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El Caballo

“Un caballo está preparado para el día de la guerra, pero del Eterno viene la salvación.” Mishlé (Proverbios) 21:31.



Se escuchan a lo lejos las castañuelas del brioso trotar del caballo azabache, que jadeando va directo a desafiar la guerra, burla el temor y reta al miedo. Sus crines pintadas con las sombras de la noche, como tiniebla que tremola al paso de su valentía.



El caballo es un animal hermoso, fuerte, resistente, ágil y muy inteligente; él sabe que lo es, y por ello, es orgulloso de sus capacidades y belleza. Tiene la belleza del unicornio que nos habla Devarim 33:17 “Un gran rey (Yehoshúa-Josué) saldrá de él, fuerte como un buey, y sus cuernos serán como los del unicornio.” Una de sus características más resaltante de este hermoso animal es que puede mantener el temple, aún cuando la batalla arrecia.



Durante miles de años, y a través de muchas culturas, el hombre ha utilizado los caballos de guerra para sus batallas. Los mongoles, los árabes, los indios americanos, los antiguos egipcios, la Dinastía Shang, Rusia, Kazajistan, el Antiguo Oriente, y muchas otras más; todas estas culturas han dependido de ellos en los campos de guerra. Estos caballos hacían la diferencia entre el éxito o el fracaso; el enfrentamiento dependía en un alto porcentaje de la fortaleza del animal.



Cuando confías en los animales y en los hombres alcanzas y resuelves la mitad de la circunstancia, porque sólo estás lidiando con un mundo físico sin tomar en cuenta el mundo invisible o espiritual, que es tan real como el físico. Pero si apuntas hacia la dirección correcta podrás trazar una línea vertical que alcanza el mundo de arriba, el Olam Habá, paralelo con la tierra. Primero, apoyaras una punta del arco en ese mundo invisible, y la otra aquí en la tierra, de manera que, tus rezos tejerán la cuerda del arco, y tú serás la flecha que lo tense para subir hasta ese lugar Sanctasanctórum, donde Moshe Rabenu recibió nuestra Santa Tora. Entonces juntarás los dos mundos, el de arriba y el de abajo; o lo que es lo mismo, tu alma y tu cuerpo físico serán uno que entra en consonancia y armonía con el Plan, el Pacto sempiterno con el Aba Kadosh.



El Eterno con Su bondad inextinguible y Su misericordia imperecedera, juró que serías una pieza importante y clave para Su pueblo amado Israel. Miles de años antes que viniera nuestro Santo Ribi Yeshua Hamashiaj a este planeta, ya Hashem había decretado la salvación eterna para Israel en el Libro de la Constitución del Reino de los Cielos: ¡La Tora! Y así está escrito:



“Israel es salvado por el Eterno, una salvación eterna.” Yeshayá (Isaías) 45:17.

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