Balak eligió invitar a Bilám a maldecir a los judíos porque él creía que los judíos estaban sujetos a las fuerzas naturales (mazalot) igual que todas las otras naciones. (El no comprendió que Kahal Israel está bajo la directa Providencia de HaShem).


Si Balak mismo era un mago, ¿por qué él necesitaba a Bilám? De hecho, la pericia de uno complementaba la del otro. Balak era diestro en materias prácticas; por ejemplo, él podía determinar exactamente dónde uno debe pararse para maldecir eficazmente. Bilám poseía las llaves más internas, las palabras apropiadas con las cuales maldecir.


¿A quién pueden ser los dos comparados?


Uno (Bilám) era como un cirujano que puede manejar un escalpelo pero no está familiarizado con las partes del cuerpo. El otro (Balak) era como un anatomista que puede identificar el órgano enfermo pero no puede realizar cirugía. Juntos, pueden emprender una operación.


Similarmente, Bilám sabía el momento preciso cuando una maldición sería efectiva, y Balaq sabía el sitio desde el cual ella debía ser pronunciada. Balak concluyó, "Dejádme convocar a Bilám; juntos, venceremos al pueblo judío".


Balak Envía Delegados a Bilám

Balak solicitó que hombres sabios de Midián se unieran a la delegación que él estaba enviando a Bilám. Los midianím consintieron, a pesar de que ellos habían estado hasta ahora en guerra con Moab. Los dos antiguos enemigos se aliaron por su odio común contra los judíos. Temeroso de que Bilám pudiera negarse porque él no tenía sus herramientas mágicas a mano, los delegados llevaron consigo un equipo por si acaso. Ellos arribaron a la ciudad natal de Bilám, la ciudad de Petor en Aram Naharaim, y dijeron a Bilám en nombre de Balak, "Una nación de 600.000 hombres ha escapado de Egipto. ¿No nos aseguraste vos, Bilám, que hechizásteis todas las fronteras de Egipto para que los judíos nunca pudieran partir? Bien, ellos lo hicieron, y a pesar de que no tienen ni rey ni tierra, mataron a los poderosos gigantes Sijón y Og.


"¡No repliquéis que nada de esto es de nuestro interés, porque ahora los judíos están ante nuestras fronteras! Nosotros no hemos visto nunca a un pueblo más extraño. No podemos verlos porque están ocultos por Nubes de Gloria, mientras ellos nos observan. Yo, Balak, solicito que vos vengáis a asistirme. Esta nación batalla con palabras. Vos, también, poseéis el poder de las palabras. Si venís y maldecís a este pueblo, nosotros los demoleremos. Yo estoy convencido de que vuestras bendiciones y maldiciones son eficaces, porque después de que maldijísteis la ciudad de Jeshbón en Moab, Sijón pudo conquistarla. Yo os recompensaré liberalmente por vuestros servicios."


Usualmente, Bilám tomaba poco interés personal en los objetivos de sus bendiciones y maldiciones. El era un profesional, que trabajaba por dinero. De hecho, mientras la asignación fuera lucrativa, él maldeciría a quien previamente había bendecido, y viceversa. No obstante, la oferta de Balak despertó un fuerte interés personal en Bilám. El no deseaba más, que dañar a los judíos. Bilám era el nieto de Laván. El creía la calumnia de los hijos de Laván, "Ya'akov robó a nuestro padre todas sus posesiones."


Bilám por consiguiente odiaba a la descendencia de Ya'akov con todo su corazón. Mientras sirvió como consejero del Faraón en Egipto, Bilám había aconsejado al rey egipcio bañarse en la sangre de niños judíos. El también había instado al Faraón a arrojar a los varones recién nacidos en el Nilo. Bilám era particularmente hostil hacia Moshé, dado que él sentía que su propia sabiduría igualaba la de Moshé.


No obstante, Bilám dijo a los delegados, "Yo no puedo daros una respuesta inmediata. Viajaré con vosotros sólo si Di-‐s me permite. Yo me comunico con Di-‐s por mis poderes de magia. El se me revela sólo de noche, así que alojáos aquí y yo os daré una respuesta en la mañana."


Tan pronto como los hombres sabios de Midián oyeron que Bilám sometía sus acciones a la Voluntad de Di-­s, se despidieron de él y retornaron a su país. Ellos no fijaron esperanza en el éxito de su misión, razonando, "Los judíos son los hijos de Di-­s. Ningún padre permite que sus hijos sean dañados." Los delegados de Moab, no obstante, accedieron permanecer por la noche en la casa de Bilám.


Usualmente, Bilám percibía a Di-­s por sus poderes de kishuf, (brujería). Ahora, por primera vez, HaShem le concedió una visión profética por medio de ruaj hakodesh (Inspiración Divina).


A pesar de que el impuro Bilám era indigno de exaltación, Di-‐s le concedió la visión profética en honor de Kahal Israel. (Algunas veces, HaShem se revela a reshaím (malvados) por consideración a los tzadikím (justos). Así, El le habló a Laván en un sueño profético por consideración a Ya'akov, y al rey filisteo Abimelej por consideración a Abraham.)


Di-s preguntó a Bilám, "¿Quiénes son estos (malvados) hombres que están con vos?" Esta pregunta era una prueba para Bilám, quien debería haber replicado, "Señor del Universo, Vos sóis omnisciente; Vos no necesitáis preguntarme quiénes son ellos." Pero, ardiendo de deseo por maldecir a los judíos, Bilám malinterpretó la pregunta de Di-­s como una indicación de que El no está siempre consciente de los sucesos en esta tierra. "En tal tiempo," él pensó, "mi maldición puede ser eficaz." El replicó arrogantemente, "Balak ben Tzipor, rey de Moab, los envió a mí para pedirme maldecir a los judíos. (¡Vos véis cómo aún los reyes buscan mi asistencia!)".


Di-s deliberadamente engañó a Bilám planteando una pregunta ambigua como un castigo midá-­kenegued-­midá (medida por medida) por engañar Bilám a su generación.


Las siguientes personas introdujeron ideas nuevas, algunas para mejor y otras para peor:

­‐ Noaj, entre otras cosas, fue el primero en embriagarse, e inició la práctica de maldecir a otros (cuando él maldijo a su nieto Canaán).

­‐ Abraham, entre otras cosas, fue el primer hombre en exhibir signos de edad madura, los cuales él había solicitado de Di-s. Abraham fue pionero en establecer posadas gratis para viajeros.

-­Bilám, entre otras maldades, estableció guaridas para jugar y casas de prostitución.


Antes de los tiempos de Bilám, las naciones gentiles mantenían oficialmente un cierto estándar de decencia, en reconocimiento de que la inmoralidad había sido una de las razones para el Diluvio que destruyó al mundo.


Bilám, quien él mismo sucumbía a las más bajas formas de lujuria, enseñó a la humanidad cómo entregarse a la inmoralidad. En la noche que los hombres sabios de Moab se alojaron en su casa, él los introdujo a sus prácticas inmorales.


De ahí que, Di-­s pagó a Bilám con la misma moneda engañándolo. Di­‐s replicó a la pregunta de Bilám, "¡Vos no podéis ir con estos hombres!" El vanidoso Bilám pensó, "Quizá El no quiere molestarme a mí, el tzadik, para viajar a un país distante." inquirió esperanzadamente, "¿Puedo entonces maldecir a los judíos desde aquí?". "No," replicó HaShem, "vos no podéis maldecirlos desde ningún lugar".


Bilam solicitó, "Si es así, permíteme bendecir al pueblo judío en cambio (y una bendición, en un tiempo inoportuno, es equivalente a una maldición)". "Ellos no necesitan vuestra bendición," respondió HaShem. "Ellos están bendecidos a través de sus ancestros, y Yo los bendigo diariamente aprobando birkat cohaním (la bendición del Cohén)".


Cuando Bilám se levantó a la mañana siguiente, transmitió sólo en parte el mensaje del Todopoderoso. En vez de admitir que Di­‐s le había prohibido partir, el arrogante Bilám explicó, "Di-­‐s no me deja ir con vosotros." El enfatizó "vosotros," guiando a los

delegados a inferir que Di-­‐s no le permitía viajar en su compañía porque ellos eran de rango inferior.


Ellos retornaron al Rey Balaq con la réplica, "¡Bilám no nos considera suficientemente distinguidos para invitarlo!" El mismo Rey Balaq conjeturó que Bilám había rehusado porque no estaba satisfecho con la paga. El rey reunió a otros delegados de más noble rango que los primeros, y les instruyó decir a Bilám, "¡Por favor no rehuséis venir! Balaq os ofrece un salario de lejos más elevado que antes."


Esta vez Bilám confesó a los mensajeros, "Yo no puedo transgredir el mandamiento de Di-­s, aún si Balak me ofreciera todo el oro y plata de sus tesoros." De hecho, el artero Bilám estaba insinuando el pago exorbitante que exigiría -­‐ toda la fortuna de Balaq.


"Esta suma no es exagerada," reflexionó el codicioso Bilám. "Totalmente al contrario, yo soy un trabajador barato. Balaq me contrata para aniquilar a una nación entera.


Si no fuera por mí, él tendría que movilizar y financiar un ejército, lo cual le costaría mucho más que lo que contiene su tesoro. Además, su ejército podría no ganar la guerra, mientras el éxito de mis maldiciones está garantido." "Quedáos aquí durante la noche," dijo Bilám a los príncipes moabitas. "Dejádme ver qué más HaShem me dirá."


A pesar de que él había escuchado claramente a Di-­s prohibirle maldecir a los judíos, su deseo de unirse a Balak era tan ardiente que él hizo otro intento para obtener permiso. Cuando Di-­s vio la insistencia de Bilám, El consintió, dado que "todo hombre es conducido en la senda que él desea ir." Di­‐s dijo, "Malvado, ¿sabes por qué quise impedirte unirte a Balak? Yo deseaba evitar tu muerte.


Yo no deseo la muerte ni siquiera de un rashá. Si tú insistes en seguir el camino a la destrucción, entonces ve. HaShem también permitió ir a Bilám para que él no alegara más tarde, "HaShem teme mis maldiciones. Por lo tanto, El no me permite maldecir a Su pueblo."


Así, aquella noche, Di-s le informó a Bilám, "Si vos insistís en ir con estos hombres, podéis. No obstante, Yo os doy permiso meramente de ir allí y dar consejo, o para otro propósito similar. Bajo ninguna condición vos podéis maldecir a los judíos." Si Bilám hubiera sido honesto, habría explicado a los mensajeros de Balaq que a él sólo se le había permitido ofrecer consejo. No obstante, Bilám ocultó el punto de ellos. El estaba bien complacido con la respuesta de Di­‐s. "Al igual que El cambió Su opinión acerca de mi partida," pensó, "Todavía cambiará Su opinión acerca de mi maldecir a los judíos." Cuando Di­‐s vio que Bilám no emprendía viaje en su misión con el fin de obedecerlo sino a fin de maldecir a los judíos, El se encolerizó.


Shabat Shalom.

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