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Parasha 10 Miketz

Resumen de la Parashá


Como dijimos en la parashat pasada, Miketz significa “al cabo”  o “después”, siempre aludiendo al factor tiempo.  Dos largos años tiene que esperar Yosef aun, encerrado en la celda, hasta que finalmente llegó el tiempo de su liberación. Todo comienza a cambiar cuando el Faraón tiene dos sueños, uno de vacas gordas y flacas y otro, de espigas hermosas y espigas secas. El monarca, perturbado por el sueno,  busca interpretarlos.  Y entonces pide a sus sacerdotes que lo interpreten.  Al no encontrarse nadie capaz de hacerlo en todo el gobierno, la noticia llega al copero quien recién entonces se “acuerda de Yosef”. 


La orden es dada y Yosef es sacado de la prisión, preparado y presentado ante el Faraón. Luego de darle al Eterno el honor debido a Su Nombre, Yosef recuerda al monarca ambos sueños y además, se los interpreta a plena satisfacción del emperador. Debido a la naturaleza profética del sueno, en realidad era un mismo sueno dado en dos formas diferentes, Yosef da ciertas recomendaciones administrativas al Faraón quien no encuentra mejor candidato que el propio Yosef para dirigir la economía del país en los siete años de abundancia que vienen de tal manera que haya suficiente comida para los siete años de escasez que le seguirán. 


De esta manera, el preso se convierte en gobernador supremo del gobierno, solamente por debajo del Faraón mismo.  Se le entrega a Yosef una mujer por esposa, de nombre Asenat, nada menos que la hija de Potifar, y de esa relación nacen dos hijos, Manasés y Efraín.  


En efecto, viene  siete años de extraordinaria abundancia y Yosef toma las medidas necesarias para almacenar tantos granos como sea posible. A los siete años de escasez siguen siete años de hambrunas y he aquí que solamente Egipto tenía suficiente trigo para saciar el hambre de la región.


Esto causa que Yaakov envíe a sus diez hijos mayores a Egipto para procurar comprar alimentos y regresar. Benyamim queda en casa con su padre, pues este tiene temor de enviarlo, no sea que le ocurra alguna desgracia como a su hijo Yosef. 


Al llegar a Egipto, Yosef, vestido como egipcio y hablando el idioma egipcio, no es reconocido por sus hermanos, pero él sí los reconoce, y estos “se postran” ante el gobernador mientras se presentan. Contrario a lo esperado, el gobernador  acusa a sus hermanos de “espías” a fin de causar que Binyamim, su hermano, sea traído a su presencia y verificar con sus propios ojos que estaba vivo y sano. Como excusa, Simón es dejado de rehén en una cárcel especial a fin de asegurarse que sus hermanos regresen con Binyamim. 


Mientras descienden de Egipto hacia Jebrón, en una parada del camino descubren el dinero que habían pagado por el trigo guardado en sendas bolsas de sus costales. Confundidos y sin comprender lo que está sucediendo, continúan su camino a casa.


Al comenzar a terminarse la provisión adquirida, Yaakov insiste en que volvieran a Egipto por más trigo, pero el factor Binyamim crea una disputa familiar hasta que Judá asume total responsabilidad con el alma del muchacho y finalmente Yaakov lo deja ir con el resto de sus hermanos. Al llegar a Egipto son recibidos por Yosef en persona quien tratándolos amablemente y saludando especialmente a Binyamim, libera a Simón, conforme había prometido. El dinero encontrado en los costales en el primer viaje, es devuelto, pero no recibido. Compran más alimentos y repletos de víveres regresan a casa. Pero en el camino son interceptados por la guardia personal de Yosef y acusados de ladrones, por haber hurtado la copa de plata de Yosef. En verdad, dicha copa había sido escondida exprofesamente  como parte de plan maestro concebido por Yosef para bendecir a sus hermanos y al resto de la familia. Molestos en gran manera por la acusación, y para probar su inocencia, proponen que al dueño del costal donde encuentren la copa, que sea hecho siervo de Yosef. Se busca la copa, desde el mayor hasta el menor y he aquí que aparece en el costal de Binyamim, quien, por la propia palabra de sus hermanos, queda convertido en esclavo personal del gobernador de Egipto.  La angustia hace presa de todos, se presentan de nuevo ante el gobernador, y de nuevo se postran los once ante su presencia pero  Yosef decide que “el varón en cuya mano fue hallada la copa, será mi esclavo, pero vosotros iréis en paz a vuestro padre”. 


Haftaráh


Después de recibir una revelación profética mediante un sueño, el rey Shelomó se presenta delante del Eterno y ofrece sacrificios de paz y se regocijó  con sus oficiales y siervos. Regresando entonces a sus audiencias, se presentan delante del rey dos mujeres en una disputa familiar. Las dos, recién paridas, vivían juntas en un mismo cuarto y una de ellas, por un descuido mientras dormía, aplastó al bebé y se asfixió. Al darse cuenta, lo cambió a su amiga por el vivo. Cuando la madre del bebé vivo descubre su hijo muerto y reconoce lo que había acontecido, hubo una altercado y deciden presentarse ante el rey. Una decía: el bebe muerto es el tuyo, y el vivo es el mío. La otra decía: el vivo es el mío, el muerto es el tuyo. La decisión “salomónica”  fue ordenar que tomaran al bebé vivo y se partiera a la mitad, dando a cada madre una de las partes. Ante tal decisión, la verdadera madre, conmovida, prefiere perder la patria potestad de su hijo, antes de verlo muerto. Así que pide al rey que deje al niño a la otra. Tal acción mostró a Salomón la identidad de la verdadera madre. La sabiduría del monarca se hizo evidente y su fama se extendió pronto por todo Israel, ganándose el respeto y el cariño del pueblo. 


De este incidente aprendemos que cuando pedimos al Eterno sabiduría de lo Alto para atender los asuntos del Reino, nuestro Padre que es bueno, no los concede. Y de ahí que fue escrito: “Si alguno tiene falta de sabiduría, que la pida a Eloha, el cual da a todos abundantemente”.


Sin embargo, la sabiduría no es un fin en sí misma, sino un instrumento para alcanzar el verdadero fin, que es la justicia del Reino, como afirma el último pasuk de la haftaráh: “Sabiduría de Eloha para administrar justicia”.


Tzofen HaMaljutí


Debido a la fiesta de Janucá, la sección del Código Real es compartida entre el Shabat pasado y el presente. Favor mirar el resumen de la sección previa.


COMENTARIOS


La llegada de los hijos de Yaakov  a Egipto, comenzando con Yosef cuando tenía apenas 17 años de edad, forma parte de la profecía que fue dicha a Avraham Avinu, según estudiamos oportunamente.


De acuerdo con dicha profecía, los hijos de Israel serían enviados a un largo exilio en Egipto donde serían abusados y esclavizados por 410 (cuatrocientos diez)  años.


La opinión de la mayoría de los poskim, siguiendo a Rashí afirma que el reloj profético para esta profecía se activa con el nacimiento de Yitzjak.


Sin embargo, esto presenta un problema porque Yitzjak nunca salió de Eretz Yisrael, es decir, no conoció el exilio.  Por tanto, la única opción válida es que  interpretemos  el texto y lo veamos como un “exilio espiritual”  más que físico. 


De ser así, entonces aquí estamos en presencia de un milagro, o sea, cómo lo espiritual y lo material se juntan para adelantar las profecías, pues a no dudarlo, los 430 años tienen una dimensión física más allá de toda duda razonable. 


Consecuentemente, las profecías se activan, cuando su dimensión espiritual y material se juntan para cumplir exactamente lo que el Eterno ha prometido.


Yosef es vendido a Egipto cuando su abuelo paterno tenía aproximadamente 168 años de edad. Cuando Yitzjak muere a la edad de 180 años, Yosef lleva doce años en Egipto. 


Si calculamos que los días de su prisión fueron 12  años, entonces significa probablemente que muriendo  Yitzjak, resucita Yosef de la prisión para ser el virrey de Egipto.  La partida de un tzadik causa siempre la llegada de otro para luz del mundo.


Consecuentemente, la muerte de Yitzjak precipita un nuevo conteo en la profecía de los 430 años, pues la salida de Yosef de la cárcel reinicia la cuenta regresiva de la profecía del exilio egipcio. 


Por otro lado, a partir de la llegada de Yaakov en Egipto, se cuentan 210 años que fue el tiempo físico del exilio de la Casa de Israel en su totalidad.


Los primeros 220 años se cuentan desde el nacimiento de Yitzjak hasta su muerte (220-180= 40 años) y desde la llegada de Yaakov avinu a mitzarim. 


Significa entonces que el exilio de Yaakov en Egipto se da al comienzo del virreinato de Yosef y esto deja al menos casi 10 años de preparación espiritual antes de Yaakov se encuentra con su hijo.


Pregunta: ¿Por qué fue decretado por la sabiduría divina que Yaakov tuviera ese tiempo de espera antes de encontrarse con su hijo?

Respuesta: El Eterno quería honrar a Yaakov, el padre de las doce tribus de Israel y por tanto, lo mantuvo alejado del exilio hasta que su arribo a Egipto fuese de una manera honorable, de tal manera que fuese respetado y ubicado en el lugar apropiado durante el resto de los días de su vida aquí en la tierra.


De esto aprendemos que aunque ciertas promesas hayan sido dadas, muchas veces los justos son colocados en un compás de espera, para que las condiciones estén dadas de modo tal que al llegar a un lugar, el honor y la bondad divinos sean evidentes a todos.


Mientras Yaakov espera, el Eterno, BH, está causando que el honor y la fama de su hijo primogénito con Rajel sean levantados en Egipto de tal manera que la llegada de su padre se corresponda con ese honor y con esa fama. 


La fama de Yosef


Cuando estudiamos cuidadosamente esta parashá, nos damos cuenta cómo opera la providencia divina. ¿Por qué se le olvida al copero su experiencia con Yosef? Según el midrash, luego de los sueños del Faraón hubo una encuesta en todo Egipto para que todos los magos y adivinos del imperio presentasen al Faraón la  interpretación de sus dos sueños.


Así como había magos y adivinos, pues Egipto era la crema y nata de la idolatría y la hechicería en el mundo, así fueron de diversas las interpretaciones dadas al emperador. Pero ninguna satisfizo al monarca.


El midrash observa un gran detalle en este proceso: que si Yosef hubiera sido recordado por el copero desde el principio y hubiese dado al Faraón la interpretación de sus dos sueños, sin que el resto de los magos y hechiceros hubiesen tenido la oportunidad de hacerlo, podrían haber respondido al Faraón: “De habernos concedido la oportunidad, habríamos interpretado lo mismo”, y de esta manera la fama de Yosef habría sido disminuida. 


Pero ahora, cuando todo el mundo tuvo su oportunidad de dar la interpretación sin que ninguna se acercase para nada a la ofrecida por Yosef, era evidente que el espíritu que opera en Yosef superaba al de los magos de todo Egipto.


Pregunta: ¿Qué importancia tienen los sueños?

Respuesta: Cuando son sueños proféticos, son profecía, aunque en su nivel primario, pero son considerados profecía. 


Pregunta: ¿Son todos los sueños proféticos?

Respuesta: No, la mayoría de los sueños no son proféticos.


Pregunta: ¿Cómo reconocer un sueno profético de uno no profético?

Respuesta: Cuando hay un sueno profético, la interpretación del mismo, dada por una persona llena de Rúaj HaKodesh, determina su grado de profecía. Yosef interpretó el sueno del Faraón porque estaba lleno de Rúaj HaKodesh y solamente por Rúaj HaKodesh se pueden clasificar los sueños.


41:1  “Y al cabo de dos años…”

Pregunta: ¿Por qué el Eterno permite que Yosef sea enviado a la cárcel por diez años?

Respuesta: Según el midrash, para expiar sus pecados en relación al mal informe que daba a su padre de sus hermanos. Como fueron diez hermanos, fueron diez años, un año por cada hermano.

De esto aprendemos que si una cárcel física u espiritual, cuando levantamos malos reportes de nuestros hermanos, debemos esperar que el Tribunal Celestial intervenga para purificarnos del pecado de lashón hará. 


Pregunta: ¿Por qué entonces se mencionan dos años en este pasuk, haciendo un total de doce años en la cárcel?

Respuesta: Responde el midrash que al principio estaba determinado que Yosef solamente estuviera diez años en la cárcel, pero estos dos fueron añadidos para corregir a Yosef por haber colocado su confianza en el copero y no en el Eterno, al decirle: “Acuérdate de mi y sácame de esta prisión”. Al confiar que el copero podía “acordarse” y “sacarlo” puso su confianza en el medio y no en la fuente y el resultado fueron dos años más de purificación del carácter.


Pregunta: ¿No era demasiada disciplina para tan pequeño desliz?

Respuesta: Cuando la misión de un hombre en la tierra es extraordinariamente grande, el Eterno demanda un grado de exigencia mucho mayor que para las cosas comunes. Por tanto, Yosef, a quien se le encargaría una obra extraordinaria, debía tener un carácter extraordinario. Según la demanda es la exigencia. 


41:37-47  Yosef elevado a gobernador, recibe toda autoridad.

Esta sección nos presenta la ascensión de Yosef como gobernador de Egipto ejerciendo toda autoridad en el imperio, excepto sobre la suprema del Faraón mismo. 


Según Rashí, la ley del país establecía que un extranjero no podía ocupar el puesto de virrey. Menos un esclavo comprado en subasta pública por veinte piezas de plata. 


De modo que alguna gran protesta se dio en las cortes del palacio. Uno de los puntos que objetaban era el de las lenguas. De no hablar en lenguas, no podía ser ni emperador y ni virrey. 


Siendo setenta (70) las naciones de la tierra, se esperaba que el Faraón y el segundo al mando, fuesen capaces de comunicarse en setenta idiomas o lenguas diferentes.


El Faraón había logrado hablar  69, pero la gente pensaba que hablaba los setenta y por ello pudo ocupar la silla imperial en Egipto. Este era un secreto muy bien guardado por el Faraón.


En todo caso, los príncipes de Egipto, que aspiraban al puesto, objetan al Faraón que Yosef solamente hablaba dos lenguas, la egipcia y la hebrea. Así que el Faraón propone hacerle un examen a Yosef al día siguiente.


Según el midrash, esa noche, no obstante, un ángel del Eterno se le apareció en sueños a Yosef y le enseñó  a hablar en setenta lenguas como galardón por haberse mantenido puro sexualmente en lo relacionado con la esposa de Potifar.


De ahora en adelante Yosef tenía el don de lenguas y podía comunicarse en setenta idiomas diferentes según la Rúaj HaKodesh le permitía recordarlos de acuerdo con la necesidad del momento.


Esta bendición es aludida por nuestro Maestro HaKodesh, cuando afirma que al presentarnos delante de magistrados y reyes, no nos preocupemos qué hemos de hablar o decir, porque en esa hora, nos será dada la palabra oportuna, porque no somos nosotros, sino la Rúaj HaKodesh quien habla por medio de nosotros.


Armado con este recurso del cielo, Yosef es llamado ante el Faraón quien lo probaría. Primero le habló en lengua egipcia y todos oyeron la respuesta de Yosef en egipcio. Después le habló en arameo, y todos oyeron hablar a Yosef en arameo.  Luego le habló en fenicio, y todos oyeron hablar a Yosef en fenicio.  Y así sucesivamente en todas las setenta  lenguas conocidas por el Faraón.


Mientras Yosef ascendía al trono, llegó un punto donde estaba justamente frente al monarca. Entonces Yosef le dijo algo privado en hebreo y el Faraón no entendió la lengua sagrada. El monarca pide clases privadas. Yosef intentó darle clases en privado, pero el Faraón no pudo captarlo.


Desde entonces fue un gran secreto entre el Faraón y Yosef, pues de saberse que el Faraón no dominaba la lengua hebrea, podía ser destituido por los príncipes egipcios, por considerarlo una afrenta al trono. 


Pasada la prueba, no hubo dudas, hasta los ministros aspirantes al puesto sabían que no podrían competir con Yosef, porque de hablarles en las setenta lenguas conocidas, no habrían pasado la prueba como lo hiciera Yosef.


Desde entonces, la fama y el honor de Yosef fue reconocida por todos.  Finalmente el Faraón, sin obstáculos, nombra oficialmente a Yosef gobernador de todo Egipto y le entrega el anillo real en presencia de todos sus príncipes.


De esta manera Yosef es vestido con las ropas apropiadas y paseado en carroza real por toda la capital del imperio. Todo el mundo debía sujetarse a su autoridad  e inclinarse en señal de honor y respeto ante su presencia. 


Yosef tiene entonces toda autoridad en la tierra de Egipto, superada únicamente por del Faraón mismo, quien para entonces, le da un nuevo nombre que nadie sabía hasta ese momento: “Tzafnat Paneaj”, esto es, “Revelador de las cosas ocultas”. 


Las bodas de Yosef


El Faraón entrega a Yosef la hija de Potifar, el mismo Potifar que compró a Yosef cuando fue vendido como esclavo años atrás.  El nombre de la joven es Asnat (Asenat) y según el midrash, fue la hija de Dina que le nació de la violación a que fue sometida por Siquem, asunto que ya hemos estudiado previamente. De ser así, Asnat  no fue hija biológica de Potifar, sino posiblemente compraba como sierva y eventualmente adoptada como hija. 


La leyenda afirma que Yaakov preparó un “pendiente” que colocó alrededor del cuello de su la hija de Dinah cuando  fue enviada a Egipto junto con su madre. La inscripción en caracteres hebraicos informaba de su genealogía y concluía con estas enigmáticas palabras: “Quien se case con esta niña, se casa con alguien de la familia de Yaakov”. 


Según otra teoría, Asnat era una egipcia pero que luego hizo su conversión al Elohim de Israel por la influencia de Yosef.  Yosef tuvo dos hijos, Manasés y Efraín. Tuvo cuidado de enseñarles desde niños, la lengua sagrada. 


La gestión administrativa de Yosef


Ya bien establecido en Egipto,  Yosef sabe de las implicaciones que tienen los siete años de escasez  que vendrían sobre toda la tierra. Anticipaba que su padre enviaría a sus hermanos por trigo. Y consecuentemente introdujo una serie de leyes administrativas con la mira de permitir que sus hermanos eventualmente pudieran venir a él en Egipto. Así que legisla, entre otras cosas, que aun los extranjeros podían adquirir trigo pagando su justo precio. 


Para entonces designa a su hijo primogénito, Manasés, como director del control  de cambio monetario. De modo que todos los que entraban a Egipto por comida, luego de pagar los costos aduaneros, debían pasar por las oficinas de Manasés, hacer el cambio de moneda y registrar sus nombres y procedencia.


Manasés tenía instrucciones privadas y especiales de su padre que si venían extranjeros hablando hebraico, que fuera informado inmediatamente y que el asunto se mantuviera en total secreto.


Cuando se inicia el período de hambruna, solamente en Egipto había suficiente alimentos y gente de todos lados entraba al país en busca de alimentos. El cambio monetario traía ganancias magníficas al arca del Faraón. Egipto literalmente se  llenó de oro y plata y piedras preciosas.


La economía andaba por las nubes. Todo gracias a las previsiones administrativas de Yosef.  En realidad, mirando a distancia, el Eterno estaba enriqueciendo a Egipto para luego pasar toda esa riqueza a los hijos de Israel, cuando la hora del éxodo arribara. 


De esto aprendemos que cuando el momento de la redención se aproxima, la riqueza de las naciones pasarán a los hijos de la promesa para que puedan ser retribuidos por los años de aflicción y dolor a que fueron expuestos pues mientras mayor es el dolor mayor es la retribución del honor.


42:1-28  Los hijos de Yaakov descienden a Egipto


Pregunta: ¿En realidad sufrió hambre Yaakov al punto de tener que enviar a Egipto por comida? ¿No llenó Yaakov  los costales de sus hijos, repletos de alimentos para regalar al “hombre fuerte” de Egipto y los envió con sus hijos, regalos de frutas, miel, especias, mirra, nueces y almendras entre otros, según está documentado en 43:11? ¿Por qué entonces envía a sus hijos por trigo si tenían alimentos suficientes en reserva?


Respuesta:  Según Rashí, y basado en una opinión del Talmud, Yaakov no tenía necesidad de enviar a sus hijos a Egipto por comida, pues contaba con suficientes alimentos en reserva, pero la gran preocupación de Yaakov era su hermano Esav, sumido en la pobreza.  Por tanto, cuando dice a sus hijos: “Bajad (a Egipto) y compradlo (el trigo) para que podamos vivir y no muramos”, en realidad  era por su temor a que Esav con sus generales, le atacara para robarle sus bienes y entonces esto causaría un serio problema económico. Consecuentemente, él también envía sus hijos por trigo a fin de no dar la impresión de arrogancia económica ante los ojos de su hermano que había empobrecido.  Pero este es el lenguaje del midrash.


La realidad es que Yaakov tiene que sufrir también la escasez de trigo, no necesariamente de otros frutos, y por ello envía sus diez hijos a Egipto. El trigo y sus derivados, tanto ayer como hoy, es la base de la alimentación del mundo.


La noticia entusiasmó  a todos los hermanos, porque aun pensaban que tendrían la posibilidad de encontrar a Yosef y regresarlo a su padre antes de su muerte. Así que decidieron entrar a Egipto por diez lugares diferentes, de tal manera que tuviesen más posibilidades de encontrar a su hermano.


Pero lo que ellos no sabían es que todas las entradas concluían en la oficina central de control de cambio e inmigración controlada por Manasés. Al final del día cuando Yosef revisa la lista de visitantes, descubre que habían entrado sus hermanos por diez puertas diferentes.


Inmediatamente ordena que todos los centros de venta y distribución de granos sean cerrados y que solamente el mayor de ellos, ubicado en el centro mismo de la ciudad, se mantenga abierto.


De esta forma sus hermanos estarían obligados a encontrarse en un solo y mismo sitio fácilmente detectables por el sistema de seguridad nacional establecido por Yosef.


De modo que para el momento de la entrada de los diez hermanos a Egipto, Yosef conoce de ellos, pero ellos no saben nada de él.  


Yosef escribió los nombres de todos sus hermanos en un papiro y los entregó al distribuidor de cereales con la orden específica que cada vez que se presentara uno de ellos, fuese detenido por el guardia egipcio y llevado específicamente a las oficinas del gobernador. 


En todo caso, los diez hermanos fueron a parar a la oficina de Yosef, quien ocultó su identidad y usó a su hijo Manasés como interprete. 


42: 13,14  “Tus siervos son doce hermanos… el menor es el único que falta que quedó en la casa de nuestro padre y el otro no aparece (ya no existe) Y dijo Yosef: Es lo que dije, sois espías…”


Pregunta: ¿Sobre qué base demuestra Yosef a sus hermanos que su acusación de espionaje es válida?

Respuestas: La narrativa bíblica es sumamente interesante aquí. Al acusarlos de “espías” Yosef no puede aun demostrar la legitimidad de su caso, pero cuando los hermanos afirman que somos “doce”  el menor quedó… y el otro no aparece”  el texto sagrado continúa diciendo: “Y dijo Yosef”. En realidad,  el significado es que Yosef revela el nombre del hermano “que no aparece”, como si el texto dijera: “… y el otro no aparece… Y dijo: Yosef”.  En otras palabras, Yosef es el nombre del hermano perdido. De esta forma,  se demuestran sus poderes de “revelación”.  Consecuentemente al acusarlos de “espías”, lo hace con una base apropiada, es capaz de revelar los secretos, pues así como “supo”  que el nombre de hermano perdido es “Yosef”, así conoce que ellos son “espías”.


Las acusaciones


Las acusaciones de Yosef, a primera vista, parecieran provenir de un corazón repleto de odios y venganzas. Pero tal actitud está prohibida por al Toráh que afirma: “No te vengarás ni guardarás rencor  contra los hijos  de tu pueblo”.


Pero la ausencia de rencor y de odio, no es razón para no denunciar el mal, pues previamente dice la Toráh : “No albergarás odio contra tu hermano, pero reprenderás a tu hermano para que no lleves su pecado”. 


Consecuentemente las acciones de Yosef no tienen otra intención que causar a sus hermanos una oportunidad para expiar sus pecados y hacer teshuvá. Solamente cuando su teshuvá sea perfecta, entonces se les revelará; mientras tanto, mantendrá oculta su identidad. 


42:17  Y los juntó en la cárcel tres días


¿Por qué tres días con sus noches? Para expiarles sus pecados. Un día por el pecado de haberlo entregado en manos de extranjeros. Un día por haberlo echado en el foso. Un día por haber roto sus vestiduras reales.  De este modo, tres días y tres noches se mantendrá como una señal de expiación de los pecados de Israel. El que tiene ojos para ver, que vea. 


42:21 “Somos en verdad culpables por lo que hicimos a nuestro hermano”. 


Este tiempo en la cárcel logró exactamente el propósito de Yosef: que sus hermanos reconocieran su falta e hicieran teshuvá.  En otras palabras, entendieron que todo el dolor que causamos a otros haciéndole daño y todo el odio sin causa que generamos por nuestras envidias y celos, tienen repercusiones espirituales que nos alcanzarán sin duda más adelante. La angustia de Yosef se presentó delante de ellos y sus corazones fueron quebrantados del pecado cometido muchos años antes.


Muchas veces los problemas del presente son el resultado de acciones equivocadas en nuestro pasado. Corrigiendo  el presente por medio de la teshuvá apropiada, se expía el pasado y se abre la puerta de la redención para vida y paz.


42:24 “Y ató  a Simón”.


Pregunta: ¿Por qué ató a Simón?

Respuesta: Todos los hijos de Yaakov tenían una fuerza física enorme. Recordemos que pelearon contra los de Siquem y los destruyeron, aun cuando estaban doloridos por la operación, pero eran mayoría y sabemos cuando la vida está en peligro, los dolores físicos son superados. Recordemos que vencieron a los ejércitos de los reyes cananeos. Y recordemos que fue Simón quien planeó, junto a Leví, la coartada contra Yosef para asesinarlo. Todavía estaba fresco en las memorias de Yosef cómo Simón lo tomó con sus manos, lo alzó como una piedra y lo lanzó hacia el pozo ciego. Por tanto, afirma Rashí, atar a Simón era una medida preventiva para asegurarse que no hiciera alguna otra trastada y  al separarlo de Leví se eliminaba toda posibilidad de armar otro plan secreto para salirse con las suyas y dañar la teshuvá que ya se había iniciado.


42:30  “El hombre el señores de  la tierra…”


Están hablando de Yosef y lo llaman “el hombre” (Heb.  HaIsh) pero también “el señores” (adonai) en plural. La traducción ha sido: “El hombre, señor de la tierra” y se traduce en singular para mantener la sintaxis de la lengua que exige que concordancia de número. 


Pregunta: ¿Por qué usa la Toráh el término “adonai” (señores) en plural para referirse a Yosef, “el hombre” en singular?

Respuesta: Cuando la Toráh habla en plural de una persona que es singular, tiene como intención subrayar los atributos de majestad, autoridad y dominio que rodea a esa persona. Tratándose de seres humanos, son atributos limitados. Pero tratándose del Eterno, son atributos plenipotenciarios y absolutos. Pero en ningún caso, el plural indica que Yosef fuese  una combinación de tres o más personas compartiendo una misma humanidad. Lo mismo aplica al Eterno quien es Uno y Único, como explicara el Maestro: “La gloria del Elohim único”  y “Que te conozcan a Ti, el  Único  Eloha verdadero”, aun cuando se usa tanto el plural Elohim como Adonai. 


43:6 ¿Por qué mencionasteis que teníais otro hermano?

Lección: Cuando estamos en presencia de una autoridad, especialmente si es hostil, debemos responder solamente lo que nos piden y no dar otra información, porque podría ser usada para complicar más las cosas.


43: 11-14  “Finalmente les dijo Israel, su padre: Está bien, pero haced esto: tomad los mejores frutos de la tierra…”


“Les dijo Israel”, Israel, no Yaakov, en otras palabras, debéis ir en virtud del significado de mi nombre y ello os protegerá.


“Los mejores frutos de la tierra”. Cuando Yaakov avinu envía los presentes a Esav,  la cantidad fue exorbitante. Pero ahora, cuando envía un presente al “señores” de Egipto, es algo mínimo.


Pregunta: ¿Por qué a Esav le envió regalos tan voluminosos y al “señores” de Egipto, tan pequeño?

Respuesta: Cuando se tienen que hacer regalos, en las condiciones descritas por la Toráh en estos dos casos, si la persona es materialista como Esav, hay que impresionarlo con abundancia. Pero cuando estamos en presencia de un dignatario que está rodeado de riquezas, entonces el regalo debe ser pequeño pero sustancioso para mostrar gratitud y reconocimiento, no la más mínima intención de sobornarlo.


43:25-29  “Y se postraron (Vayistajabú… y se inclinaron (veyistajav) nuevamente”.

Ketiv-Keriv  está presente en este pasuk

“Vayistajavú…  Vayistajav”  La primera postración tiene una “vav” al final. La segunda no la tiene. El ketiv (lo que está escrito) incluye una “vav” al final que está ausente en la segunda, pero cuya pronunciación (keri) se hace diferente. Ya hemos explicado el origen de esto y cómo debemos esperar hasta que venga Eliyahu o Mashiaj y nos explique la correcta escritura y pronunciación. 


Como es evidente, la inclinación a tierra ante una persona en autoridad no es señal de adoración, sino de respeto y reconocimiento de la autoridad. Pero en algunas culturas, podría indicar adoración a la persona ante quien se hace la postración. Debido a esto, el judío normalmente, no se postra en público, excepto en una parte de los rezos de Yom Kipur.  El que Tomás se haya postrado ante la autoridad de Mashiaj significa que reconocía Su dominio y medianidad. Interpretarlo diferentemente es violar no solamente el texto, sino la costumbre hebraica que indica siempre respeto, no adoración necesariamente, en el sentido dado por el Cristianismo romano.


43:32 “No podían comer juntos porque para los egipcios es abominación”.


La razón fundamental por la que  los egipcios rechazaban comer con extranjeros, fuesen hebreos o de otra nacionalidad, fue por el cordero.  Los extranjeros  comían carne de cordero, que los egipcios no, toda vez que consideraban al cordero como una deidad y lo adoraban. Algo parecido a las vacas en la India.


Los egipcios se abstenían de comer cordero y sus derivados así como los chivos o cabritos porque además de adorarlos, consideraban que eran los animales donde podían reencarnar sus familiares y amigos. Consecuentemente al comer la carne de un cordero, se estaba comiendo el “alma” encarnada en la misma y esto podría causar “posesión de espíritus (¿demonios?)”, para usar un término que podamos entender mejor en occidente. 


Por tanto, tenían prohibido comer con extranjeros  pues para ellos era “abominación”.


Existe la idea en algunos que comer animales “no limpios”  implica la posibilidad de ingerir el espíritu de esos animales o espíritus  o almas humanas, impregnados en dichos animales que los hace impuros para la alimentación de tal modo que al comerlos, se introduce el espíritu del animal o el espíritu impregnado en el cuerpo de la persona que lo come. 


Tales teorías no resisten la evidencia bíblica y son simplemente costumbres místicas de algunos. Lo que las Escrituras demandan es que se abstenga el hombre de comer las cosas prohibidas por la Toráh, en primer lugar como una expresión de obediencia y sujeción a la voluntad divina y además y como un sub producto de ello,  porque tienen el potencial de dañar la salud del hombre. 


Debemos entender que aunque libertad es dada,  no todos los animales son aptos para el consumo humano. Ni todas las plantas. Ni todos los peces. Cómo aplica esto a judíos y no judíos es materia de disputa entre los poskim. En sentido general, las exigencias de las leyes de kashrut no son demandadas al no judío (ger) pero se exige del no judío (ger) ciertas limitaciones en el área alimenticia. Por ejemplo, no está permitido a los no judíos (ger) ingerir sangre, en cualquiera de sus formas. Tampoco está permitido comer una parte de un animal que haya sido desprendida del cuerpo mientras todavía el cuerpo de donde proviene dicha parte tiene vida. De esto se deduce que el no judío (ger) tampoco puede comer de una carne que provenga de un animal que ha sufrido en el proceso de su muerte.  Todas estas instrucciones y derivaciones provienen de una de las Siete Leyes Universales, la que se relaciona con prohibición de la sangre que a su vez implica la demanda de altos niveles de moralidad hacia el cuidado y preservación de las especies. 


43:33 “Y se sentaron por orden de edad”.


Según Rashí, y citando un midrash, lo que sucedió fue lo siguiente. Yosef, para demostrar “sus poderes sobrenaturales”, puso su “copa” ante la vista de todos. La tapó y la destapó. Al destaparla dijo:


Reuvén – que se siente en la primera silla.  Luego hizo lo mismo y dijo: Simón es el próximo. Repitió la operación y dijo: Leví y luego Judá, Isajar, Zevulón… ustedes seis se sientan juntos porque son hijos  de una misma madre. Según mi copa su madre se llama Leah.


Entonces continuó investigando en “su copa mágica”, y dijo: “Dan… Neptalí…”  ustedes son hijos de una mujer llamada Bilha. “Ustedes se sientan allá” Y les indicó el lugar.


Luego, continuando con la sesión de “alta revelación” con su copa, pronunció dos nombres más y dijo: “Dan… Naftali”. Veo que su madre se llama “Zilpah”. Ustedes se sientan allá. Y también les indicó el lugar apropiado.


Finalmente, y repitiendo el mismo “ritual”  dijo: Benyamim… no tiene madre… como tampoco yo tengo madre… que Benyamim se siente a mi lado”.

Tal demostración de “poderes sobrenaturales”  debió marcar la conciencia de sus hermanos más allá de toda posibilidad de razonar. Estarían, simplemente, anonadados ante tal manifestación de “poder espiritual”.


43:16,17  ¿Qué podemos alegar ante nuestro  adón? ¿Cómo podremos justificarnos?


Al regresar, con la bendición de su padre y el dinero que habían encontrado en sus costales, los doce hermanos almuerzan juntos. Se les da un trato amable y cariñoso. Se les provee de víveres y alimentos en abundancia. Pero Yosef les tenía una sorpresa. Esto cerraría el ciclo de su teshuvá. Por órdenes precisas, la copa de “adivinar”  fue escondida en el saco de Benyamim.  Luego que salen del centro de la ciudad y antes de cruzar la puerta, son interceptados y acusados de ladrones. En este caso, de la “copa sagrada”.  Juran que son inocentes y que donde sea encontrada la copa, el responsable de ella, quien quiera que sea, sea hecho siervo para siempre. Los guardas aceptan. Comenzando por el mayor y terminando por el menor, la pesquisa se inicia con gran diplomacia. Para sorpresa de todos, la copa es hallada en el saco que pertenecía a Benyamim. El decreto estaba pronunciado. Binyamim quedaría esclavo en Egipto para siempre. Regresan al palacio de Yosef quien los recibe áspera y abruptamente. La angustia y desesperación de los diez hermanos, responsables por Binyamim, no podría ser mayor. Y esto sirvió de expiación por el pecado de haber vendido a su hermano Yosef por 20 piezas de plata. 


La entrega de un hermano a extranjeros para que lo humillen, lo vendan como esclavo y aun lo asesinen, es pagado por el principio de “midá kenegued-midá”, esto es, “medida por medida” o sea, que el hombre no puede ser burlado, “todo lo que siembra, es lo que siega”. Tanto la compensación como el castigo, son reflejos del trato divino a las acciones humanas. Aunque tarde, lo que hacemos tiene repercusiones espirituales, como recompensa o como castigo. De esta manera conoce el hombre que las cosas que ocurren en nuestras vidas como personas, familias o naciones, no es simplemente casualidad, sino el resultado de nuestro comportamiento cuando es evaluado y sancionado por el tribunal celestial.  En el caso de la copa, “plata por plata” y de esta manera se despierta la conciencia para arreglar las cosas con Elohim. 


Como en ningún otro lugar de la Sagrada Toráh, esta parashah subraya el carácter redentor de Yehudá y del resto de sus hermanos. En esta parashah se revela la intención de todos de dar sus vidas a cambio de la de Binyamim, por el honor y compasión que merecía su padre.


43: “El varón en cuya mano fue hallada la copa será mi esclavo, pero vosotros podéis iros en paz a vuestro padre”.


Al rechazar la oferta dada por Binyamim, en la cual se ofrecían todos como siervos a cambio de la vida del joven, el dolor y la angustia se apodera de todos, pero especialmente de Judá quien salió fiador por Binyamim ante su padre. Por tanto, será él, como ninguno del resto, quien tendrá que sacar la cara por su hermano a cualquier precio. Esto es dejado para la próxima semana.


Shabat Shalom

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